La llegada de Juan Fernando Mejía y Marco Caicedo como miembros nuevos al comité ejecutivo del Deportivo Cali trajo consigo una serie de cambios en lo administrativo y en el manejo del equipo que no ha sido bien recibido por el grueso de la hinchada y no solo ellos, varios asociados están inconformes con la gestión que viene realizando este comité, integrado además por Henry Cuartas, Luis Fernando Ángel y Alvaro Martínez.
La falta de conformidad, en algunos casos enojo, parte, en su mayoría (y esto de lo que se evidencia en redes, no porque lo diga yo o me parezca) por el hecho que las promesas hechas en campaña (que no debería ser, apenas van seis meses) no se han materializado aún y que los términos desobligantes, incluso vituperiosos y hasta oprobiosos para con la hinchada que han usado por varios medios tampoco han caído bien.
Urge, por amor a Dios, algo que se llama una “victoria temprana” y es lograr un logro significativo que ayude a alcanzar la meta final. Por ejemplo, la llegada de Macnelly Torres, fue espectacular. Primero, nadie en la prensa se enteró, pudieron traerlo sin ruido y presentarlo desde el canal oficial, como se debe. Segundo, es un gran refuerzo, un lanzador tan necesario para un equipo que tiende a refugiarse muy atrás y atacar vertiginosamente, sin pausa, un lujo lleno de “magia” y jerarquía que, ojalá, hará del fútbol del Deportivo Cali algo más vistoso y menos discutido.
Esa fue una “victoria temprana”, porque la hinchada se alegró, los asociados recordaron positivamente lo ofrecido y los cizañeros de siempre quedaron viendo un chispero.
El sabor duró poco. Las declaraciones de unos y otros empezaron a revelar cositas que no debieron salir a la luz. No entiendo si es afán de protagonismo, de ponerle firma a todo lo que se hace o simplemente fallas de comunicaciones al no tener una estrategia para hablar y mucho menos un protocolo. Hombre, primero el Cali, la Asociación Deportivo Cali, así, sin otro nombre y mucho menos apellidos, con orgullo y alta dignidad, sí, pero sin ego.
Tras la caída del “embrujo” de Macnelly se vino la de Troya. La salida de Lucumí con la sugerencia de que el canterano se fue mas porque le tocaba que porque quería, aunque para él es una oportunidad maravillosa y para el Cali un gran negocio y una gran vitrina, la sensación que quedó, otra vez por falla en comunicaciones, fue otra. Igual gracias y buen viaje pana.
Mientras tanto el equipo seguía de pretemporada. Muchos empates, un par de derrotas y dos victorias, bueno, tres porque una fue por escritorio. Ajá, el Deportivo Cali, haciendo cumplir el reglamento y con el delegado haciendo muy bien su trabajo, reclamó por la mala inscripción de un jugador y el partido fue declarado a favor nuestro. Es un amistoso, seguro podríamos no reclamar, pero la ley se hizo para cumplirla y respetarla sin mirar condiciones o personas, sino que lo digan los llamados a descargos por andar trinando cosas que no debían, descargos a los que deberían ir todos los que maltraten al club o sus empleados y para quienes las sanciones deben ser ejemplares, es nuestro manual de convivencia, nuestra ley.
Hacer cumplir la ley, pilar del Deportivo Cali en el legado de transparencia y decencia que nos dejó don Alex. Bien por el delegado, muy bien. Pero, sí, tristemente, hay un “pero”, la oficina de comunicaciones decidió emitir un comunicado en donde omitió el detalle del reclamo y el organizador, en su derecho, lo desmintió. ¿Qué necesidad había de omitirlo? ¿Fue el “qué dirán”? Ya se hizo, ya qué, salimos campeones con el equipo suplente, sin problema.
Al Cali lo amamos, no me cabe en la cabeza un hincha que no sienta amor por el club, asociados sí porque varios son hinchas de otros equipos y no les importa nada más allá de que les respeten el turno para el squash y que el turco esté bien.
Amar al Cali es cuidarlo, alentarlo a crecer y acompañarlo. Amar al Cali es abrazar a la familia verdiblanca, tratarla con educación y respeto, no atentar contra ella de manera despectiva, recriminatoria, perseguirla y mucho menos hacerle invitaciones a que se quede callada.
Eso sí, el respeto no se exige, se gana y lo bueno no necesita defensa, no, porque los resultados, insisto, hablan por sí mismos. Los hinchas y asociados en desacuerdo con el comité no son enemigos, son hinchas y asociados que tienen un pensamiento diferente, es todo.
El Deportivo Cali, el amor por el verdiblanco, no conoce de apellidos, de egos y mucho menos es soberbio, no, al contrario, amar al Deportivo Cali te ilumina la vida, así se sufra, se llore y sea a veces emputante, amar al Cali lo es todo. ¿O no?
Ahora vamos por la Copa Suramericana el miércoles 18 de julio ante Bolívar en el Estadio Deportivo Cali, un momento para decir: ¡Presente! Y a propósito de Bolívar, me acordé de esto que dijo el libertador, don Simón: “El arte de vencer se aprende en las derrotas”, procuremos aprender rápido, corregir con velocidad y de tajo, para así tener cada vez menos de ellas, porque, salvo que esté errado, desde el comité hasta el último hincha del verdiblanco, pasando por la cantera y la profesional con su cuerpo técnico estamos es para vencer, no solo por estar.
Únanse, unámonos seamos uno, junto al Cali por siempre, poniendo al Cali primero.
¡Vamos Cali!
Nos vemos en el estadio, nos leemos por acá.
*Foto: Futbolred.com
no lo comparto siempre hay críticos y para eso sus defensas
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Todo necesita defensa
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interesante …
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sera?
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