Empezó la Liga profesional de fútbol femenino en Colombia. Durante el fin de semana que termina, rodó el balón para los 18 equipos inscritos en este primer capítulo de un proyecto ampliamente deseado, muchas veces frustrado, pero que finalmente se hizo realidad.

Casi 70 años después de que se iniciara el fútbol profesional masculino colombiano como un torneo pirata no avalado por la FIFA, el campeonato se hizo realidad gracias al compromiso de los patrocinadores, los medios de difusión del fútbol en Colombia y por supuesto, de los clubes que se lanzaron a esta aventura. Como juego preliminar del esperado regreso del América de Cali a Bogotá, para disputar su juego en la categoría A frente a la Equidad, se midieron los oncenos femeninos de este último club y Santa fe, en el estadio El Campín.

Y más allá del triunfo de la “Leonas” por un amplio 3 a 0, desde esta Platea queremos dejar unas reflexiones sobre la trascendencia de este juego.

Desde hace unos años los seguidores del fútbol nos sorprendimos cada cierto tiempo con los logros obtenidos por la selección femenina de Colombia en diversos torneos internacionales, incluyendo por supuesto el Mundial de la máxima categoría. Los triunfos y las menciones sobre este equipo, llevaron a que los aficionados pasáramos de verlos como hechos aislados, a justos logros de un puñado de jóvenes y valientes mujeres colombianas, que por cumplir su sueño de jugar fútbol de manera profesional, sorteaban toda suerte de dificultades para cumplir con sus deberes familiares, académicos y laborales, pues en muchos casos debían continuar con ellos, pues el apoyo era mínimo o inexistente.

En varias notas hemos sabido de la difícil vida de muchas de ellas, quienes no cuentan con permisos especiales para entrenar y han corrido el riesgo de ser despedidas de sus empleos o no contar con autorizaciones para aplazar sus exámenes académicos.

Aprendimos a reconocer entonces a Yoreli Rincón, Lady Andrade, Leicy Santos, Natalia Gaitán, Catalina Usme, Catalina Pérez, Daniela Montoya, las “Chicas Superpoderosas”, que tantas alegrías nos dieron.

Su talento, enjundia y buen entendimiento del juego llevaron a que varias de ellas tuvieran la oportunidad de salir a jugar en otros países, en equipos profesionales que les abrieron un espacio para que pudieran hacer realidad sus sueños.

Algunas están hoy de regreso a su país para jugar fútbol, lo que más las apasiona y les gusta en la vida, seducidas por este proyecto que promete abrirle la oportunidad de ser futbolistas profesionales a muchas mujeres en Colombia.

Porque dejémonos de cuentos. No hay nada más mentiroso en Colombia que ese estereotipo de que las mujeres no entienden el fútbol y que no les gusta. Basta con ver por televisión la masiva presencia de mujeres acompañando a los equipos, junto con sus familias. Pero hay más: la mujer colombiana pasó hace mucho tiempo de ser simple espectadora a practicarlo de manera intensa y masiva. En colegios, universidades, barrios de ciudades y pueblos, la mujer practica el fútbol y lo vive intensamente.

¡Qué bueno que se consolide la Liga Profesional de Fútbol femenino en Colombia! Cuántas comunidades con dificultades para la convivencia y la inserción social podrán brindar nuevas oportunidades de desarrollo a miles de mujeres, víctimas de las innumerables formas en las que esta sociedad machista y violenta las agrede permanentemente y les limita y trunca la oportunidad de correr tras sus sueños.

Hoy vi en el juego entre Equidad y Santa fe a un puñado de jóvenes entregadas de una manera tan profesional a la disputa de los puntos en juego, que me hicieron emocionar de la misma manera que lo hago cuando acompaño a mi hija de escasos 10 años a jugar fútbol con el equipo de su colegio.

El fútbol siempre será un lindo laboratorio para que broten en él sentimientos de solidaridad, trabajo en equipo, esfuerzo para lograr un objetivo común, talento al servicio de una causa, fortaleza frente a la derrota, hidalguía para reconocer la superioridad del rival y la lealtad frente a compañeros y rivales.

Todos tenemos que poner nuestro granito de arena para que este torneo sea un éxito y se convierta en el primer escalón para que las talentosas futbolistas colombianas encuentren un camino para mostrar internacionalmente su talento. Para que sean valoradas por esta sociedad y más adelante irriguen con su talento las ligas profesionales del mundo.