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Ya sabemos a qué sabe, ya sabemos cómo es. Ya sabemos cómo se llega. Estaba en nuestro ADN y nunca más pasarán 24 años sin vivir esto. 


Si padeció a Alex Daza; si 1994 y 1996 todavía le duelen; si se agarró la cabeza al ver al ‘Palomo’ vestir -y fracasar- de azul; si compró muchas ‘Vive Millos’; si la noche de velitas nunca volvió a ser igual desde 2003; si a pesar de Castelnoble, Cheché y Lasarte nunca dejó de alentar; si estuvo bajo la lluvia en ese partido de 2005 contra Bucaramanga, la última fecha, cuando ya no había nada que hacer; si sabe quién es Lucio Jurado… ¡Grite con todas las fuerzas del corazón! ¡Abrace a su familia, brinde, salte, llore de la dicha! ¡Esta estrella es suya!

Si había perdido la fe, si el domingo regresó al estadio después de muchos años y recordó por qué se enamoró de Millonarios; si también rememoró tardes grises, con tribunas semivacías y decenas de mercenarios indolentes destiñendo los colores más gloriosos de Colombia; si no dio crédito a sus ojos al presenciar algo que jamás creyó posible por cuenta de indolentes administraciones que nos dejaron al borde de desaparecer, convertidos en un equipo Chiqui… ¡Dígales a todos que usted es de Millonarios, no se vaya nunca más, esta es su familia! ¡Esta estrella es suya!

Y si usted odia a Millonarios; si celebró los malos tiempos; se mofó; gozó con las tristezas; e hizo mal ambiente… ¡Gracias! Nos hizo más fuertes, nos hizo lo que somos hoy. Nos reafirmó en este amor va más allá de una campaña, cinco, diez, 24 o de 32.

Se acabaron los malos tiempos. La estrella 14, la merecida estrella 14 de Millonarios, esa que nos ratificó como los más grandes de Colombia, como uno de los más grandes del continente, es el punto final, el exorcismo de cientos de miedos, complejos y mitos.

Es un estallido hermoso de abrazos, de lágrimas, de promesas por cumplir, de oraciones que surtieron efecto, de miles de cábalas tan inverosímiles como bonitas. Y fue puro. Muchos, me incluyo, nunca lo habíamos celebrado. No sabíamos cómo era, qué se sentía. Nos pasmamos, no dimos crédito a que el sueño se convirtiera en realidad.

Por eso, entre espuma, maizena, sonrisas y brindis, nos graduamos. Y con mérito. De la mano de un equipo que entendió lo que había que hacer, que aún en los malos momentos supo poner su corazón y su tenacidad para conseguir el objetivo: la 14.

Y ya sabemos a qué sabe, ya sabemos cómo es. Ya sabemos cómo se llega. Estaba en nuestro ADN y ya nunca más pasarán 24 años sin vivir esto. 

Porque hoy somos otros. Tuvieron que pasar 32 campeonatos para ser lo que somos hoy. Tuvimos que refugiarnos durante décadas en nuestra gloria pasada para ponernos a salvo de los malos tiempos, que fueron mucho más que 24 años sin no ganar un título de Liga. 

Estuvimos a punto de desaparecer, se llevaron hasta los pocillos del tinto, tuvimos que padecer todo tipo de vejámenes futbolísticos y administrativos. Por eso nos encerramos en nosotros mismos, casi ensimismados, para protegernos y no naufragar. Hoscos tal vez. Odiosos, de pronto. Pero eso nos hizo lo que somos hoy.

El 16 de diciembre de 2012, el ‘oe oeoeoe, Millos, Millos’ le ganó al ‘movete, Millos, movete’. Y eso quedó escrito en la piel. El domingo la hinchada entendió que la pólvora que importa es la que está en los pies de nuestros jugadores. El resto es show sin sentido. 

