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La noticia es que Millonarios ya no es “el más veces campeón” y -para colmo de males- quien le arrebató la corona de la cabeza, parodiando a Miss Universo, fue su archirrival paisa. Con la segunda atajada de Armani, Nacional conquistó un logro más codiciado que el de las 15 coronas: ser el nuevo amo del patio. Anhelo adelantado con las exhibición de las 22 copas en el clásico ante Medellín (al que una vez más doblegó) y que era el único rubro en el que no podía exhibir supremacía.
La 15 de Nacional

La estrella 15 garantizó la supremacía deportiva, pero también simbólica de ser los nuevos dueños del patio

Lo que sucede con Nacional en el fútbol colombiano no es inusual en el mundo y tampoco en nuestro país: los torneos son asimétricos porque la vida también lo es; unos equipos son más ricos que otros y saben administrar mejor su fortuna y otros capitales de diversa índole: simbólicos, históricos, deportivos… los ejemplos más obvios son El Real y el Barça en España; Boca y River en Argentina; Bayern en Alemania, Corinthians y Flamengo en Brasil y así podríamos seguir liga por liga en el planeta fútbol.
Plata llama plata dice el adagio popular: el éxito atrae éxito. Esa fue la fórmula de Millonarios entre los 50 y 60, del América en los ochenta y de Nacional del último tiempo. No es vano esos tres equipos son los únicos de talla nacional: los que cuentan con hinchas en todo el país y los más ganadores del torneo local. Afición y títulos son un matrimonio perfecto ¿Por qué Nacional suma tantos hinchas hoy? No se necesita ser un genio para responder que nos hacemos seguidores de los equipos por sus gestas (o por herencia o por desafiar la herencia).
No en vano la hinchada “nacional” –por fuera de la Capital- que tiene Millos supera los 50 años y la del América (fuera de Cali) está en la franja de edad de los 30 a los 40; en cambio la gran muchachada de Nacional es la más joven: son los nuevos reclutas de pasión.
Otra cosa interesante es la del prestigio de las ciudades; en donde una vez más la disputa se circunscribe a las tres ciudades “más importantes” demográfica- política y económicamente hablando: Bogotá, Medellín y Cali. Barranquilla sería la cuarta en disputa, pero los alcances del Junior jamás han sido nacionales ya que ha construido un discurso regional (de ellos vs chachacos) que no sintoniza con las audiencias deportivas del país.
Me he divertido mucho acompañando la generosa producción –de los hinchas- en redes sociales a partir tanto de los triunfos de Santa Fe en la Sudamericana (a propósito, Santa Fe es otro de los equipos históricos que no logró espectro nacional, quizá eclipsado por su rival de patio) como el reciente del verde de la montaña. Los memes, tuits, chats e intercambios por Facebook son un material de gran riqueza para los que nos gusta estudiar esto; particularmente sociólogos y antropólogos.
Considero que –a la larga- el fútbol del país gana con el triunfo de Nacional: impulsa la rivalidad deportiva estancada en la mediocridad de la tradición histórica, obliga a los equipos a preocuparse por recuperar el prestigio perdido (lo que favorece la calidad de nuestra liga y la cualificación en competencias internacionales) y fuerza a la reinvención de las hinchadas que deberán recrear sus identidades a partir del triunfo y –sobre todo- de la derrota.
Los verdes de Antioquia seguirán afirmando ser el único equipo verdaderamente nacional, lo que es cierto a medias: no son los únicos. Tampoco son “provincianos” –aunque a la postre para los hinchas no importa si es verdad o no, siempre y cuando se lo crean- como les endilgan los azules de Bogotá: Medellín es también “centro” en indicadores como la política, la economía y la cultura. Que Bogotá y Medellín se disputen la supremacía demuestra que están en paridad de posibilidades.
Otra cosa que no he podido entender es eso de “montañeros” que unos les dicen a los verdes como insulto y que ellos apropian como elemento de orgullo ¿Acaso no es andino el fútbol colombiano? Bogotá, Medellín, Manizales, el Tolima Grande y hasta el Oriente (Bucaramanga y Cúcuta) están sobre las cordilleras… y Bogotá está más arriba en altitud que Medellín ¿Alguien me explica eso?
Por lo que la verdadera disputa (de micro y macro identidades) se da, más que nada, en el plano simbólico y del discurso que crea “otredades” para ratificar las singularidades propias.
Un verdadero deleite ese juego de dimes y diretes… el año que viene se antoja mejor ¿Una segunda Libertadores para Nacional? ¿La primera de Santa Fe?  

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