La celebración del cumpleaños 80 de mi papá coincidió con el fin de semana del clásico así que sin pensarlo mucho, porque no había necesidad la verdad, decidí viajar a Cali y estar con el viejo, primero y segundo con el equipo que él me mostró y enseñó a amar: el Deportivo Cali.
Este año hemos jugado tantas veces contra el América que el partido, a pesar de las burlas y cargas por parte y parte, ha perdido algo de sabor aunque, hay que decirlo, no hubo un clásico con tanto morbo en todo el año. Por un lado los rojos luchando por salir de la zona del descenso mientras tratan de ponerle orden a la “A” y por el otro nosotros, con un fútbol plano, lleno de inquietudes y vacíos así como de resultados y, de fondo, en medio de nuestro proceso electoral que, dicho sea de paso, ha sido emotivo, por no decir otra cosa.
Es una pena que los asociados no hayan asistido en masa a la primera citación del pasado 21 de octubre. No hubo quórum por un poco menos de 130 personas. Una pena, insisto, porque eso habla, y no de la mejor manera, del verdadero interés de parte de los socios del club, situación que debe replantearse a futuro para que en el club, el Deportivo Cali, tengamos asociados de fútbol que vivan con intensidad, como cualquier hincha, todo lo que sucede en la institución y no debamos «rogarles» para que vayan a votar por el futuro de lo que es suyo (y nuestro).
Coincidencialmente, o tal vez sea esa la sensación que a uno le queda después de ver el partido, los jugadores se “contagiaron” de esa apatía y nos dieron a los poco más de 13.000 que estábamos en nuestro estadio, un espectáculo triste, frío y que dista, es indigno, de un Cali que lo tiene todo. Empate a cero en el gramado, cero en todo, en todo.
Siempre es bueno encontrarse con los amigos, con la familia de los domingos, la verdiblanca. Agradezco los gestos amables de aquellos que solo ves en la cancha y de aquellos a quienes el Cali me permitió conocer. Otros no tuvieron esa misma amabilidad, pero es la coyuntura electoral, lo sé, no podemos estar de acuerdo en todo.
Este sábado, a pesar de toda la buena vibra en la grada, el clásico no se prestó para ser lo que debe ser: una fiesta. En cancha no hubo nada diferente a lo del semestre. Seguimos entre imprecisiones, falta de ganas, de orden y, esta vez, un árbitro que no supo cómo dejar jugar. Vivimos un clásico muy triste, es como dijo Mancho, “parece que al Cali se le hubieran llevado la sangre”. Tiene razón. ¿Dónde se les quedaría el gusto por ganarle al rival de patio? ¿Dónde dejaron las ganas de agradar a la tribuna, de darnos alegría?
Nos quedan tres partidos por Liga Águila, nueve puntos de los cuales no podemos ceder ninguno. La clasificación está complicada y aunque la matemática da, dependemos de los muchachos, de su voluntad. Ojalá, de corazón, lo logremos.
Adicionalmente, hay un “partido” extra y es la nueva citación para elecciones que tienen los asociados el próximo 04 de noviembre en donde se escogerá un nuevo comité ejecutivo que estará al frente del verdiblanco por los próximos cuatro años.
Señor(a) Asociado, por favor, vaya, mostrá interés y responsabilidad con la comunidad verdiblanca. Andá y votá por quienes mejor te parezcan de forma libre, transparente e inteligente. Nuestro futuro está en sus manos como lo está lo logrado por este Comité ejecutivo en estos últimos años en donde, sí, la deuda deportiva es grande, pero tenemos, creo yo, con que pagarla en el período que viene, solo se requiere, como los muchachos, voluntad.
Vamos Cali, siempre con vos y para vos.
Nos vemos, ojalá pronto, en el estadio y nos leemos por acá.
interesante
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Que tristeza no,saber que es cierto un equipo sin ganas o bueno al menos creo que ganas pero de ir a cobrar; nada de vergüenza deportiva, mejor dicho ganas de nada
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