Esta tarde Colombia derrotó por la mínima diferencia a Bolivia, obtuvo los tres puntos y gracias a la combinación de otros marcadores, somos los dueños temporales de uno de los tiquetes que dan el paso directo a Rusia 2018. Gracias a esa costumbre tan colombiana de dar por sentadas cosas que el imaginario colectivo afirma que deben ocurrir, solo porque así han sido en el pasado, desde hace varios días la confianza se fue apoderando del ambiente y se daba por descontado un triunfo fácil ante el rival más débil de Suramérica. Los triunfos pasados sobre Bolivia, incluso por goleadas, nos hicieron ganar el partido por anticipado, gracias a que la historia nos avalaba. Incluso algunos llegaron a plantear sus dudas sobre la conveniencia de no alinear hoy a James y a Cuadrado y guardarlos para el partido en Quito contra Ecuador, ya que se corría el riesgo de perderlos si les mostraban tarjeta amarilla.

Pero nada de eso ocurrió. Bolivia, con una formación compuesta en su mayoría por muchachos jóvenes y corajudos ejecutó con mucho tino un plan ultradefensivo que estuvo cerca de tener éxito. Solamente en los minutos finales del partido Colombia pudo anotar el gol del triunfo, cuando James remató a puerta un balón que quedó suelto en el área después de que el buen arquero Boliviano le tapara un penalti al mismo James, por falta sancionada sobre Cuadrado.

Ellos dos, los mismos a quienes algunos querían dejar por fuera del partido y reservarlos para el difícil compromiso del próximo martes, fueron quienes en últimas consolidaron la victoria del equipo de Pékerman.

Colombia equivocó los caminos para llegar al gol. Después de unos primeros quince minutos buenos, la banda colombiana se atascó en la producción de fútbol, olvidó el ataque por las bandas, fue impreciso en los pases y las cuatro o cinco llegadas claras de Muriel, Bacca, (perdido en el campo), James, Cuadrado y Mina murieron en las manos del arquero Lampe.

Bolivia nunca atacó en serio. Y sin embargo tuvo una ocasión en la que Martins forcejeó en el área con Mina y Zapata, llevando susto a las graderías y generando una súbita contención generalizada de la respiración en toda Colombia por unos segundos.

Partido feo y preocupante por el nivel de juego exhibido por Colombia. Pero con tres puntos en el bolsillo y la clasificación aun a mano, nos llevan a pensar que podemos dormir tranquilos. O por lo menos dormir tal como lo hacemos siempre en Colombia: llenos de preocupaciones, con problemas económicos, sin plata para pagar las cuentas, a veces soñando con un empleo que no llega, pero eso sí, soñando con que algo vamos a encontrar en el rebusque para solucionar temporalmente nuestras necesidades. No en vano los amigos, al compartir sus angustias económicas se consuelan el uno al otro diciendo “por plata no se preocupe, que plata no hay”. Tal vez hoy nos quede el consuelo de decir, “por fútbol no se preocupe, que tres puntos más es lo que hay”.

Ya es muy difícil que en esta eliminatoria veamos jugar a la selección Colombia de manera parecida a la que jugó el Mundial de Brasil. Tal vez debamos conformarnos con que clasifiquemos a Rusia jugando feo y mal. Lo único cierto es que no importa qué jugadores convoque Pékerman ni cual sea su presente sus equipos: se ponen la amarilla e inmediatamente hacen parte de esa Babel que impide un juego fluido y con identidad.

Desde esta Platea hubiéramos querido hablar hoy de un partido armonioso, con derroche de talento, plasticidad y goles por montones. Pero no fue así. Fue un partido pobre, tosco y con un solo gol, sufrido, como todo lo de Colombia. “Es lo que la tierrita da”, dirán algunos. Pero tenemos jugadores a los que les podemos exigir más. No podemos conformarnos con tan poco.

Colombia, como esos estudiantes que deben sacar diez en todas las pruebas que le quedan para pasar el año, hipotecó su futuro y su presencia en Rusia depende de lograr buenos resultados en todos los compromisos que le quedan. Se gastó todos los ahorros, e incluso renunció a tener una buena diferencia de goles, pues no fue capaz de anotarle más a Venezuela y Bolivia en sus partidos en Barranquilla. Cualquier desempate acudiendo al gol diferencia con nuestros rivales directos será favorable a ellos pues nos superan ampliamente.

El fútbol siempre da revanchas y puede suceder lo inesperado. Pero por lo visto, sufriremos mucho viendo a Colombia. Es de esperar que cada juego traiga como el de hoy, mucho sufrimiento, y ojalá, tres puntos más para las alforjas.

La clasificación está en nuestras manos, o mejor, en los botines de quienes entren a la cancha. La llave la tienen ellos. Jueguen como puedan, ¡pero ganen!