En una linda noche bogotana, Millonarios derrotó a Santa fe por la mínima diferencia y espera con ilusión un buen resultado en los noventa minutos del próximo domingo, para gritar campeones, a los cuatro vientos.
El equipo azul de Bogotá, acompañado por su fanaticada, que no dejó un espacio vacío en el estadio de la 57, derrotó sin atenuantes a su rival de patio, que esta vez fue víctima de su arma más feroz, el juego aéreo. Cuando transcurría la primera media hora de juego, Matías de los Santos cobró por ventanilla el error de marca y puso a festejar a la parcialidad azul, que esta vez se olvidó de insultar a sus propios jugadores y de pedirle a su equipo un estilo de juego que no tiene.
Esa mancha azul que hoy se esparció por el lindo Nemesio Camacho, acompaño y alentó a su equipo dejando el alma. Atrás quedaron las criticas a las directivas por la calidad de los refuerzos, por el costo de los abonos y sobretodo, por el estilo de juego del equipo. Todas las incomodidades se dejaron de lado, tal como debe ser. Porque esta noche la alegría de la hinchada albiazul tiene que entenderse como un reconocimiento a Russo, su cuerpo técnico y sus jugadores, que tozudamente fueron construyendo una identidad de juego que a veces no es amigable para el espectador, pero sí muy efectiva a la hora de sacar resultados.
No sé por qué razón ha hecho carrera la opinión de que, en enfrentamientos de ida y vuelta, ganar el primer juego por un gol de diferencia no significa una ventaja. Creo que ganar siempre será mejor que empatar y perder, (lógica elemental). Es como si se quisiera sacar el paraguas por si en el juego de vuelta el rival le da vuelta al marcador y define la serie a su favor. Hoy Millonarios está más cerca de su estrella 15, que Santa fe de la estrella 10. Millonarios tiene equipo con suficiente nivel para ilusionarse e ilusionar a sus parciales.
Santa fe cayó porque no pudo imponer de manera consistente sus condiciones. Tuvo momentos interesantes, pero no fue más de lo que siempre jugó en Bogotá. Algunos jugadores, caso Perlaza, Roa y Plata, bastiones de la muy buena campaña del Santa fe en el semestre, no estuvieron hoy a la altura de lo que esperaba de ellos.
Para voltear el marcador, será necesario que los cardenales sean más dinámicos y agresivos, pues hoy fueron sorprendidos por el planteamiento de los azules que maniataron al grupo de Gregorio Pérez.
Lamento eso sí, que el futbol se haya convertido en un ritual excluyente para los hinchas del equipo visitante. La violencia en las tribunas y la incapacidad de respetar las opiniones contrarias a las propias, privaron a muchos hinchas rojos de asistir a ese maravilloso espectáculo de hoy. Hermanados los presidentes, hermanados los jugadores y sin embargo las tribunas siguen siendo campo vedado para los oponentes.
Ojalá Bogotá dé un paso adelante y estos dos juegos, porque el domingo la exclusión se vivirá al contrario, sean los últimos tristes episodios del futbol sin hinchas rivales en las tribunas.
El fútbol es un juego, es deporte, es competencia, es sana rivalidad. Es una actividad que debe fomentar lazos de amistad. O si no, ¿cómo se explican ustedes la cantidad de amigos de por vida que han hecho en los campos de fútbol, desde épocas escolares?