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A 9 meses de Brasil 2014 la actualidad de Messi no deja de ser preocupante. Su deseo de jugar siempre y las ambiciones comerciales pueden atentar contra su máximo anhelo: ganar el Mundial.

Con el título de la Supercopa de España, Lionel Messi, igualó con 22 títulos al legendario Alfredo Di Stéfano. A sus 26 años, está a un solo título de ser el argentino más ganador de la historia. Sin embargo, la imagen final del partido contra el Atlético de Madrid mostró a un Messi ganador sino a uno amargado y furioso consigo mismo. Está lejos de su mejor versión tanto física, cómo futbolísticamente. La pesadilla que comenzó el 2 de abril en aquel partido de ida contra el PSG por los Cuartos de Final, amenaza con ensombrecer el talento del que es -por lejos- el mejor jugador de los últimos 20 años.

No es una genialidad decir que Messi no está bien. No es una genialidad decir que desde la lesión muscular en el Parque de los Príncipes ha cometido error tras error. Sin embargo, los deseos del propio jugador por no perderse ningún partido y los intereses económicos y futbolísticos que genera ser el mejor del mundo, han atentado contra la salud de un genio que nos ha demostrado que no sólo es una máquina de generar felicidad sino que es una máquina de hacer dinero.

Desde abril, los previlegiados de ser contemporáneos ante uno de los mejores jugadores de la historia hemos asistido a una grotesca puesta en escena en la que Messi, cada dos por tres, se vuelve a resentir de la misma lesión y en un par de días recibe el alta médica de un club que durante 5 años no ideó un plan «B» para jugar sin él. Fue lamentable ver en la semifinal de vuelta de la Champions a campeones mundiales y de Europa cómo Xavi, Iniesta, Cesc y Piqué totalmente derrotados moralmente ante la ausencia de su líder, sin la rebeldía de Garrincha y Amarildo en el 62, cuando les tocó jugar casi todo un torneo sin Pelé.

Cuando todos pensábamos que terminada la temporada, Messi iba a descansar vinieron los múltiples partidos que le han impedido recuperarse, en otras palabras, pensar en él. Tuvo que jugar en Guatemala, porque sin él la AFA hubiera dejado de cobrar 2 millones de dólares (en 2006 a la Argentina le pagaban por partido amistoso 300.000 euros y ahora cobra 1,500.000 dólares, todo por Messi), jugó varios partidos «Messi y sus amigos» con la excusa de la solidaridad para terminar haciéndose daño e hizo una pretemporada en Noruega, Polonia y Tailandia en la que todos ganaron menos él. Tan sólo descansó una semana.

El mejor jugador del mundo comenzó la temporada jugando dos partidos completos de los últimos 20. La situación es tan grave que tanto Argentina cómo el Barcelona han empezado a pensar en un Plan B, en caso de que Messi falte en momentos decisivos. Por eso el Barcelona compró a Neymar. Es el momento ideal para que Messi descanse de verdad, haga su pretemporada y proyecte darlo mejor de sí en Mayo y Junio. Si es consciente que para ser inmortal cómo Maradona y Pelé le hace falta ganar un mundial, debería tomar actitudes acordes a esos deseos.

Así cómo ya no es aquel jugador que complementario que jugaba por la punta derecha y fracasaba con la Selección Argentina sino es un monstruo que se mueve en todo el frente de ataque marcando más de un gol por partido con las dos camisetas que más ama, Messi debería darse cuenta que ya no es aquel niño chiquito que no le hablaba a Guardiola porque lo había sacado el día anterior. Es un líder, el capitán de la Selección y por más que le guste jugar siempre y no perderse nada, ser un ganador es también parar a tiempo y no atentar contra sí mismo.

La única asignatura pendiente de Messi es brillar en un mundial. Toda nuestra generación está a la expectativa de vivir un mes fantástico cómo el que vivieron los contemporáneos de Maradona en 1986. Nunca antes una Copa del Mundo espera con ansiedad a un jugador cómo Brasil 2014 espera a Messi. Sin embargo, un mundial sin Messi sería diez mil veces más triste que lo que fue Chile 62 sin Di Stéfano, Francia 98 sin Romario y Japón-Corea 2002 sin Zidane completamente sano.

La posibilidad de que Messi no juegue en Brasil 2014 existe básicamente porque a al 10 del Barcelona le está pasando factura su éxito. Si todo lo que toca es oro, todos lo exprimen porque su talento nos pertenece. También le pasa factura su ambición de quererlo jugar y ganar todo. Sin embargo todos deberíamos saber que es un simple ser humano aunque cuando juega al fútbol parezca de otro planeta. Pero el primero que lo debe entender es él. Pensando en si mismo también se hace feliz a los demás.

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