La fe mueve montañas, así nos lo enseñaron y así lo hemos vivido. Muchas veces las situaciones se complican, en el caso del Deportivo Cali casi que por gusto propio, y debemos acogernos a designios divinos en donde todo se vale con tal de tener el favor de Dios en beneficio de nuestros intereses y, en este caso, para salvar un semestre en el que las cosas ni se hicieron bien, ni han salido bien…hasta ahora.
En este momento somos novenos, a falta de una fecha por jugarse, con 29 puntos en la tabla (18 de 30 en Palmaseca) y necesitados, como nunca, de una victoria el domingo. Ojalá sólo dependiera de ganarle al Huila (puesto 18 con 16 puntos) en Armenia y ya, pero no, nos toca mover las camándulas, invocar espíritus, hacer las cábalas, sacudir la sal, espantar a los morroco y conservar, tener y atraer buena energía. Ya no depende, tristemente, del Deportivo Cali, dependemos de Pasto y Santa Fe; de lo que puedan hacer Águilas y Millonarios. Dependemos de resultados que no controlamos, es una cuestión de fe.
No deberíamos estar así, es claro, pero lo que nos hizo campeones hace unos meses hoy no se ve. Atrás quedo la verticalidad, el fútbol simple, práctico y contundente de los dirigidos por Pecoso Castro para quedarnos en uno lleno de dudas, vacíos de marca y ausencia de sorpresa. En Deportivo Cali no hemos encontrado nuestro fútbol. La dolorosa derrota ante el Once Caldas nos dejó con esta realidad que esperemos haya servido de lección contundente para el domingo y lo que viene de ahí en adelante, o bien las finales de nuestro FPC, la Súper Liga o ya el 2016 con el compromiso de Copa Libertadores.
Deportivo Cali debe, si o si, salir a ganar sus partidos, no simplemente a jugarlos. Debemos ir con todo, por todo y contra todos, como equipo grande, como equipo glorioso. Aprovechar el ímpetu de la juventud que nos enriquece y atrevernos a más. Talento hay en los jugadores, ganas de triunfos y de celebrar en la hinchada.
Debemos, en el año lo he pensado y compartido un par de veces, creer más en lo nuestro. Apoyar sin alcahuetear al que sabemos puede (y debe dar más) mientras que decididamente vamos erradicando del club aquello que no suma, que no brinda garantías y, duro decirlo así, que no sirve para nada.
Necesitamos compromiso y entrega por parte nuestra a todo nivel. Directivos que evalúen a consciencia el presente de los jugadores y contraten con pulso e inteligencia (así como velocidad) los refuerzos que nos permitan encarar un 2016 con tranquilidad.
Requerimos que los jugadores referentes, los veteranos, sean verdaderos lideres en la cancha y hagan que los canteranos (juveniles con experiencia) lleguen a su máximo nivel en cada partido sin importar el rival, la cancha o la hinchada.
Que el profe Fernando Castro, alma de Dios bendita por siempre, no se equivoque y siga «con la suya» siempre. Sabemos que funciona, es cuestión de perfeccionarla, no de cambiarla.
Y nosotros, como hinchada, acompañar al equipo en todas, como debe ser, las buenas pero sobretodo en las malas (en las buenas, sabemos, está cualquiera).
El equipo necesita que lo rodee un ambiente amable, de buena energía, de mucha fe y sobretodo, sincero sin otro interés que no sea el salir campeón una y otra vez.
Necesitamos un milagro, quizá, pero lo que si necesitamos, como primer paso, es ganar el domingo como sea en Armenia. Lograr los puntos necesarios y abrazarnos a esperar por aquello que debimos asegurar.
Estoy, como hace más de 35 años, aquí, al lado del Deportivo Cali, de mi amado verde y blanco con toda la fe en que las cosas saldrán como deben salir para bien de todos.
Nos leemos por acá y, ojalá así sea, nos vemos en Palmaseca para las finales.
Es cuestión de fe.
La fe es lo único que salvará a nuestra selección.
Califica: