Llegamos a semifinales, ¡vamos Millos, carajo!

Fue un triunfo ‘a la Millonarios’. Tanto en los 92 minutos de juego como en los penales, el equipo echó mano del buen fútbol, apeló a las individualidades y pequeñas sociedades, hizo gala de amor propio y garra, se apoyó en el aliento de su hinchada y cabalgó sobre la buena estrella que ha marcado los campeonatos que ha disputado este año. 

Y que nadie se equivoque. Aunque Millonarios terminó jugando con diez hombres y por momentos se dejó confundir por el buen manejo que el rival le dio al balón, el azul fue un justísimo vencedor. 

El módulo táctico planteado por Páez le calló la boca a gran parte de la hinchada -me incluyo-, que creía que para tener la pelota lo que se necesitaba era un tercer volante de marca. Pues no. El técnico le apostó, sí a tener la pelota, pero a jugarla en ataque. Para eso alineó a Vásquez, que prácticamente hizo una línea de tres con Mayer y Mosquera, con Toloza y Moreno en punta, y respaldados en marca por Ganiza y Robayo, alimentados con la cada vez más potente salida de Ochoa por derecha. 

La apuesta funcionó. Vásquez, a quien a pesar de las críticas de varios de ustedes siempre he defendido, se dedicó a encarar la defensa rival. Le redujo a Mayer la necesidad de recorrer largas distancias para poner los balones, se asoció con el 10, y supo manejar el balón, al punto que tuvo con el segundo gol, un verdadero golazo, su justo premio.

Pudieron ser tres, incluso cuatro los goles en el primer tiempo. Al soberbio cabezazo de Cichero que abrió el marcador y a la anotación de Vásquez se sumaron dos oportunidades desperdiciadas por Toloza que, en otra circunstancia del goleador, habrían terminado en el fondo del arco. 

Pocos primeros tiempos tan buenos le recuerdo a este Millonarios (tal vez ante Tolima). Salvo dos atajadas espectaculares de Ramos, la zaga azul supo frenar los embates del Envigado y reducir a Neider Morantes.

Pero nada es perfecto. Millonarios siempre tiene que lucharla más. La historia cambió en el segundo tiempo. El rival aumentó revoluciones y los azules, tranquilos con el 2-0, bajaron por momentos la guardia.

Y en una de esas aproximaciones al arco de Ramos se dio la expulsión de Franco y la ramplona sanción de un penalti a favor de Envigado. Seamos claros: Pedrito le pegó a Andrés Orozco, así. Pero el defensa del Envigado le había pegado primero, también sin balón. Los dos debían irse expulsados. Si la agresión fue mutua, ¿por qué el árbitro Jorge Sierra solo castigó al defensa de Millonarios y aparte sancionó penal? Sin palabras…

Los jueces de línea, que con sus torpezas también frenaron jugadas claves de gol para Millonarios, no dijeron ni mú. El señor de oriental a duras penas atinó a levantar su banderita cuando Mayer le reclamó airadamente… en fin… 

Va a hacer falta Pedrito en el primer partido contra Junior. Franco es un verdadero jugador de Millonarios. Su personalidad, el amor a la camiseta, su entrega merecen todos los aplausos. Mal que se haya dejado provocar, pero eso no opaca su calidad.

Expulsado Franco, Páez comenzó a mover el banco. Muchos lo criticaron, yo la verdad no le doy tan duro. La salida de Moreno para permitir el ingreso de Mera a la posición de Franco fue algo obligado. Le siguió el cambio de Vásquez por Carpintero. Ahí el equipo se acortó y Robayo se lanzó más al frente. En momentos en que Millonarios buscaba poner a jugar a sus dos delanteros, quedó evidenciado el mal momento que pasa Toloza. De hecho, muchos pidieron su salida en lugar de la de Mosquera cuando Páez le dio ingreso a Jefferson Angulo. 

Yo ahí comparto la opinión de Páez. Por más que Toloza tenga el arco cerrado (se comió dos increíbles: no logró conectar de cabeza un magistral centro de Mayer en el primer tiempo; y pateó incómodo un balón que a dos minutos del final pudo haber evitado los penales), uno no puede andar echando al fuego a un tipo que ha anotado 25 goles en lo que va del año. Ojalá la sequía se acabe en las semifinales y, quiera Dios, también dos partidos más adelante. 

Los penales fueron otra historia. La atajada de Ramos a Morantes llenó al equipo y a la hinchada de confianza que, salvo con la ejecución de Carpintero, se tradujo en goles. 

El equipo tendrá que ajustar varias cosas para recibir al Junior el próximo domingo a partir de las 5:30 de la tarde en El Campín. Lo primero será articular una pareja de defensas rápida y efectiva. El lugar de Franco lo ocupará Mera, que ya se conoce con Cichero. La experiencia en los cierres y su capacidad para anticipar jugadas y marcar son sus fuertes, mientras que la lentitud de los dos es su principal debilidad. 

El otro punto es el de la conexión entre los volantes de armado y los delanteros. Moreno, Toloza y Carpintero están teniendo líos al momento de recibir el pase y tirar al arco. Ese y el de la definición son temas para analizar.

Por otra parte, en el banco, insisto por enésima vez, cuán maravilloso sería ver a Álvaro Barros. La titular, salvo la ausencia obligada de Pedrito, debe ser la misma ante Junior. ¿Qué opinan?

De resto, a mantener el rumbo. La química está ahí. Basta con ver a este Millonarios saltar a la cancha para darse cuenta de que es un grupo mentalizado. 

Los jugadores tienen claro el objetivo. Ya logramos la primera meta, que era igualar lo que se hizo el semestre pasado. Ahora el reto es superarlo. No va a ser fácil. Junior es, quizá, el más sólido de los cuatro semifinalistas. Pero para eso estamos. 

Y la hinchada estará ahí, incondicional como siempre, apoyando todo el tiempo, alentando a nuestros jugadores.

El panorama está despejado. El cielo, como este domingo, está azul. Y nos preparamos para iniciar el camino definitivo. Vamos a llegar primeros. ‘A la Millonarios’. A la grande, como solo nosotros sabemos. 

¡Vamos Millos!