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Definitivamente jugaban mejor cuando no les pagaban… Las personas que hoy visten la camiseta de Millonarios, salvo una o dos honrosas excepciones, integran un colectivo serie B que le amarga la existencia, una o dos veces a la semana, a una hinchada triple A.

No es la primera vez que el descenso acecha a Millonarios. De hecho, el tema se ha vuelto recurrente en los últimos años. Subrayo esto porque al abordar el asunto, la opinión generalizada -me incluyo-, entre hinchas propios y extraños, era que el azul nunca se iría de la A. El que más gente lleva a las ciudades, el que más marca en la televisión, el de la hinchada fiel…
Eso está cambiando. La gente se está cansando. Personalmente, nunca pensé que pagar unas boletas para ir al estadio me siguiera molestando durante más de una semana…
Pero bueno. Reflexiones financieras aparte, encuentro una realidad distinta en el fútbol nacional. La B ya no es la Copa Concasa, ya no es la Copa Premier. Es, entiendo, el Torneo Postobón. Cotizado patrocinador. El mismo de la A. Y los equipos ya no son tan pintorescos como hace unos años.
El histórico Unión Magdalena se quedó atrapado ahí. El Pasto y el Bucaramanga pelean con uñas y dientes para estar entre equipos como el Itagüi, que ya le metió 4 goles al nacional que (suspiro, mirada arriba y dientes apretados), tiene una de las mejores nóminas del país.
A lo que voy es a que la B es un torneo cada vez más visible, al que no le vendría más un inquilino taquillero. Ya saben, de los que llevan gente a las ciudades, de los que marcan en televisión, los de hinchada fiel…
Uno a veces piensa que sería mejor tocar el cochino fondo. El sótano absoluto, sacudirse y volver a comenzar. Pero la sola posibilidad de la B es aterradora…
Y más aterrador aún es que no se ve por dónde revertir la cosa. No nos digamos mentiras. Lo que queda por delante ya no es pensar en cuadrangulares o en un paso a Copa, ni siquiera la Copa Colombia: lo que queda es salvar la categoría.
Millonarios está hoy en zona de promoción. Lo grave es que a este Millonarios del domingo ante Santa fe, el mismo que casi ni le puede ganar al Bucaramanga, no se le ve cómo se pudiera recuperar.
El próximo domingo viene el América. Aplazados están los partidos ante Chicó y nacional.
Mientras tanto, Richard Páez dice que el equipo va a seguir trabajando. Pero el equipo no trabaja. Y no le rinde al técnico. Es una historia ya vista que, me parece a mí, comenzó esta vez cuando el venezolano dijo que «el fútbol es de hombres». Creo que ese día se rompió el camerino.
Quedan ocho partidos. Sin un pronto timonazo, el chiste cruel que circula en Twitter según el cual el Millonarios de Páez se convertirá en la B-illos Caracas Boys, tiene todo servido para volverse una dolorosa realidad.
Y si bien le aplaudo a Páez que quiere absorber la presión para liberar a sus jugadores y subrayo que nunca he creído que la solución sea echar técnicos, José Roberto Arango no debería hacer oídos sordos a lo que está pasando.
Los chiflidos que genera este Millonarios son fáciles de escuchar…

 

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