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Se acabó la tortura para a los hinchas. Despedimos el año con una eliminación y con la frustración de no ver soluciones a corto plazo porque el  equipo sigue «secuestrado» por sus propios dueños que lo tienen amarrado, arruinado, torturado deportivamente y sin ninguna compasión por quienes queremos a este club de regreso a las buenas épocas.

La rueda de prensa que ofreció el técnico Rubén Israel al finalizar el clásico ante Santa Fe fue escalofriante: «No hay una gran chequera.. se necesita hacer un proceso antes que gastar dinero» . ¿Otra vez con ese cuento? ¿No hay dinero? Señores dirigentes: de procesos mediocres y baratos estamos hasta la coronilla… RESPETEN!

Ya que ni el presidente Enrique Camacho y ni el representante de los accionistas mayoritarios Gustavo Serpa van a poner la cara, entonces el turno de capotear la fiera es para Norberto Peluffo y me disculpa que lo ponga en la primera linea de fuego. Esperamos que ya tenga claro lo que va a solicitar para reforzar el equipo, porque existe otra fábula que nos echan a los hinchas y periodistas siempre por esta época y es que toca esperar a que se termine el torneo para empezar a buscar.

Si Israel es un tipo serio ya debió haber presentado a la junta directiva su proyecto para el 2016 con nombres propios, posiciones dentro de la cancha e idea táctica definida. El dichoso «semestre de transición» se acabó ayer domingo 22 de noviembre y máximo en 2 semanas ya debe haber noticias sobre contrataciones. ¿Que no hay dinero? Pues que la junta directiva, llena de empresarios exitosísimos, trabaje para conseguirlo. Ya es justo que le den un respiro a las maltratadas billeteras de los hinchas.

Parece que el desfile de empresarios comenzó con la visita de Gabriel Fernández, a quien vi en el Campín con cara de «le tengo el jugador». Ojalá todos traigan buenas ideas en esas carpetas con las que llegan a las oficinas del club, y que Peluffo, Camacho e Israel  abran los ojos para no dejarse meter goles como, por ejemplo, jugadores con impresentables antecedentes judiciales o que vengan de largas vacaciones a reencaucharse en Bogotá.

La hinchada pide calidad y que por fin se acabe esa penosa tradición de «traer por traer» que termina en sonoros fracasos como el de Michael Rangel,  quien por su inmensa pereza y su falta de sangre, se hizo merecedor ayer en el clásico de una de las «chifladas» más fuertes que recuerde en los últimos años en El Campín.

Esperamos noticias muy pronto de voz del señor Enrique Camacho.  Si no tuvo el coraje de reconocer su fracaso y renunciar,  por lo menos que se desquite haciendo bien su trabajo esta vez… Ya es hora!

 

@gisselleapa

 

 

 

 

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