Perder no era lo ideal, pero estaba en las cuentas. Un juez torpe para lado y lado dañó un partido que prometía. Candelo regresará ante Tigre y Pasto. La ilusión, señores, sigue intacta. Se vale soñar.
El que esté nervioso que se tome un agüita. El que tenga miedo que se compre un perro bien simpático. Y el que crea que este Millonarios se desinfló, que mejor se guarde las ganas. Aquí no ha pasado nada. Nada de nervios.
Millonarios perdió el partido que estaba en las cuentas perder. Obvio: la victoria o el empate hubieran sido mejor. Pero el fondo es que la derrota en Barranquilla no afecta la consecución del objetivo de esta etapa, que es llegar a la final.
El equipo estuvo lejos de jugar de forma ideal, es cierto. Pero no jugó mal.
¿Qué pasó entonces? Que tuvo la pelota y no la aprovechó. En 90 minutos tuvo solo tres opciones de gol. Si bien apostó por hacer circular el balón y supo llegar al área del equipo rival, se quedó ahí. Remató poco de media distancia, erró pases en el momento definitivo y ni Wason ni Cosme supieron definir las opciones que tuvieron.
Todo esto agravado por el arbitraje de Adrián Vélez, un chambón de tiempo completo. Se equivocó para los dos lados y demostró que lo suyo no es la mala fe sino la falta de talento: no contento con llenar de amarillas a Millonarios, dejar de pitar un penal claro contra Vásquez y avalar la anulación de un gol legal al rival, expulsó injustamente a Pedro Franco.
Pero aún jugando con 10, en el calor terrible de Barranquilla, Millonarios mantuvo un ritmo de juego que esperanza. Prueba de eso es que empujó hasta que logró el descuento gracias a Luis Delgado, en un bonito tiro libre que calló a una plaza hostil que no paró de insultarlo.
¿Qué le faltó a Millonarios? La pregunta más bien sería ‘quién’. Y la respuesta es Mayer Candelo. Infortunadamente, Vásquez se cayó y Otálvaro solo no puede empujar el equipo. Hace falta el ‘viejo’ que los pone a correr, pero que sobre todo -y ojo a esto-, los despierta, los grita, los mantiene alerta. Un líder en la cancha. Por eso también se sintió tanto la ausencia de Román Torres.
Y no es culpa de Hernán Torres. Por ejemplo, mandó a la cancha a Rafael Robayo buscando el pulmón que otrora empujaba a Millonarios. Sin embargo, el presente del 8 es penoso. No es ni la sombra del que se fue hace casi un año.
Repasemos lo más destacado del partido:
Así como perder en Barranquilla estaba en las cuentas, esos cálculos también indican que de aquí en adelante hay que ganar para mantenerse siempre al frente del cuadrangular.
Lo que viene no es fácil: el domingo la cita será en Pasto.
Expulsado Franco y lesionado Torres, la responsabilidad será para Henríquez -quien a pesar de sus fallos sigue subiendo de nivel- e Ithurralde. A meterle buena energía. No hay de otra.
Candelo seguramente estará listo para regresar. El resto del equipo por lo pronto estará a disposición del cuerpo técnico.
Antes, eso sí, estará Tigre. El lunes el equipo viaja a Argentina para enfrentar a su rival en el partido de ida de la semifinal de la Copa Sudamericana. Va con toda la titular. Esperemos que, rompiendo ese ‘agüero’ de las últimas dos llaves, Millonarios se traiga para Bogotá una victoria.
En cuanto a la Liga, reitero: nada de nervios. Atentos como siempre, pero sin que el ánimo decaiga. Mucho menos las ganas de alentar al equipo ni la ilusión de alcanzar el gran objetivo.
Y como se vale soñar, como la ilusión sigue intacta, les planteo una apuesta: Todo lo definiremos en la última fecha, aquí, en casa, con nuestra gente. Se los aseguro. Guárdenme la frase.
Comienza así una nueva semana de ilusión. Mucha fuerza al azul.
¡Con la ilusión y los sueños intactos, les mando un abrazo albiazul!
Se vale soñar.
*****
¡Sus comentarios, como siempre, son más que bienvenidos!
Luis Guillermo Forero Cárdenas, politólogo de profesión, periodista de oficio, y amante del fútbol, escribe este blog. 26 años. Bogotano. Hincha apasionado, casi enfermo. Otro como ustedes que celebra, canta, ríe, sufre y respira Millonarios. El mono gritón de los binóculos gigantes en Occidental.
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