Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

No es el momento de abrir el debate sobre si privilegiar la Liga o la Copa. 

La camiseta. Yo digo que es esa horrorosa camiseta dorada la que pone al equipo a jugar así de mal. O bueno… la camiseta, varios jugadores fuera de nivel y una especie de pánico escénico que se tradujo en confusión y tres goles en contra.
Sobre el papel, el de Millonarios ante Palmeiras no parecía un partido fácil. Previendo eso, Hernán Torres dispuso un módulo táctico destinado a tener el balón. Así, lo que en principio parecía un 4-2-3-1 ofensivo, se podría convertir en un 4-4-1 o en un 4-5-1. Es decir, un esquema en el que entre Ganiza, Ramírez, Robayo, Tancredi y Candelo pudieran recuperar, tener, manejar y distribuir el balón.
Bueno… sobre el papel… porque en la cancha el único que marcó fue Ganiza Ortiz. Jhonny Ramírez se tuvo que repartir entre marca y salida porque Robayo no hizo ni lo uno ni lo otro. Y Candelo hacía lo que podía, solo, pues Tancredi ni por las curvas.
Ante ese panorama en el medio, ni el limitado Járol Martínez ni el talentoso Lewis Ochoa pudieron sacar al equipo por las puntas. Y Pedro Franco y Román Torres hacían lo que podían para rechazar los balones o salir jugando.
Hubo dos grandes pruebas de la desconexión del equipo. La primera, la falta que se vio obligado a cometer Torres a borde de área y que le costó una amarilla, producto de una rápida entrada del Palmeiras a través del desorganizado medio campo azul. Y la segunda, los numerosos pelotazos que Franco lanzó durante la primera media hora del juego, tratando de llegarle directamente a la zona de ataque.
Entre tanto, Cosme, bastante perdido, no vio balones durante el primer tiempo.
Torres no se apega a esquemas ni a jugadores y le buscó un cambio de cara al equipo con el ingreso de Otálvaro y Perlaza, quienes reemplazaron a Robayo y Tancredi. Pero el verdadero cambio vino con el ingreso de Vásquez. Ahí vinieron los mejores 10 minutos de Millonarios.
Cuando el equipo entendió que podía atacar al Palmeiras, no solo lo llevó al error que produjo el autogol, sino que disparó cuatro veces con peligro al arco rival.
Pero después del buen momento vino el más perverso. Se refundieron los papeles y nos trajimos tres que bien pudieron haber sido cuatro o cinco. El error de Franco lo comete cualquier jugador de su gran nivel. Sería injusto culparlo a él, incluso a Martínez, quien devolvió la pelota en primera instancia. 
Varias cosas por decir. Robayo a quien pedí ver en la titular, no está en nivel. Tancredi tampoco. La tripleta de armado debe ser Vásquez-Candelo-Otálvaro. Y que la respalden dos volantes netos de marca como Ortiz y Blanco. Y en punta Wason. Si no, Perlaza. Nada que hacer.
Otra. Millonarios sigue sin aprender a jugar al contragolpe. Cuando tiene que tocar, juega largo y pierde el balón con facilidad. Cuando puede contragolpear, toca a los lados. Ojo con eso.
Y la otra. Se están viendo muchos toques errados. Para equipos tan cerrados atrás como este Palmeiras, conviene mucho más tener a jugadores hábiles y móviles como Vásquez y Otálvaro. Mejor dicho: que el ‘viejo’ Mayer ponga balones y los enanos corran. Así debe ser.
Nada se ha perdido. 2-0 en El Campín y estamos adentro. La llave no está definida ni mucho menos. No es el momento de abrir el debate sobre si privilegiar la Liga o la Copa. El fin de semana, una victoria ante Cúcuta dejará prácticamente sellada la clasificación a los cuadrangulares y la cabeza despejada para la Sudamericana. 
Pero hay que hacer ajustes. Hay que limpiarse la cabeza. Hay que pensar claro. Y hay que pegarle un par de cachetadas a Robayito a ver si se despierta.
¡Ah! Y hay que guardar esa camiseta dorada, en serio. Ah cosa pa’ fea. 
¡Vamos Millos!
***
¡Sus comentarios, como siempre, son más que bienvenidos!
Un saludo muy especial a los hinchas de otros equipos que comentan en este blog. Este también es su espacio, todos somos hinchas del fútbol.
Todo comentario ofensivo será removido y su usuario bloqueado para comentar en este blog. No pierda su tiempo. Lea un libro.
Nos vemos también en Twitter

Compartir post