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Lo peor de este perverso Millonarios 2012-I, de este equipo que no da ni frío ni calor sino una sensación de rabia e impotencia, es que en medio de su mediocridad les hizo sentir a algunos hinchas que el 3-4 ante Santafe fue una «gran remontada», una hazaña «heroica» que merece un espacio en la historia del equipo y en las estadísticas del clásico capitalino.


Los que aplaudieron a rabiar a los once jugadores que el sábado casi le igualan el partido a Santafe argumentan que la diferencia de apenas un gol no es alarmante.

Pero la realidad es muy distinta, señores. Lo ocurrido el sábado es apenas la consecuencia natural de una ecuación en la que -como lo comentamos hace dos semanas- se han conjugado las malas decisiones técnicas, el mal fútbol y una pobrísima gestión de la gerencia deportiva.

La actualidad de Millonarios escandaliza. Ya no se trata de problemas aislados, sino de un mal estructural que divorció al equipo de la hinchada.

El mal comportamiento de Millonarios en defensa se convirtió casi en marca registrada. Pasivo y desconocido, Franco no ha podido acoplarse a un Iturralde que no dio la talla, mientras que Ochoa y Mosquera ni salen ni cierran. Desastre.

La zona de marca, que de la mano de Robayo y Ortíez fue en los dos anteriores campeonatos uno de los pilares del equipo, se vino a menos con un Ramírez que poco ha mostrado del nivel que exhibió en el Chicó. Y Ganiza, que bajó en su nivel y luce solo y desbordado en labores de marca, ha comenzado a cometer errores que han costado goles, como ocurrió el sábado.

Más adelante, Mayer Candelo, cansado y desconectado algo intenta hacer, sin mayor suceso. Mientras tanto, Vásquez juega a lo suyo. Ustedes me dirán cómo le ha ido…

Y en la delantera… bueno… han pasado Moreno, Berrío, Cosme, Urbano, ¡Castro!… Mientras tanto, Osorio Botello, el único medianamente decente de las grandes contrataciones impulsadas por Javier Álvarez y avaladas por Páez, seguía en la cancha. 

Osorio está lejísimos de ser un salvador, no siempre la mete, pero sobresale en medio del mar de mediocridad y mal nivel que es la zona ofensiva del equipo.

¿Y Richard? Él prefiere ponerse a responder a los insultos que bajan desde la tribuna. ¿Lo vieron? ¿Páez y Ochoa agarrados a los gritos con un grupo de hinchas, justo después del impresentable cuarto gol? Impresentable. 

Páez está en otro cuento. De ser un técnico frentero, pasó a ser el tipo que no va a la rueda de prensa y prefiere echar a los leones a Ramos y Osorio.

Y de ser el técnico que respalda a muerte a sus jugadores, se convirtió en uno de esos verseros que les echa la tribuna encima a los jugadores. ¿La prueba? Sacar a Ganiza para dar paso a Blanco.

Lo que más me duele de este Millonarios es que no tiene ángel. Carece de referentes. Tampoco hay jugador capaz de echarse el equipo al hombro en momentos difíciles.

Imagino que algunos de ustedes me criticarán por no destacar nada bueno. Por «crucificar» a los jugadores.

Nada de eso. Nadie está crucificando a nadie. Pero la camiseta del más grande se respeta. Esto es Millonarios. Si quieren ir a derrochar porquerías y fútbol mediocre, que jueguen en otro lado. No pido un Real Madrid, solo un equipo con jugadores decentes, que se ganen con sudor el sueldo así pierdan el partido.

El hincha siempre va a estar. Yo no me voy a ningún lado. No siento «oso» -como dijo un imbécil por ahí-. Cada día me siento más orgulloso de mis colores. 

Sueño con el día en que alguno de los tipos que lleguen a Millonarios tenga la décima parte que nosotros sentimos. Pedirle eso a Álvarez o al Páez que dirigió el sábado, parece demasiado pedir.


¡Vamos Millos!


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