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Dicen algunos que fue Jorge Valdano quien afirmó que “el fútbol es la cosa más importante de las menos importantes”. Otros no están de acuerdo con que haya sido Valdano el padre de esta sentencia, (se la atribuyen a César Luis Menotti e incluso a Arrigo Sacchi), pero en el fondo, todos concuerdan con la importancia o el valor del fútbol en esta sociedad. Por eso, lo que ocurrió hoy en el Santiago Bernabeu ha encendido candentes debates en todo el planeta fútbol. A los ojos del mundo, en el juego de cuartos de final de la Liga de Campeones, el Real Madrid eliminó al Bayern Munich, después de derrotarlo en el alargue por 4 goles a 2.  Al finalizar el tiempo reglamentario, el Bayern se había impuesto por 2 tantos a 1, igualando la serie entre los dos titanes del fútbol mundial.

Pero el debate no se ha centrado en el triunfo del Madrid, sino en los protuberantes errores arbitrales que incidieron en el marcador final.  Y acá, antes de que suspendan la lectura de esta nota quienes crean que desde esta Platea queremos disminuir al Madrid y a sus jugadores, digamos que el equipo merengue es un señor equipo, aplomado, serio, lleno de jugadores talentosos que explican con sus actuaciones los innumerables éxitos del onceno de Zidane. No en vano domina la Liga de España y con muy altas probabilidades ganarla, pues no tiene en este momento quien le siga el paso. La demostración de hoy de Cristiano Ronaldo, Ramos Modric y sobretodo de Marcelo, son argumentos suficientes para que el Madrid esté donde esté, aspirando seriamente a ganar la Champions y el torneo español.

El debate, decía, radica en que así como hoy vimos errores de apreciación en jugadas de gol que se validaron a pesar de que el anotador estaba en fuera de lugar, expulsiones injustificadas, faltas que merecían una segunda tarjeta amarilla que no se marcaron y jugadas de pena máxima dudosas, hace un par de semanas el mundo del fútbol fue testigo de la remontada del Barcelona ante el PSG, apalancada también en errores arbitrales que favorecieron al equipo catalán. Los hinchas siempre verán con mayor facilidad la paja en el ojo ajeno, pero lo cierto es que el fútbol moderno clama por apoyo tecnológico para los árbitros, que cuentan tan solo con escasas décimas de segundo para tomar decisiones trascendentales en el desarrollo de los juegos.

Entonces suele ocurrir que las jugadas polémicas se dirimen en muchos casos a favor de los más poderosos, de los más grandes. Y todo ocurre ahora de cara al mundo, que gracias a la tecnología puede ver en cualquier lado y en cualquier dispositivo móvil las transmisiones en directo, llenas de cámaras que siguen milimétricamente las jugadas. Las repeticiones desde todos los ángulos magnifican la sensación de omnipresencia de los aficionados, para quienes las fallas arbitrales de apreciación son inexplicables. Cada vez es mayor la diferencia entre el agudo criterio con el que deben contar los jueces en el campo, para tomar la decisión correcta presionados por la presión del público, el ritmo cardiaco a tope y las fracciones de segundo para decidir qué hacer y la valoración de las jugadas que pueden hacer los aficionados que cuentan con la tecnología para seguir lo que sucede en la cancha.

El futbol del siglo XXI reclama a gritos las ayudas tecnológicas para los árbitros. La preparación física de los jugadores, el ritmo frenético del juego y la reducción de espacios en el campo que se deriva de los férreos sistemas defensivos, hacen que los contactos se multipliquen frente a los que era el fútbol de hace unos años. Dejar la justicia en el campo en manos de los árbitros y su pericia para tomar decisiones está haciéndole daño al fútbol.

Claro, los románticos del fútbol argumentarán que ese margen de error la da belleza al juego y lo hace único. Dirán también que con las ayudas tecnológicas se perderá ritmo y vértigo en los encuentros si hay que detener el partido para dirimir las jugadas polémicas. Darán como ejemplo de los que no puede pasar lo que le sucedió al Nacional en Japón en el Mundial de Clubes, (que sí, fue un esperpento), pero se puede intentar que el cuarto árbitro desde la raya, pueda invalidar goles como el de Cristiano Ronaldo hoy, o impedir que se pite como pena máxima la que le dieron a Luis Suárez en el juego de la remontada ante el PSG.

Este mundo tiene grandes y graves problemas que conmocionan a la sociedad, es cierto. Problemas y dificultades que representan mucho más que una clasificación a una semifinal de Liga de Campeones, que un gol mal validado, que un fuera de lugar no cobrado. Pero si estamos de acuerdo con la frase de Valdano, Menotti, Sacchi o de quien sea, vale la pena detenernos a pensar en algunas modificaciones al sistema de administración de justicia en el fútbol. Porque como están las cosas, en este deporte también se clama cada vez más por justicia.

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