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“La actitud es diferente en las oficinas, en la junta, en la calle, en Cascajal, en la cancha, en el palco, en la cabina, en la tribuna y hasta en el corazón.” Frase atribuída a mi amigo y colega Mauricio Bermúdez

Mucho tiempo tuvo que pasar para que el Pascual Guerrero viviera un partido más colmado por la ansiedad  expectativa que por la tensión y el escepticismo; claro, 35 días sin ver al América, y la expectativa generada por el equipo de Hernán Torres, con 14 caras nuevas, y con una nueva Junta Directiva en propiedad, generan ese tipo de nerviosismo, máxime, cuando la hinchada lleva 5 años recibiendo bofetadas y caratazos a sus ilusiones de volver a Primera.

El rival, el vecino asomado en la comarca con mil nombres distintos, el mismo que hemos conocido como Atlético, Dépor de Aguablanca, Dépor Jamundí, Pacífico FC, y etcétera, pero que cada vez que ve la camiseta Roja frente a sus ojos, complica, y demasiado. El tiempo mismo nos ha enseñado que éstos rivales, los que no tienen nada que perder porque igual seguirán siendo inquilinos estáticos de la categoría, son los que mayores sorpresas pueden dar. Puede que no se jueguen el ascenso en esta clase de partidos, pero vaya si le pueden dañar el caminado a algún cuadro que quiera pelear por ello.

Y el América de Hernán Torres Oliveros salió a la cancha, en los primeros minutos fue avasallante, tal vez carente de cierto toque de explosión, pero le pasó enteramente por encima, tanto así, que hizo figura al portero del Atlético, Carlos Chávez –Sí, el mismo del último penal cobrado en aquella noche de porquería de 17 de diciembre de 2011, el mismo penal que nos mandó directo y sin escalas al infierno del Descenso-.

Después, se notó el orden, el trabajo de estas semanas de ausencia competitiva, el papel de jugadores nuevos como Efraín Cortés, Jhonny Vasquez y Jarol Martínez hizo que el hincha Americano sintiera de nuevo cierta tranquilidad con su línea defensiva, algo que no estaba en el ambiente cuando se escuchaban  los nombres de Dairín, Ramón, Subero o Tardelis.

El partido se remató con contundencia, la que se pedía en el arranque. Peñaranda tuvo que aguantar dos años para volver a jugar al fútbol, y lo hizo como si más de 700 días no le hubieran pesado. Brayan Angulo fue desequilibrante, propuso, encaró, amagó, y empacó el primer Gol. El Rojo, lejos de bajar el pie del acelerador, siguió a la carga; Fuentes, el flamante nuevo arquero Escarlata, respondió con hidalguía al único tiro que recibió su portería, mientras que en el contragolpe, con la pelota al piso, y con transiciones rápidas y ordenadas, el equipo se afincaba más como el amo y señor del duelo. Y en la última jugada, apareció el Goleador, el de siempre, el que prefirió quedarse por la Gloria, antes que irse por el dinero y el cartel. Ernesto Antonio Farías desenfundó un tremendo derechazo para vencer a Chávez, y dar por terminada la contienda. El equipo tranquilo, la confianza de nuevo en fragor y la afición contenta, el sueño de un lunes a la noche por fin volvería a ser reparador.

Se respira aire fresco, de confianza, de compromiso, y aunque es la primera salida en éste semestre, anoche se notaron cambios sustanciales respecto a lo que veníamos observando. Sólo queda confiar y creer, mientras el equipo trabaja por mantenerse y mejorar, sólo queda respirar todos juntos el mismo aire, y que la gran exhalación de desahogo se dé en diciembre, con el regreso a la Primera Categoría del Fútbol Colombiano.

Cualquier sugerencia, queja, o lo que quieran manifestarme, pueden hacerla a través de mi cuenta de Twitter @ElTurcoPuertas, un abrazo a todos, y nos leemos en una próxima oportunidad en este “Rincón del Turco”, que estén muy bien.

 

 

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