Porque Millonarios somos todos. ¡Todos! Millonarios vive en el hincha que suda durante la semana para conseguir lo de la boleta, en el estudiante, en el profesional que vuelve a ser niño cada que 11 guerreros defienden sus colores en la cancha, en la mamá que hace fuerza desde la casa mientras sus hijos van al estadio, en el niño que celebra frente al televisor.

Millonarios vive en el padre amoroso que así sea hincha de otro equipo es capaz de vestirse de azul para respaldar a muerte a su hijo, reir y llorar con él. Vive en el celador que lo escucha por radio, en el que ya no tuvo fe pero lo escucha en casa. Vive también en el que lo sigue a todas partes. En la novia amorosa a la que no le gustaba el fútbol y ahora ama al azul y blanco.

Millonarios somos todos los que, al margen de creencias políticas, religiosas o sociales, nos encontramos en este hermoso universo común. Somos millones de amigos y un solo corazón. 

Así que gracias. De corazón. Desde el fondo de mi alma, gracias. A los jugadores; a mis amigos, los millones de hinchas azules; a los directivos; a quienes no creyeron; a los detractores que con su mala leche nos hicieron más fuertes. A todos: ¡Gracias!

Gracias por el 2-0 ante Santafe que nos puso a soñar hace cinco meses. Por cuatro goles al Huila. Por los merecidos dos goles de la victoria sobre Equidad. Por ese buen resultado a cero que obtuvieron ante Nacional, en Medellín. Por la forma en que se impusieron 2-1 al Once Caldas. Por mostrar ante Cartagena, con dos golazos, que hay futuro en las divisiones inferiores. Por contener a cero al Cali. Por no dejarse caer luego de la derrota ante Itagüi. Por haberle ganado nuevamente a Santafé.

Gracias también por hacerle un buen partido al Chicó, a pesar de la derrota. Por haber recuperado la senda ante Junior a pesar de los ocho golpes de Madrid. Por sacar el cero en Ibagué ante Tolima. Por el gol ante Cúcuta en casa. Por otro gran resultado ante el DIM en la capital de Antioquia. Por comenzar a asegurar la clasificación en casa ante Quindio. Por no dejarse caer por los tres que nos metió el Pasto. Por vencer a Envigado. Por cerrar con broche ante Patriotas. 

Gracias por el partido ante Junior que, a pesar de perderlo, nos hizo confiar en que prevaleceríamos. Por el fútbol que generaron en Pasto, a pesar de la caída. Por la gran victoria y los tres goles ante Tolima. Por ganarle con lo justo al Pasto en casa. Por la emocionante victoria sobre Tolima en Ibagué. Y gracias por mantener un cero vital en Bogotá ante Junior, cuando más lo necesitamos.

Gracias. Catorce y un millón de gracias. Gracias Lucho, Nelson, Andrés, Lewis, Leonard, Román, Osvaldo, Pedro, Ignacio, Járol, Lucho, Alex, Rafael, Juan Esteban, Elkin, Jhonny, Mayer, Osvaldo, Omar, José Luis, Wilberto, Wason, Jorge, Erick, Matías, Yuber….

Gracias, Hernán. Gracias, Darío. Sus nombres y los de su plantel quedan grabados en nuestras mentes y corazones para siempre. Fuimos uno con ustedes. Gracias por dejarnos correr a su lado. Gracias por tanta alegría.

Fue un triunfo para el alma y el espíritu. Para el viejo, el joven, el niño, la esposa, el padre, la madre, el tío y el abuelo. Para la esposa de Lucho Delgado y todas las mujeres guerreras que se han levantado de la enfermedad. Bendiciones.

Hoy podemos gritar que volvimos. Que despertamos. Que no nos iremos nunca más. Que cesó la horrible noche. Hoy, vestidos de gloria, desde el podio del más grande, podemos gritar…

¡MILLONARIOS CAMPEÓN!


Pd. No sé ustedes, pero esta, ninguna otra, es para mí la banda sonora de este título. ¡Que suene duro en esta Navidad!

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