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El entrenador de Nacional vive los días más difíciles en sus 11 meses de gestión. Suena paradójico porque su equipo está a dos puntos del líder. ¿Héroe o villano? La carrera de Juan Carlos Osorio se ha caracterizado por las contradicciones.

Cuando Juan Carlos Osorio llegó a Millonarios en septiembre de 2006, su nombre rompió el molde en un medio en el que los entrenadores seguían siendo los mismos de los últimos 20 años y en el que los métodos de trabajo contrarios a los de «la escuela paisa» o la de Gabriel Ochoa Uribe, eran mirados con desdén. Asumió sin conocer a sus jugadores, a los diez días de haber sido anunciada su contratación. No obstante, su nombre fue aceptado con agrado sobre todo porque el «sueño americano» que comenzó con dificultades terminó -como asistente técnico- en el Manchester City.

Su forma de trabajo llamaba la atención, al igual que sus modales y su cortesía. Explicarle a los que el campo de juego se dividía en 12 cuadrantes o zonas causaba sonrisa y admiración. Su presencia en el cuadro azul volvió a generar sentido de pertenencia e ilusión en la peor época institucional de su historia. De hecho, en el periodo de 2004 a 2011, dos de las tres clasificaciones a los cuadrangulares, fueron con Juan Carlos Osorio.

Sin embargo, sus aires innovadores -cómo colocar a Gerardo Bedoya cómo volante central- y el hecho de ser diferente en un medio rígido le pasaron factura. «Es un simple recreacionista», dijo ‘El Chiqui’ García y Osorio pegó el portazo. Por entonces, cayó parado: llegó a la MLS, donde dirigió al Colombus Crew y luego a New York Red Bulls. En Colombia pasaba algo paradójico: gozaba de un prestigio impropio para alguien que no había ganado NADA. Su licencia de director técnico tipo «A» de la UEFA y su posgrado en Ciencias del deporte de Liverpool valían más.

Por entonces, Osorio estaba más allá del bien y del mal y no necesitaba salir campeón para dejar un buen nombre en cada lugar que llegaba. Sonaba para la Selección Colombia cada vez que había cambio de técnico. Pero todo empezó a cambiar con su paso por el Once Caldas pese a haber salido campeón en 2010 y de haber llegado a los cuartos de final de la Libertadores 2011. Sus constantes cambios en la nómina, su tacticismo y sobre todo el haber dejado al equipo cuando se encaminaba a otro título fueron muy criticados en su momento.

Juan Carlos Osorio siempre ha mostrado dos caras: es cordial y distante. Es risaraldense de «pura cepa» y un lord inglés. Es humilde y soberbio. Es ganador y resultadista. Es colombiano y ciudadano del mundo. Llevo a Millonarios a Soñar y «arrugo» en los partidos decisivos de los cuadrangulares del 2006 y 2007. Ganó un título con el Once Caldas y se fue en pleno campeonato. Ha ganado dos títulos con Nacional (con un rendimiento del 56,4%) y es el entrenador más resistido por la hinchada de Nacional desde Reynaldo Merlo.

Osorio en Nacional es un matrimonio tan sui-generis cómo el que sería Bilardo en Barcelona. Llegó como salvador tras la mala actuación de la Copa Libertadores y su nombre si bien no produjo rechazo tampoco generó grandes expectativas. Tuvo el poder para traer jugadores a su medida, que lo conocen pero que poco tienen que ver con Nacional: ‘Neco’ Martínez, John Pajoy, Alexis Enríquez y Félix Micolta. El hecho de que lleva casi un año de trabajo y no ha repetido dos veces el mismo equipo y que haya puesto a Stefan Medina de lateral y Juan David Valencia de delantero son motivos para dudar de él
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«Esta forma de dirigir le puede dar réditos en Inglaterra pero acá no. La gente no va a volver al Estadio si sigue Osorio. Debe irse y que vengan Maturana y J.J. Peláez para que le devuelvan la identidad a Nacional«, dijo, tras la victoria el periodista de Múnera Eastman Radio, Camilo Sixto Baquero. El repudio a Osorio se escuchó tras ganarle a Millonarios y pensé que iba a pasar a la historia por ser uno de los pocos que habría renunciado ganando. Osorio está destinado a mostrar sus dos caras ¿Héroe o villano? Eso es lo de menos. Lo importante es que encuentre su lugar en el mundo.

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