No hay nada más detestable para un hincha que la descalificación de los logros de su equipo por parte de los seguidores rivales, esgrimiendo como argumento, “la suerte”. En más de una ocasión, en la calle, en los bares, las oficinas, colegios y universidades, los seguidores de equipos en contienda se han enfrascado en largas y apasionadas discusiones de fútbol, que terminan mal cuando alguien, ya sin argumentos, señala el fin de la reunión cuando disminuye los logros del rival gracias a la suerte.
Pero estos argumentos también han quedado en la historia para justificar un resultado, bueno o malo. Es común ver a técnicos, jugadores y presidentes de instituciones justificar un resultado con “la suerte”.
Podemos recordar la frase “suerte de campeones”, con la que se disimula un mal partido del equipo que a pesar de ello, logra sacar un buen resultado.
Como esa, se pueden citar muchísimas más: “Podrían haber jugado un día entero, pero la pelota no habría entrado nunca”. Y que tal “ese arco estaba rezado”.
También gracias a “la suerte” se elogia la efectividad de un delantero: “Este hombre mete goles hasta con la espalda”. O también, “tiene el arco pintado en la frente”.
Ahora bien, existen frases con las que bendecimos o maldecimos los palos por su incidencia al interponerse en la ruta del balón. Recordemos cómo en la final del Mundial de Argentina/78, a escasos segundos de terminar los noventa minutos del partido entre la selección anfitriona y Holanda, Rob Rensenbrink estrelló el balón contra el vertical y se perdió el segundo gol para su equipo, con el que hubieran sido campeones en lugar de Argentina. Algunos dijeron, “menos mal que el arco no tiene 30 centímetros más de largo”. La versión holandesa de la misma jugada pudo ser “¡maldito palo!”
El pasado 23 de noviembre, en el estadio Arena Condá, fortín de Chapecoense, este modesto club brasilero firmó su paso a la final de la Copa Sudamericana, dejando en el camino al poderoso San Lorenzo de Almagro. Este resultado estuvo a punto de frustrarse, cuando, según narró la prensa argentina, “en los minutos de descuento, el enésimo centro de los argentinos al área de su rival derivó en un remate a quemarropa del argentino Marcos Angeleri, que fue desviado milagrosamente por el arquero Danilo”.
Desde esta tribuna, lamentamos el triste accidente que segó la vida de tantos sueños.