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Nacional le apostó al premio mayor del segundo semestre del 2015 desde el principio. Cuando Juan Carlos Osorio partió a tierras paulistas, la dirigencia no titubeó ni improvisó y fue por Reinaldo Rueda, un hombre con todos los pergaminos para dirigir al equipo más grande del país.

El trabajo del grupo encabezado por Juan Carlos De La Cuesta no paró ahí y, como no se veía hace un tiempo, dio tres golpes de opinión con refuerzos de peso: Repatrió al que fuera el capitán del barco verdolaga durante tres años, trajo por tercera vez a la que se convirtió en su casa al mago que siempre fue campeón en esta institución y le cumplió un sueño reciente a la hinchada y al mismo jugador que en los últimos semestres se había coqueteado con Nacional. Alexánder Mejía, Macnelly Torres y Yimmi Chará se convirtieron en las grandes contrataciones del FPC para la Liga Águila II y llegaron a fortalecer la base del equipo.

La dirigencia de Nacional cumplió. La hinchada respondió con una cifra aproximada a los veinte mil abonados asegurándole a la institución una buena entrada económica y al equipo un apoyo infaltable. La responsabilidad quedaba entonces en manos del cuerpo técnico vallecaucano y la mejor plantilla del fútbol colombiano.

“El grupo ha sido muy receptivo a nuestro trabajo, a los conceptos que queremos aplicar”, fue una de las primeras impresiones del profe Rueda después de sus primeros entrenamientos. El grupo traía una memoria operativa y táctica de tres años de trabajo, pero se acopló a la idea que quiso implantar el nuevo cuerpo técnico y eso se empezó ver en los primeros juegos del campeonato. Los resultados comenzaban a llegar.

“Hemos conseguido una mixtura entre el trabajo que dejó el profesor Juan Carlos (Osorio) y el estilo que queremos”, decía Reinaldo después de varias semanas al mando del Verde. El plantel trabajó siempre con la mejor disposición y el grupo principal que armó el técnico se fortalecía con el pasar de los entrenamientos. A los resultados se les sumó el buen juego que mostraba el colectivo.

“Nos aceptaron, adoptaron una nueva metodología, se comprometieron, respondieron y lo demostraron en la cancha”, contaba Rueda sobre su grupo de jugadores los días previos a la final. Era evidente la afinidad de la plantilla con el cuerpo técnico y su forma de ver y entender el fútbol. Resultados, buen juego y jerarquía fueron las características de Nacional en la segunda mitad de la Liga.

Atrás quedaron los dieciocho rivales del todos contra todos. Atrás quedaron Cali, Medellín y el primer partido con Junior; el día definitivo había llegado para el verde y su hinchada lo recibió a la altura de su grandeza, el equipo se contagió de ese fervor y en tan solo treinta segundos igualó la serie; aunque el destino quiso que todo se decidiera a través de los penales. Allí Franco Armani fue inmenso de nuevo e incrementó su leyenda, le atajó el penal a Gustavo Cuéllar y el estadio explotó. Nacional dio su vuelta olímpica número 23, la 15 de la Liga Colombiana.

Cabalgó el torneo. Le pasó por encima a algunos rivales, tuvo que ser paciente e inteligente con otros y supo reponerse ante otros más. 17 partidos ganados, 4 empatados y 5 perdidos. 40 goles a favor y solo 11 en contra. 55 puntos. El Atanasio Girardot su fortín. Jéfferson Duque su goleador. Su hinchada la que más llenó. Creo que no quedan dudas de que Nacional fue justo campeón.

Ganó el que mejor se reforzó, el que mejor jugó, el que mejor se defendió, el que mejor atacó. Ganó el que mejor pateó los penales. Ganó el mejor equipo del rentado, el que se convirtió en el más veces campeón. Ganó Atlético Nacional.

 

Gracias por leer y vuelvan pronto.

@andresviveros07

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