Una fecha resta para cerrar la fase del todos contra todos de la Liga Águila 2018-I en donde, como es usual hace unos años, los ocho primeros clasifican a una fase superior y los demás se despiden a verlos por televisión mientras tratan de encontrar mejores resultados tanto en la cancha como fuera de ella.
Ocho, los ocho de Colombia, que ya tiene seguros a cuatro y que los otro cuatro, en un ejercicio emocionante, se juegan en la última jornada su llegada a las finales en donde, además de las taquillas y eso, pueden aspirar al titulo, a bordar estrellas, a ponerle orden al campeonato.
Deportivo Cali, el de don Gerardo, el nuestro, venía en racha solida. Siete seguidos sin derrota, invicto indiscutible en casa y sumando, como no se lograba, por fuera. Llegó el clásico y la estantería se cayó. Desde ese momento, desde esa merecida derrota el equipo no se ha vuelto a encontrar y han sido, uno a uno, partidos tibios, sin alma, sin ganas y, prácticamente todos, sin puntos. Estábamos clasificados, estuvimos clasificados y ahora dependemos de resultados. ¿Qué pasó?
Esa pregunta la hizo Rodrigo Ocampo en la rueda de prensa, ¿Qué pasó con el Deportivo Cali de antes del clásico que no se volvió a ver? La respuesta, que esperaba llena de verdades y muy sincera, comos solían ser las otrora «peinadas» del DT a la prensa fue un globo, una pompa de jabón que, entre tres o cuatro frases no pudo, no supo o no quiso contestar. Hablo de las nominas viajeras a Pasto y Montevideo, no dijo nada de nadie ni de nada, es decir, sigue perdido ese Cali y su custodio, quien debe saber dónde está, no lo reveló, si es que lo sabe. Una pregunta sin respuesta son dos preguntas.
¿Dónde estará? Sí porque no es normal que un equipo venga en alto nivel, compacto, ordenado y contundente para que, tras un partido, se convierta en un manojo de nervios, sin norte, sin sangre y mucho menos poder.
Esta bien, se entiende que con los siete partidos buenos Giraldo no sería un Marcelo o Benedetti un Messi, no, pero no se entiende, al menos yo no, que Giraldo sea menos que Giraldo y que Benedetti sea menos que Benedetti, solo por citar dos nombres tras cuatro partidos malos. No entiendo cómo un jugador pasa de una racha positiva, de alto rendimiento a una racha de pobre, muy pobre desempeño.
Claro, lo entiendo y lo acepto contrario a los gurú de la prensa deportiva, nunca jugué fútbol a nivel profesional y seguro puede, en medio del desorden que es Dimayor, un cansancio acumulado, muchas horas de concentración y tensión de un jefe exigente contra unos resultados que no se dan. Eso lo entiendo, pero es que, en serio, el cambio fue del cielo a la tierra, de un momento a otro y sin escalas, no hubo grises en este blanco y negro.
¿Dónde estará? Por supuesto que parte de la prensa, alentada por quienes alimentan de odio y cizaña las redes sociales buscando recuperar algo de lo que nunca han tenido, hace fiesta con el momento deportivo del club. Señalan al palco presidencial, al banco técnico, a las gradas, a la Casona, a todos lados.
Reviven los rumores de sindicatos, jugadores parados, celos profesionales y trato del DT. Alimentan el ego de quienes necesitan un micrófono para ser una persona y un puñado de seguidores, en su mayoría fake, para hacer valer una mezquina opinión. Lo dije, lo digo y lo diré: acusación sin pruebas es chisme, solo eso, un chisme.
Ahora bien, para verdades la cancha. Se nota el cansancio, el desorden, los gritos antes de aliento ahora lucen de desespero. No hemos sido capaces, es un dato que no es menor y que me preocupa más que cualquier cosa, de remontar partidos que empezamos perdiendo, solo lo hemos hecho una vez, contra Leones, de resto quien nos anotó primero, nos derrotó. ¿Es un equipo hecho para aguantar resultados o para conseguirlos? Si es lo segundo, ¿Dónde está?
Todo esto lo deben responder Don Gerardo y los muchachos en la cancha, en Pasto por el cupo a los ocho y en Uruguay ante Danubio por al siguiente fase de la Suramericana, las cartas sobre la mesa, la responsabilidad adquirida. Ahora que venga el compromiso, el profesionalismo y la verdad, sin chismes ni gambetas, de frente, a la cara y que aparezca el Deportivo Cali ganador, de tono fuerte en la voz y puño sobre la mesa, no mas tibiezas, no mas esperar a la suerte y vivir de los ahorros. Vamos por ello, con todo, por todo.
Vamos Cali, nos vemos en el estadio, nos leemos por acá
*Foto: Elpais.com.co
Buen post
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Como todo colombiano, en la última fecha se define todo
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ok
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Que un equipo depende de los resultados de otro es una farsa y una mediocridad por lo cual no merecen pasar a la siguiente vuelta.
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