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Querido Niño Dios:

Sé que ya no hablamos tanto por este medio, pero esta carta tiene una razón de ser muy especial: quiero mi regalo de Navidad una semana antes de tu nacimiento. Es inusual, lo sé, pero hablo a nombre de millones de personas. Se trata de un regalo sencillo pero profundamente valioso y es tan personal como masivo.  Es algo que, sabes bien, anhelo y anhelamos con todas las fuerzas del corazón.

Queremos la estrella 14. Queremos dar la vuelta olímpica, vestirnos de gloria y retomar definitivamente el lugar que nos corresponde. Queremos ver a Millonarios campeón.

Ha pasado un tiempo largo. El equipo y la hinchada pagamos con creces los errores del pasado. Y aunque hubo tiempos difíciles, nunca desfallecimos. Ahora, de la mano de un equipo lleno de fútbol, garra y amor propio, comandados por un cuerpo técnico que sabe lo que significa Millonarios, ha llegado la hora de vestirnos de gloria.

Sé que no es un regalo fácil de conseguir, Niño Dios. Aunque lo tenemos a 180 minutos, Medellín es un equipo difícil. A diferencia de otros equipos de Hernán Darío Gómez, este DIM juega largo, retiene poco el balón y lo hace circular bastante. Eso -tu que eres fanático del fútbol lo sabes bien- le duele a Millonarios, pues a pesar de que el azul tiene muy buen manejo de balón, pasa algunos aprietos cuando lo atacan con rapidez.

Como sabrás, lo jugaremos el miércoles en Medellín a las 8 de la noche y el domingo en nuestra casa a partir de las 5:30 p.m. Depende en muy buena medida de nosotros, lo sé. Pero no está de más pedirte una mano. 

Millonarios, para bien o para mal, no va a cambiar en los tres días que faltan para el primer partido de la final. Seguirá siendo el equipo que hace circular la pelota, con pases profundos cortesía de Candelo, con salida por los costados, con grandes cierres ejecutados por sus centrales, con goles elaborados y emocionantes. Pero también el que pierde muchas de las geniales opciones de gol que genera, el que desperdicia la mayoría de tiros de esquina y el que no se anima mucho a pegarle de media distancia.

Ahí es donde entras tu, Niño Dios. Por favor, afínale un poco la puntería a Cosme, Wason y Perlaza, recuérdales a Ramírez, Robayo, Vásquez, Candelo, Tancredi, e incluso a Franco, que ellos le pegan muy bien desde fuera del área, que se animen. Ilumina a Hernán Torres para que afine un poquito más el tema de los centros. Y que entre la pelotica. Por favor. Al menos una. Sufrimos bastante este domingo ante Junior, pegados al radio para saber cómo iban Tolima y Pasto.

Porque, hombre (¿te puedo decir así? Perdón lo confianzudo), duele pasar angustias ante un equipo como Junior, con ese planteamiento amarrete y tacaño. El equipo funciona bien, crea fútbol, pero particularmente en esta ocasión faltó embocarla. Que eso no vaya a ser un problema en estos partidos de la final.

Para el miércoles no se esperan grandes cambios en la formación titular. 

En razón de la injusta amarilla que le sacaron, Pedro Franco pagará una fecha de suspensión: en su lugar irá Osvaldo Henríquez. Por otra parte, no se sabe si Lewis Ochoa alcanzará a estar recuperado de la molestia muscular que padece; si no puede estar, repetirá Leonard Vásquez, quien ha ganado en confianza y calidad y se jugó un muy buen partido. La zona de volantes probablemente registrará el regreso de Harrison Otálvaro, reemplazado ante Junior por Omar Vásquez.

Como ves, Niño Dios, hay equipo. Hay un grupo muy buenos futbolistas que han sabido sobreponerse a circunstancias adversas como el impasse ante el Real Madrid (supongo que ese día estabas en otros menesteres), la eliminación de la Copa Sudamericana, la lesión de Nelson Ramos y cantidades industriales de mala leche y amargura lanzadas desde diferentes flancos. 

Ilumínanos en este último tramo del camino. El fútbol nos ha demostrado que se vale soñar. Ha llegado la hora de demostrar que ese sueño puede ser una feliz realidad.

Además no es un regalo solo para nosotros. Padres, madres, abuelos, novias pacientes y alcahuetas (ahora ciento por ciento futboleras), amigos y conocidos celebrarán a nuestro lado. Danos esa felicidad, danos la 14, Niño Dios.

Pero como no se trata de pedir solamente para mí y los millones de hinchas de Millonarios, te pido también por los demás. Mándale buena energía al Deportes Tolima, por favor. Aunque estaba eliminado, este domingo jugó haciendo gala de juego limpio. Además, nos aplazó dos partidos claves que le permitieron al azul avanzar hasta esta instancia.

También te pido por el ‘cheché’ Hernández. Pobre hombre. Energúmeno, huraño y mezquino como el planteamiento táctico de su equipo. Podrán ser adjetivos fuertes pero es que, Niño Dios, ¿cómo le llamarías tu a una persona que reniega de la ciudad que alguna vez le dio de comer, que va por la vida insultando y menospreciando a propios y extraños, a un hombre que golpea a los policías que intentan protegerlo?

Y, si no es molestia, déjame pedirte mucho, mucho, por Alexis García. ¡Pobre hombre! Inexplicable, curiosa y coincidencialmente su equipo siempre pierde los partidos que Nacional necesita ganar. 

Acudo a ti, Niño Dios, porque Papá Noel viste siempre de rojo y, no sé, podrá tener muy buena voluntad, pero no me inspira mucha confianza con ese uniforme. 

Danos una mano. Pon ese algo. Nosotros pondremos todo el aliento, todo el amor y toda la fe. Sé que los jugadores pondrán toda la garra y el fútbol. 

Ayúdanos a que así como somos bienaventurados los que esperamos con paciencia, lo seamos también los que vestimos de azul.

De antemano gracias y ¡un abrazo albiazul!

Cordialmente, 

Luis Guillermo Forero Cárdenas
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