La globalización de las comunicaciones nos ha convertido en espectadores y seguidores de las principales ligas de fútbol del mundo. Asistimos desde nuestras casas con un simple cambio de canal a todos los estadios del mundo, convirtiéndonos en testigos de excepción de todos los juegos de los equipos de la élite mundial y, por supuesto, de todos los gestos, rituales y desempeño de los más importantes jugadores del planeta fútbol.
Este fin de semana, luego de acompañar el cierre de las principales ligas de Europa, me quedó la sensación de que esta temporada nos aburrió como pocas. Los títulos cantados del PSV Eindhoven en Holanda, del París Saint Germain en Francia, del Juventus en Italia, del Bayern Munich en Alemania y del Barcelona en España, fueron tan obvios y esperados que produjeron muy pocos estallidos de felicidad. Atrás quedaron las demostraciones de sorpresa y agrado, por decir lo menos, que nos produjeron el hermoso fútbol del Barcelona de Guardiola, la precisión germana del Bayern de Heynckes cuando aplastó al equipo culé, la aparición de la Juve para derrotar la hegemonía de los equipos de Milán, por allá en el 2011 e instalarse como ganador de la Serie A desde ese entonces. En Holanda y Francia también repitieron título los campeones: nada nuevo para destacar.
Esta temporada el mundo vibró solamente con el triunfo en Inglaterra del Leicester, el fiero equipo de Ranieri, que a medida que avanzaba el torneo fue prolongando su liderazgo en la Liga Premier, por encima de los favoritos y poderosos de siempre. El liderato del Leicester, que en un principio no pasaba de ser una escaramuza simpática que no debía prosperar, se convirtió con el correr de las fechas en un hecho contundente que lo erigió como un serio candidato al título. En ese momento todos los corazones del planeta fútbol volcaron sus afectos sobre el desconocido equipo y estallaron en júbilo una vez su hazaña se hizo realidad. Con una nómina cuyo costo es inferior a lo que pagó el Madrid por James Rodríguez, derrotó sin contemplaciones a todos sus encopetados rivales.
Y acá viene la paradoja: nos aburre que ganen “los mismos”, pese a que sabemos que tienen las mejores nóminas y que en sus filas militan los mejores jugadores del mundo. Reconocemos que los Messi, Ronaldo, Rooney, Agüero, Zlatan, Lewandosky, Pogba, James, Neymar, Neuer, Iniesta y compañía son las estrellas del firmamento, pero nos morimos de ganas de verlos morder el polvo de la derrota una vez consideramos que ya fue suficiente; que ya tuvieron su dosis de triunfo, fama y éxito.
Por eso nos aburrieron las ligas europeas. Porque ganaron los de siempre. Porque los goleadores fueron los de siempre: Suárez que solo hizo 40 goles, Cristiano Ronaldo 35 y el pobre Messi esta vez no fue capaz de ser goleador. Porque nos tocó ver de nuevo la desfachatez de Zlatan regalando goles y jugadas de fantasía. Qué pereza ver de nuevo la sobriedad de Neuer en el arco y tener que disfrutar con la transformación del Bayern sobrio y contundente de siempre a este Bayern “Guardiolesco”, con más posesión de balón, pero igual de letal. Porque cada fin de semana en la serie A, tuvimos que ver de nuevo cómo Pogba, Cuadrado y compañía aplastaron a sus rivales sin consideración.
Pero no todo el panorama fue así de oscuro. Gracias a los dioses del futbol, descubrimos nuevos paradigmas, nuevos héroes cuyas historias de vida son ahora parte de la leyenda del fútbol. Gracias a Vardy, Mahrez, Kanté, Drinkwater, Fusch, Schmeichel, Ulloa y compañía, por llegar al Olimpo a refrescarlo.
La pregunta que me asalta es si se quedarán en el Leicester o si, como es de esperarse, sucumbirán ante los jugosos contratos que a muchos les esperan en esos equipos poderosos que tanto nos aburren, pues ganan casi siempre. ¿Se mantendrán en esta quijotesca empresa del Leicester, que se jugó la vida por ganar la Liga, pero que quién sabe si le alcance para mantenerse en la élite, a donde sin dudas ya llegó?
La temporada 2016-2017 sin comenzar ya genera muchas expectativas. Pero la principal, sin dudas, al menos para mí, es en que liga algún equipo irreverente le quitará el título de imbatible a uno de esos equipazos que tanto nos aburren?