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Con el sorteo de los grupos para el Mundial de Rusia 2018, empieza una temporada que podríamos identificar como la tregua mundialista. Es un tiempo en el cual quienes palpitamos con el mundo del fútbol, sacamos a relucir nuestras teorías, cálculos y opiniones para vaticinar lo que ocurrirá en junio de 2018. Ya no importa cuánto sufrimos con la clasificación de nuestros equipos, ni lo bien o mal que hayan jugado. Esta tregua que declaramos es un lapso durante el cual hacemos cábalas y cálculos con el fin de llevar a nuestra selección lo más lejos posible en el próximo mundial, dejando  de lado las dudas que albergamos sobre el equipo.

Con los grupos conformados, se auguran plácidos o tortuosos caminos hasta la final para una u otra selección. Durante esta tregua, los argumentos que sostienen esas apuestas casi siempre se basan en el afecto que se tiene por una u otra selección y, por supuesto, en el desempeño que tienen los posibles jugadores que integrarán las selecciones, en sus equipos en las diferentes ligas del mundo. Gracias a la hiperconexión que rige hoy al planeta, es casi imposible desconocer el potencial de los rivales.

La tregua mundialista terminará cuando ruede el balón y conozcamos la verdadera capacidad de las selecciones en contienda. Es ahí cuando surgen esas sensacionales sorpresas que tumban los mitos y, como en el caso de la lechera, terminan con el sueño de muchos de llegar a las finales sin haberlas jugado, porque se les atraviesa uno de esos equipos que descartamos durante la mencionada tregua.

Colombia quedó en el grupo H, acompañado por Polonia, Senegal y Japón. Casi todos los expertos y aficionados recibimos con tranquilidad e incluso alegría esta buena noticia, pues nos salvamos de encontrarnos de entrada, entre otros, con equipos como Francia, Alemania, Rusia, Bélgica, Portugal, y Corea, el recientemente ascendido por los colombianos al nivel de “indeseable rival”, como consecuencia de la derrota que nos propinó en la última fecha de amistosos FIFA.

Casi todo el mundo se puso de acuerdo en que Argentina sufrirá contra Croacia, Islandia y Nigeria, que Brasil tendrá una plácida primera vuelta, que México, el equipo de Osorio, para pasar a la segunda ronda deberá superar un tremendo reto para quedarse con una de las dos casillas del grupo ante Alemania, Suecia y Corea. Alemanes, franceses y españoles inscribirán sus nombres para octavos de final.

Y sí. Nos pusimos de acuerdo en estos vaticinios porque son los resultados más posibles. Son los que damos por descontados.

Pero quiero acá recordar con especial afecto a dos equipos que en su momento irrumpieron en el escenario mundialista sin mayores credenciales y sorprendieron a sus encopetados rivales con desempeños maravillosos que acabaron con vaticinios y triunfos anticipados: Polonia y Senegal.

En 1974, después de no participar en el Mundial desde 1938, apareció esta potente, veloz y recia selección polaca, que ocupó el tercer lugar detrás de la Alemania de Beckenbauer, Breitner y Muller y de la Holanda de Cruyff y su corte.

Los polacos, de la mano de Grzegorz Lato y Andrzej Szarmach, goleadores del mundial y del genial Kazimierz Deyna, dejaron en el camino a Argentina, la extinta Yugoslavia y Brasil. Cuatro años después ocupó la quinta casilla, y en el mundial de España/82, volvió a ocupar el tercer lugar. El poderío de su fútbol cayó después de esas buenas participaciones y ahora regresa a la máxima cita orbital después de 12 años de ausencia. ¿Hasta dónde le llegará la pita? No lo sabemos. Será un difícil rival, pero agradezcamos que de todas maneras no es la Polonia de Lato, Szarmach y Deyna.

¿Cómo no recordar la deliciosa aparición de Senegal en el mundial de Japón-Corea en el año2002? En ese mundial, su primera participación en la historia, con el liderazgo del francés Bruno Metsu desde el banco y de Buba y Papa Diop, Henri Camara, y Fadiga en el campo, clasificaron a la siguiente ronda en el grupo de Francia, Uruguay y Dinamarca. Más adelante dejaron en el camino a Suecia y cayeron ante Turquía, que los envió a casa después de esta extraordinaria experiencia mundialista. Esta vez, después de una polémica clasificación dirigidos por Aliou Cisse, otrora jugador del equipo del 2002, peleará por una de las dos casillas a octavos de final en el grupo de Colombia. Senegal ha demostrado ser un equipo fuerte, muy físico y que pondrá a prueba todas las destrezas de los jugadores colombianos en el intento por pasar a la siguiente ronda. Son un rival fuerte, exigente, pero menos mal que no es la Senegal de “Metsu y sus Leones” del 2002.

Finalmente, Japón, a quien ya vencimos hace cuatro años en la fase de grupos, quiere ser ese incómodo rival ante el que no se puede tropezar Colombia si quiere avanzar a octavos de final. Rápidos, disciplinados e incisivos, esperan superar lo hecho en los mundiales desde su primera aparición el Francia 98. Desde ese entonces han clasificado a todos los mundiales con flojos resultados. De todas maneras, digo: ojalá no sea el Japón que en el 2010 cayó por la mínima diferencia con el subcampeón, Holanda y derrotó a Camerún y Dinamarca en la fase de grupos. Del torneo lo sacó Paraguay por tiros desde penal, después de empatar sin goles.

Las cartas están sobre la mesa, los rivales definidos y los sueños intactos. Ahora la obligación de Pékerman y sus muchachos es la de darle alas a estos vaticinios que, desde esta tregua decretada, anhelamos se cumplan. ¡Vamos Colombia!

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