Parece difícil creerlo. Resulta complicado entender que el equipo de nuestros amores, el que nos enloquece, el que nos lleva del cielo al infierno en cuestión de segundos y ese que nos ha permitido llenarnos de gloria seis veces, las mejores seis veces de nuestras vidas, esté cumpliendo años hoy, 103 años para el equipo que representa a la ciudad, el Deportivo Independiente Medellín.
Al que le hemos entregado más fines de semana que a cualquier persona en el mundo, al que le damos nuestro corazón partido tras partido, aunque a veces lo destruya. Al que nos saca una lágrima de felicidad y muchas de tristeza, de antaño, de decepción, pero sobre todo de felicidad. Entre las montañas del Valle de Aburrá nació el Deportivo Independiente Medellín, el equipo del pueblo.
Son muchísimos los jugadores, directivos y patrocinadores que han pasado por el equipo, nombres como ‘El charro’ Moreno, Corbatta, ‘Caimán’ Sánchez y muchos más solo son un adorno del gran factor diferenciador que tiene el equipo más antiguo de Colombia, SU HINCHADA. Una hinchada incondicional, sufrida, que ve jugar mal a su equipo y aún así lo apoya hasta que, por ahí, consiga una estrella que llenará de júbilo a sus intrépidos aficionados y colmará de gloria a toda una multitud que lo alienta.
El Medellín es parte fundamental de la vida del paisa, es patrimonio histórico para la ciudad, patrimonio intelectual para el escritor y estilo de vida para el hincha. Se ve la diferencia; el aguante, el respeto, la perseverancia y la pujanza hacen de los hinchas de ‘el poderoso’ una hinchada diferente, un reto, casi una profecía difícil de cumplir. Ser hincha del Medellín es vivir en una montaña rusa, que a veces es más aburrida que la del Parque Norte, pero que también puede llevarnos al éxtasis como las mejores montañas rusas del mundo.
Ojalá esta tradición inherente continúe, no se apague nunca y sepamos transmitir este amor de generación en generación, porque algo tan grande e inmarcesible como el Medellín nunca debe desaparecer, porque en su mismísima forma de existir nunca se podría considerar esa opción: Nacimos con el DIM y nos morimos con el DIM. Ley de vida.
Aquí hoy y siempre, Medellín, listo para vestir tu casaca roja, que es mi corazón.
Sergio Andrés Ruiz López.
TWITTER: @SERGIORUIZL
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