Desde que los servicios médicos del Barcelona anunciaron la fractura del radio del brazo de Leo Messi y su inesperada ausencia en el partido contra el Real Madrid, mucha tinta corrió en los diarios del mundo, tratando de imaginar cómo sería este juego sin la presencia del argentino y de Cristiano, sobre quienes se centraron los reflectores durante los últimos 10 años en este clásico del fútbol español.
Era como si “Leo y Cris”, como los llaman sus compañeros, se hubieran puesto de acuerdo para recordarnos que en este mundo que avanza, gracias a la tecnología, a velocidades increíbles, llegará el día en el que no pisarán más los campos de fútbol y volveremos a tener equipos planos, sin extraterrestres, y que toda esa magia que regalaron por montones a lo largo y ancho del planeta desaparecerá. El fútbol volverá a ser como en el pasado… sin ellos.
Barcelona parecía más tranquilo, ya que la ausencia de Leo parecía solucionarse en parte con un espléndido juego de conjunto, gracias a Arthur, el brasileño al que algunos quieren endilgarle la responsabilidad de jugar como el inigualable Xavi. Pero las cosas en el Madrid vienen mal de tiempo atrás. Con la salida de Cristiano al Juventus y la bochornosa llegada de Lopetegui al banco del equipo blanco, que significó entre otras cosas la desastrosa presentación de España en el último mundial, el cuadro Madridista extravió su estilo de juego, se quedó sin referentes y arrastra el pesado fardo de las malas actuaciones. El Madrid es hoy un equipo lleno de nerviosismo, sin una identidad de juego y el entorno de este equipo vive pendiente de rumores que hablan de un técnico contra las cuerdas, que camina de manera irremediable hacia la salida por la puerta trasera del club.
Finalmente hoy, cuando el balón rodó en el camp Nou, los seguidores culés pudieron constatar que si bien siempre será mejor tener a Leo en la cancha, su ausencia temporal se puede suplir con la puesta en escena de un estilo de juego trabajado, conocido e interiorizado por todos los jugadores de la plantilla blaugrana. Por su parte, los seguidores del Madrid también pudieron evidenciar que el fantasma de Cristiano es cada vez más grande y que su ausencia, lejos de quedar atrás, pesa quizás como la peor decisión de Florentino Pérez desde que regenta al club merengue.
De nada valió que Lopetegui, el flamante responsable del Madrid pusiera en cancha a lo mejor de su vestuario. Curtois, Varane, Ramos, Modrid, Kroos, Marcelo, Bale, Casemiro, Benzamá, Nacho e Isco, saltaron al terreno de juego para demostrar que son un colectivo fuerte, capaz de superar la ausencia definitiva de “Cris” y de sus goles. Pero a los pocos minutos de juego todo el planeta pudo constatar que ni ellos mismos creen haber superado el duelo que significa la ausencia de Ronaldo. El Barcelona antes del minuto 15 ya ganaba con un gol de Coutinho, que cerró una seguidilla de pases, característica del juego catalán.
Después llegaría el segundo, por un penal convertido por Lucho Suárez, que de esta forma iniciaba el triplete de anotaciones con el que castigó a Curtois.
Para la segunda parte el Madrid pareció despertar del letargo, descontó por Marcelo y puso contra las cuerdas a un Barcelona que no atinaba a contrarrestar ese envión de los blancos. Tanto así, que tuvieron el empate a dos en un remate de Modric que rebeldemente pegó en el palo. Fueron minutos tan desconcertantes, como sacados de otro partido, que permitieron al apesadumbrado Lopetegui creer que tendría una jornada de ensueño y por qué no, darle vuelta al juego.
Pero el Barcelona no estaba para bromas: se repuso de la pájara que lo atacó por algo más de 15 minutos y nuevamente retomó el hilo del juego para anotar tres goles más, (dos de Suárez y uno de Arturo Vidal) que dieron cifra definitivas al marcador.
Después del partido los dos equipos y sus seguidores se fueron para sus casas con sensaciones y conclusiones claras, pero muy diferentes. Los azulgrana pudieron constatar que tiene un equipo sólido, un técnico que conoce a su grupo y una idea de juego que casi siempre entrega buenos dividendos. La ausencia temporal de Messi se puede sobrellevar sin mayores sobresaltos. No ocurre lo mismo con el otro bando: el Madrid dejó la sensación de ser un proyecto, no en construcción, sino más bien en destrucción, a la deriva. Lopetegui está a las puertas de ser despedido del club, de manera fulminante, así como lo fue a pocos días del debut de la selección española en el Mundial, cuando se conoció la noticia de haber convenido con Florentino Pérez su paso a la dirección técnica del club teniendo vigente su contrato con la Federación española de Fútbol. Pero lo más grave, es que quedó la sensación de que todos, directivos, cuerpo técnico, jugadores y la parcialidad blanca, esperan el regreso al campo, con la casaca 7, de Cristiano Ronaldo, de aquel que tantas veces con sus goles disimuló el mal juego del equipo. Lamentablemente para ellos, eso no será posible.
Y si bien las crónicas y los análisis hoy se centran en la “manita” que recibió el Madrid, el buen juego blaugrana y la crisis que atraviesa la llamada Casa Blanca, es necesario, de todas formas, hablar de “los otros”, de aquellos que hoy no estuvieron en el campo pero que, como sombras o fantasmas, de manera irremediable son necesarios y cruciales para explicar el presente y el futuro cercano de las dos instituciones.
El clásico sin Messi y Ronaldo en la cancha no es lo mismo: es terrenal, Pero su omnipresencia seguirá marcando por mucho tiempo los destinos de dos clubes referentes del fútbol mundial.