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Hoy en Barcelona se citaron los dos colosos del fútbol español en un clásico que tenía muchos “caramelos envenenados”. Por el lado del local, se jugaba la posibilidad de acrecentar su invicto a 40 juegos sin perder,  sentenciar la Liga a su favor, someter una vez más al Madrid y, de paso, hacerle más difícil la vida a Zidane como técnico del equipo merengue y, por supuesto, cerrar los sentidos homenajes a Johan Cruyff, quien con su paso como jugador, técnico y presidente honorario del club, se convirtió en el artífice de  la manera de entender el fútbol en el equipo culé.

Por el lado del Madrid el juego representaba la oportunidad de darse un aire en la lucha por la Liga, tranquilizar a sus parciales con el mejor triunfo que puede esperar la hinchada merengue, ratificar que al Madrid no se le puede dar por muerto sino cuando está muerto, nunca antes y,  con respeto, eso sí, interponerse en el plácido camino  del Barcelona hacia la repetición del título en la Liga.

Antes de iniciar el juego, en el homenaje que se rindió a Cruyff, los asistentes al estadio presenciaron un lindo video en el cual se destacaron algunos de esos aportes que hizo el holandés al fútbol del Barca, que se convirtieron en las máximas que nutren su filosofía de juego. De boca de compañeros de juego de Cruyff, de jugadores que estuvieron bajo su mando y de personajes del fútbol catalán, se destacaron frases como “si tú tienes la pelota, el rival no juega”, “si no puedes ganar, asegúrate de no perder”, “esto es muy sencillo: si metes un gol más que tu oponente, ganas”, “el fútbol se juega con el cerebro”, “todo es mental”, “para marcar, debes chutar”.

Y hoy el Madrid, el venido a menos y emproblemado equipo merengue, con un planteamiento muy inteligente y sagaz venció sin atenuantes en su casa al Barcelona por dos goles a uno. Con pundonor, sacrificio y orden le cerró al todopoderoso equipo catalán los caminos al gol.

El Madrid empezó el juego con timidez, abroquelado en su campo, esperando una oportunidad para lanzar a sus gacelas Cristiano y Bale, acompañados en cada ataque por ese lince y astuto delantero que es Benzema. Este se movía por el frente de ataque, forcejeando con Mascherano y Piqué, abriendo espacios para que los aprovecharan sus compañeros.

El Barcelona, por su parte, con su equipo estelar en el campo, pero sin ese espíritu indómito que los caracteriza, intentó desarrollar su envolvente juego, pero esta vez se fue diluyendo entre el bosque de piernas que propuso su oponente.

El temido tridente MNS, (Messi, Neymar, Suárez), no encontraba el camino al gol. Messi más terrenal y ausente que nunca, como si solo estuviera esperando el momento feliz de su gol número 500. Neymar, confundido entre sus regates, intentando resolver en solitario frente a sus marcadores el enigma que le planteó el rival. Y Suárez, nos regaló a todos la buena noticia de que no es un extraterrestre: es solamente un extraordinario jugador que también tiene tardes malas y que puede errar opciones de gol increíbles, como aquella que desperdició con el arco vacio a los 10 minutos de juego. Claro está que Keylor Navas se encargó también de ponerle candado a su arco y ahogó más de un grito de gol, cuando de manera increíble con sus reflejos felinos detuvo un par de remates a quemarropa de los jugadores del local.

Los volantes del Madrid, sobretodo Casemiro y Modric se encargaron de combatir con los mediocampistas de Barca, Busquets, Iniesta y Rakitic, el cuarto de máquinas de los blaugranas, y lentamente lograron confundirlos y hacerlos renegar de su estilo de juego. El primer tiempo se quedó en ceros y ya bajaba de la gradería un murmullo sordo que presagiaba lo peor.

Para la segunda parte el Barca regresó con renovados bríos. Pese a que ningún jugador exhibía su acostumbrado nivel,  a la salida de un tiro de esquina Piqué anotó de golpe de cabeza el gol que invitó al delirio a la parcialidad local. ¿Quién mejor que Piqué, el hijo consentido del Barca por sus posiciones abiertas en contra del Madrid y de algunos de sus jugadores, para ponerle la guinda al pastel de esta jornada que prometía ser en ese momento mejor que la que cualquier hincha hubiera soñado?

Pero vino acá lo impensado. El Madrid se encargó de recordarle a su rival las máximas de Cruyff. Jugando al fútbol con la cabeza, teniendo la pelota para quitársela al rival, convencidos de su fortaleza mental para sobreponerse a las adversidades, no solo empató el juego, asegurándose de no perderlo, sino que, cuando jugaba con 10 hombres, después de la justa expulsión de Sergio Ramos, les recordó a los más de 90.000 asistentes al campo, que el fútbol es fácil y que ganarás siempre que hagas un gol más que tu oponente. Y quien si no, el mismísimo Cristiano Ronaldo,  se encargó de recordarles a todos que Cruyff durante su paso por el fútbol no hizo más que decir verdades incontrastables. Y cuando el partido expiraba, anotó un gol que significó el triunfo del Madrid sobre el Barca, por un soberbio 2 a 1. Bastó un gol de más a los anotados por el rival para ganar el juego.

Y así cerró el Madrid su participación en el homenaje a Cruyff. Valiéndose de sus máximas para recordarle a este desconocido Barca y a sus parciales, que Cruyff, tenía razón. Y que si se quiere triunfar, esos principios universales del fútbol se deben sentir y vivir a plenitud en el campo de juego, sin importar quién es el rival, sin mirarlo por encima del hombro.

Por todo eso, “Gràcies Johan”, nunca te olvidaremos. ¡Qué lección le diste al Barca en tu despedida!

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