Por Azzurro
Septiembre 1 de 2014
El mundo esta lleno de contrastes que le dan riqueza a la vida, nos hacen reflexionar, reaccionar y entender dónde vivimos. Algunos contrastes son dolorosos. No los entendemos. Nos agreden, nos obligan a replantear nuestros asuntos. Ayer en la noche, los hinchas de Millos vivimos uno de esos contrastes.
Una vez terminó el clásico que perdimos 0-1 (pudo ser MUCHO peor), las caras largas de los hinchas azules invadían las gradas. En Twitter no paraban los lamentos. Todos parecíamos clamar para que esta pesadilla termine.
A los pocos minutos, Juan Manuel Lillo apareció para su habitual rueda de prensa. Su equipo lleva más de 10 partidos seguidos sin ganar. Fue eliminado en la primera ronda de dos de los tres torneos programados para este semestre. Las directivas despidieron a su escudero, Protolés. Todo mal.
Se especulaban que Lillo iría a esta rueda de prensa a renunciar. Pero no. El español volvió a recurrir a sus chistes y enredos para explicar la situación. Volvió a decir que a Millos solo le faltaba definir, pues generaba infinitas situaciones de gol. Pero algo me marcó por el contraste que acababa de ver en las tribunas: su sonrisa.
Lillo recurrió, a la sonrisa, al chiste y a la gracia para explicar la situación de Millonarios. Mientras los hinchas seguían en las gradas, a las 10 p.m. de un domingo, con las caras más largas que una jirafa, el DT azul sonreía y restaba importancia a la situación. ¡Enorme contraste! Pero, ¿por qué?
Juan Manuel Lillo no tiene NADA que perder. Fue invitado -¿por quién?- a una aventura Quijotesca en tierras colombianas. No tiene planes de quedarse en Colombia. No le preocupa cuidar su nombre en este país. Logró llegar a una semifinal en el primer semestre de 2014, y con eso le basta. Renunciar le significaría renunciar a una enorme indemnización. Con lo que le paga Millonarios cuadra caja. Tiene unos jefes que están más perdidos que el avión de Malaysia Airlines. ¿Ud. renunciaría? Solo si ud. es medianamente decente, y este señor no parece serlo…
El fútbol es de contrastes. Da revanchas enormes. Un equipo puede pasar del infierno al cielo en cuestión de días. Todos quisiéramos que esto fuera solo un lapsus. Que el nivel paupérrimo de TODOS los jugadores se revirtiera y que el señor Lillo tuviera un poco de decencia. Sin embargo, compañeros, todo parece indicar que lo más sano es que hagamos fuerza para que este torneo termine rápido así como para que el contrato de Lillo se agote, tal como ya se agotó nuestra paciencia.
En Twitter: @azzurromillos
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