Hace ya unos días el nuevo presidente de la Fifa anunció la utilización de videos para ayudar a los árbitros con esas decisiones polémicas en las áreas, que pueden modificar radicalmente el rumbo de los partidos. De manera temporal se permitirá la valoración en tiempo real de aquellas jugadas de gol o falta dentro del área.
Será un experimento que pretende zanjar de una vez por todas, en caso de ser exitoso, aquellas interminables polémicas que se han mantenido en el tiempo y que han sido a veces, las responsables de orgullo nacional y de triunfos de indudable e inmerecido valor.
Muchos han opinado ya acerca del impacto que puede tener esta trascendental decisión en el ritmo del juego, en la pérdida de identidad de este deporte, cuyos directivos que se han opuesto al ingreso de la tecnología como soporte de las decisiones arbitrales, se ufanan de mantener la justicia en las determinaciones que deben tomar los árbitros en fracciones de segundo.
Lo anterior ha hecho que la “injusticia arbitral” se haya incorporado al discurso y declaraciones de técnicos, jugadores y aficionados: los perjudicados siempre hablan de robo, tongo, amaño de juegos, intereses superiores y hasta mala suerte. Por su parte, quienes se han visto favorecidos con la decisiones equivocadas argumentan siempre cuando les preguntan si el árbitro actuó bien, que “estaban muy lejos para poder decir si el árbitro se equivocó o no”, “que la jugada fue muy rápida” y recientemente hay una respuesta que hace carrera y me encanta por la desfachatez con la que se toma este asunto. Ahora todos dicen: “en el fútbol, hoy te quitan y mañana te dan”.
Nada más irrespetuoso para los rivales que esta afirmación. Palabras más, palabras menos, se puede entender como “de malas ustedes hoy. Ojalá algún día, un árbitro se equivoque a su favor, o sean capaces de engañarlo, tal lo hicimos nosotros hoy”.
Tampoco entraré acá a valorar si el fútbol es un juego que destina dentro de su esencia un lugar preponderante al engaño. ¿Acaso la genialidad y el talento de los grandes jugadores no es en parte su capacidad para engañar al rival? ¿Messi y sus gambetas, Garrincha y las suyas, Ronaldinho, el malabarista del balón, Pelé y su sagacidad para dejar pasar el balón por entre sus piernas en pleno Mundial de México 70 y dejar despatarrado al buen arquero uruguayo Mazurkewicz, quien se comió el amague que casi termina en gol del Rey?
Son miles de jugadas y jugadores que con su habilidad, gambeta y genialidad han marcado páginas gloriosas del fútbol mundial.
Dejé deliberadamente a Maradona por fuera del párrafo anterior, porque este monstruo de la gambeta, el engaño y la sangre fría, en un solo juego, ante Inglaterra en el Mundial de México de 1986, se consagró como el ejemplo de lo que puede y no puede ser en el fútbol como muestra del engaño. Primero toca hablar de la “Mano de Dios”, cuando anotó un gol con la mano fingiendo que lo hacía con la cabeza. Ante este hecho, todos los seguidores de la selección argentina que notaron el error arbitral se vieron en la obligación de declarar que “no advirtieron nada, que la jugada fue muy rápida y que estaban muy lejos para declarar si sí o no fue gol”. En resumen, todo se reducía a afirmar, “lo que hoy te quitan, mañana te lo darán”.
Minutos después tomó la pelota en media cancha, arrancó hacia el arco inglés en un eslalon en el que eludió a todo el que se le puso al frente, aguantó todo tipo de golpes y empujones y como una exhalación depositó el balón dentro del marco defendido por el inglés Peter Shilton. Tremenda expresión de talento, gambeta y engaño.
El talento y el engaño han dado para que el planeta fútbol haya encumbrado a Maradona a un altísimo lugar entre los mejores de todos los tiempos. No sale de los tres primeros. Pero otros jugadores y equipos también han derivado réditos de situaciones de “injusticia arbitral”. Veamos algunos ejemplos:
En el mundial de Suráfrica, Alemania eliminó a Inglaterra en octavos de final, después de que el árbitro no concediera como gol un remate de Frank Lampard que cruzó la línea de gol por más de medio metro. Al final, Alemania avanzó hasta semifinales, cuando fue derrotada por España, vencedor del torneo. No se sabe cuál hubiera sido el desenlace final de ese juego, pues Inglaterra con ese gol hubiera empatado en ese momento el juego a dos goles, después de haber ido abajo en el marcador por dos a cero.
Durante el campeonato mundial de Japón-Corea, en cuartos de final, España también supo lo que era privarse de una suerte distinta gracias a la “injusticia arbitral”, cuando enfrentó a Corea. Los sucesivos “errores de apreciación” llegaron al límite cuando Joaquín desbordó a su marcador por la banda derecha y con todo el balón dentro del campo, tiró un precioso centro que cabeceó Morientes y anotó el que hubiera dado el paso a semifinal de España, pues la reglamentación hablaba de gol de oro. Es decir, con ese gol acababa el juego. Al final el juego se definió con tiros desde el punto de los 12 pasos y clasificó Corea a semifinales.
Podríamos enumerar muchos casos más de injusticia arbitral. Pero no quiero cerrar esta nota sin referirme a la enorme mano de Thierry Henry a escasos minutos de quedar eliminada Francia del mundial de Suráfrica. Francia necesitaba empatar el juego ante Irlanda en su estadio en París. Ya en el alargue, ante un cobro cruzado, llegó pegado al palo derecho del arquero Irlandés, bajó y acomodó el balón con la mano para luego tirarlo al centro del arco desguarnecido a donde llegó totalmente solo Gallás y anotó el gol que le dio el pasaporte a los franceses a Suráfrica. Pero lo que parecía un premio gracias a la “injusticia arbitral”, en este caso no está tan claro.
La participación de Francia allí fue un papelón monumental. Malos resultados, huelga de jugadores en plena competencia, peleas entre miembros de la delegación, renuncia de directivos y descrédito mundial. Tal vez en este caso sea válido afirmar que “lo que le dio el fútbol a los galos permitiéndoles clasificar de ese modo al mundial, se lo quitó después con su pésima y dolorosa participación”. Las cosas de la injusticia arbitral…
Que primero arreglen su ética y después si empleen las herramientas.
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Buen artículo
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Y asi miles y miles…. como al árbitro del mal recordado partido Colombia – Brasil y el mal pitado y anulado gol de Yepes….y mucho más….ojalá la tecnología logre dar la gloria a la honestidad y al juego limpio que arbitrajes oscuros, como algunos de sus trajes, nos han quitado…..
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