Terminó la función. Se fue silencioso, caminando despacio hacia el camerino, después de haber intentado empujar al Santa fe a la conquista de su décima estrella. Y esa fue la última vez que entró al túnel del estadio El Campín, que fue su casa desde el ya lejano 2009. Esa cancha fue el escenario que escogió para poner su talento al servicio del equipo cardenal, necesitado de páginas gloriosas luego de arrumar muchas decepciones y amarguras desde 1975.
Hoy las directivas del equipo bogotano hicieron oficial la desvinculación de Ómar Pérez de la plantilla que competirá en la Liga Águila 2018, dando fin así al período más glorioso del Independiente Santa fe. Nueve títulos, siete en torneos colombianos y dos trofeos internacionales, fueron la cosecha del equipo mientras Ómar militó en sus filas. Es apenas entendible entonces que, para las nuevas generaciones, el gran volante argentino sea un ícono del Olimpo Cardenal y se haya desatado esta ola de tristeza y vacío con su partida.
Pero como sucede con todo en la vida, no hay plazo que no se cumpla y el tiempo marca la hora del retiro. Y llegó para Ómar. Quedarán en la memoria y serán parte de la leyenda albirroja sus pases milimétricos, su liderazgo en la cancha y fuera de ella, su compromiso con la institución, su gol olímpico contra el Nacional en Medellín, su coraje al jugar contra Vélez Sarsfield en la Copa Suramericana de 2011, pese a la absurda muerte de su abuelo, que viajaba en una furgoneta desde su natal Salta hasta Buenos Aires para verlo jugar.
Ómar se hizo grande en Santa fe porque fue un guerrero que vivió con intensidad su paso por la institución. Santa fe se ha caracterizado a lo largo de la historia por hacer las cosas más difíciles de lo que son. El sufrimiento siempre ha ido de la mano con la gloria y siempre lo aceptó. Además de los momentos exitosos, mordió el polvo de las derrotas infames, esas que ocurren en los últimos minutos, en definiciones contra el Tolima y la más reciente, contra Millonarios.
Hizo parte de poderosas nóminas cardenales y otras más limitadas, tratando siempre de potenciar las fortalezas de sus compañeros. Silencioso y respetuoso. Gracias a su portentosa pierna derecha y la precisión de su golpeo, convirtió los tiros de esquina y los tiros libres en peligrosas jugadas de gol. La nombrada y temida fuerza aérea cardenal no es otra cosa que el resultado de intensas jornadas de entrenamiento en las que una y mil veces perfeccionó el pase impecable para el remate de cabeza de los Meza, Copete, Urrego, Moya, Tesillo, Mina y demás espigados compañeros en las diferentes campañas.
Hoy los hinchas cardenales y sobre todo los más jóvenes, afirman que Ómar Pérez es el jugador más grande de todos los tiempos. Difícil afirmarlo, pues en el pasado hubo jugadores excepcionales como Cañón, Ernesto Díaz, Freddy Rincón, Pandolfi, Leider Preciado, Adolfo El Tren Valencia, Panzutto, para mencionar algunos. Pero sin duda está entre los más grandes.
Y la grandeza de Ómar radica, tal vez en que se va cuando aun está vigente. Es cierto que ya no está para jugar los noventa minutos, pero se va de Santa fe cuando desde la tribuna aun corean su nombre. Su ingreso para los últimos 15 o 20 minutos siempre se vio como un cambio esperanzador, un aliento de vida con la suficiente energía como para darle vuelta a un marcador, para encontrar una solución, para destrabar un partido. Dar el paso al costado así es de grandes. Eso es saber irse por la puerta grande.
Desde esta Platea celebramos el haber tenido en el equipo cardenal a un virtuoso como Ómar Pérez. Hizo al Santa fé más grande y desparramó su talento vistiendo la roja bogotana por todas las canchas en las que compitió. Quienes tuvimos la suerte de verlo le agradeceremos las maravillosas jornadas de buen fútbol que nos regaló. Por ahora la resaca acompaña a la parcialidad albirroja, pero pronto pasará. Es la ley de la vida. Vendrán otros a protagonizar nuevos sueños, nuevos retos.
Ya lo dijo Antonio Machado, el gran poeta español: “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar”
Ómar Pérez: por siempre cardenal.