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Febrero 6 de 2014

 

Por Azzuro

 

Durante años el sueño de los hinchas de Millonarios fue que el equipo
pudiera ser una sociedad anónima, una S.A. Esta denominación le daba al equipo
ventajas para su manejo como empresa y le permitiría llegar a una situación
económica solida, si era bien administrado. También significaba sacudirse años
de fracasos, malos manejos y la trágica presencia del Estado en la administración
del equipo azul.

 

Hace poco, el sueño se cumplió. Con la constitución de Azul y Blanco
S.A., Millonarios se convirtió en una sociedad anónima. Los títulos, las
finales y la promesa de un proyecto a largo plazo llegaron. Llegó Gaitán, llegó
Torres… Todo parecía tener sentido. Otra vez Millonarios estaba subiendo a su
lugar históricamente merecido.

 

Sin embargo, de la nada, en diciembre el barco dio un timonazo lleno de
triquiñuelas, oscuridad y penumbra. El equipo empezó a tomar decisiones que
nadie entendió (sale Torres, sale Gaitán, llegan unos españoles que nadie
conoce, se invierten los fondos de la venta de Franco de una forma dudosa, se
le paga a un fondo de inversiones de Interbolsa, llegan unos jugadores en
franco declive, se quedan jugadores que todos sabemos se deben ir…), pero no ha
sido claro quién toma esas decisiones y con qué intereses. Nadie da la cara.
Los socios, o sus mandaderos, salen a los medios de comunicación a dar sus
versiones personales o anónimas. Y es así como pasamos de la sociedad anónima
soñada, a la pesadilla de la sociedad ANÓNIMA. Nadie da la cara en Millonarios.
Nadie responde por lo que se decide o se deja de decidir.

 

En enero se nombró a un señor Saldarriaga como presidente, de un día
para otro. Poco habló, poco dijo este señor. Yo no le conocí la voz. Y 35 días
después de su nombramiento, decide renunciar alegando razones absurdas para un
ejecutivo de ese nivel. A las carreras la junta directiva azul se reúne y anuncia
la conformación de un «Comité de Transición», quién sabe para qué… Es lo mismo
que cuando el gobierno se ve en problemas y decide conformar «mesas de trabajo»
para dar la impresión de que está haciendo algo, pero realmente no está
haciendo nada. Preocupante.

 

Escribo esto lejos de la cancha. En una hora Millos juega con Chicó, y
ojalá ganemos. El domingo será contra Nacional, y también estaremos en El
Campín haciendo fuerza. Pero la preocupación real es que Millonarios está
acéfalo. No tiene cabeza. No tiene responsable. No hay quién rinda cuentas. No
hay nadie que diga cuál es el camino. Esto es grave para una organización que
está cambiando, de la mano de Lillo, su modelo deportivo, su proyecto
futbolístico.

 

De peores hemos salido, pero duele que una vez más un montón de
extraños, de personas con intereses propios y no colectivos, parecen estar
manoseando la institución que tanto queremos. De nuevo sombras, caretas y voces
sin rostro gobiernan en Millonarios y el que paga, también de nuevo, es el
hincha, el que sí da la cara y acompaña al equipo semana a semana.

 

En Twitter: @Azzurromillos

  

Azzurro

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