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Así quedamos: congelados en la húmeda y calurosa Barranquilla que hoy presenció un partido terrorífico, de esos que ni el mejor guionista hubiera podido escribir. Colombia en los últimos minutos del juego pasó del cielo al infierno. De manera increíble recibió dos goles de Paraguay en los últimos diez minutos, arruinando así el carnaval que amenazaba con adelantarse en el calendario, gracias al triunfo parcial ante los guaraníes.

Todos los marcadores de la fecha hasta ese momento eran una invitación para llegar a casa y preparar las maletas para Rusia. El tiquete a Moscú se jugaba en tres escenarios y todo salía a pedir de boca. Argentina empataba con Perú y como si esto fuera poco, Ecuador, a escasos minutos de terminar su partido con Chile, le arrancaba un punto en Santiago, para que no quedaran dudas acerca de la clasificación colombiana al mundial del 2018. Pero todo se vino abajo. Un par de despistes en la zona posterior del equipo nacional unidos al derroche increíble de tres opciones de gol, con las que hubiéramos convertido ese segundo tanto tranquilizador, metieron a Colombia en ese siniestro cuarto de aeropuerto, en el que las autoridades migratorias conducen a quienes deben validar sus credenciales para ingresar a territorio extranjero.

Tal como están las cosas, Colombia aun no cumple con todos los requisitos para sellar el pasaporte mundialista de Rusia. Ni la experiencia y pergaminos de los jugadores, ni la sapiencia del cuerpo técnico, ni el fervoroso apoyo del público, fueron suficientes para hacer valer la localía en la antes temida Barranquilla. A Colombia la traicionaron los nervios, la presión de querer salir a tragarse vivo al rival y no supo cómo imponer su estilo de juego.

Ese primer tiempo fue un mar de confusiones. Sin brújula y sin líder, Colombia quiso liquidar el partido, como lo hubiera hecho en el ring de boxeo un fajador: trenzándose a golpes, confiando en que, si recibía tres golpes del rival, él sería capaz de conectar cuatro. Y nada salió bien con esta estrategia. El balance de los primeros 45 minutos se limita a un tiro en el palo por parte de Paraguay y pocas escaramuzas del onceno nacional ante un gigantesco portero paraguayo, conocido por todos: Antony Silva, quien en su paso por Tolima y Medellín demostró muchas veces en los estadios colombianos que era un señor arquero.

Pero lo que hizo hoy es de enmarcar. No solo ahogó al menos cuatro gritos de gol inminentes, con atajadas espectaculares, sino que fue el gestor de los dos goles paraguayos. De sus pies salieron las jugadas previas a los goles del equipo dirigido por Arce. En el primero, metió un globito al área colombiana que Ospina no supo resolver, ya que ni agarró el balón ni lo sacó del área chica con los puños. La cacheteó con las manos y la dejo mansamente servida a los pies de Cardozo quien solo tuvo que empujarla para enmudecer a todos los asistentes al estadio. Pero Silva aún tenía más en su repertorio. Cuando el juego agonizaba atajó un centro de Fabra que esperaban tres colombianos en el área y con sapiencia inició el contragolpe que dio origen al gol de Sanabria, que dio cifras concretas al marcador.

Y como si lo anterior fuera poco, ya para cerrar el juego, tapó con los pies la última opción que tuvo Colombia en los pies de Chará.

Colombia extrañó a James, a Cuadrado, a Cardona a ratos, pero sobre todo extrañó a Ospina. El guardameta que tantas veces nos salvó de manera providencial de goles cantados por los rivales, gracias a sus espectaculares atajadas, hoy tuvo una noche desafortunada y se vio comprometido en los dos tantos del rival. Ospina nos demostró que es humano y que los deportistas de élite también pueden tener una jornada para olvidar.

Pékerman acertó en los cambios de Chará y de Teo, que le dieron más ímpetu al equipo. Tanto así que es Chará quien habilita a Falcao para su magnífico gol. El Tigre definió con solvencia y nos ilusionó con la clasificación.

La tarea del cuerpo técnico será la de ayudar a recomponer anímicamente al grupo y montar la estrategia que nos permita ir a Lima y enfrentar en un juego decisivo a Perú.

La clasificación al mundial sigue estando en manos de Colombia. Venciendo a Perú estaremos adentro y ese marcador ya se ha logrado en otras ocasiones. Será cuestión de enfrentar el compromiso con aplomo, con seguridad en los potenciales del equipo y teniendo en mente que en este hermoso juego nadie gana la víspera ni por la pinta. Es cierto que es más difícil derrotar a Perú en su casa que a Paraguay en la propia, pero no es imposible. Colombia tiene plantel suficiente y estoy seguro de que los muchachos de la selección sacarán la casta que se necesita para sobreponerse a las dificultades.

En esta Platea no haremos leña con quienes entregan hasta la última gota de sudor en la búsqueda de la clasificación al mundial. Este juego siempre da las opciones de ganar o perder y el favoritismo se debe ratificar en la cancha. El martes cinco equipos se enfrentarán de nuevo por obtener el triunfo.

En la última jornada de esta larga etapa clasificatoria, cinco selecciones suramericanas intentarán convencer a las autoridades migratorias desde ese tétrico cuarto del aeropuerto en el que se encuentran, que son merecedoras de sellar su pasaporte para ingresar a la tierra prometida e inscribir su nombre entre los equipos que disputarán la Copa del Mundo 2018.

Yo creo en Colombia. ¿Y usted?

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