Las Ligas de fútbol de Inglaterra y España vivirán este fin de semana una jornada que promete muchas emociones, cuando quedan tres fechas para su finalización.
Mientras que el sorprendente Leicester puede coronarse campeón en Manchester, si saca un buen resultado contra el United, el cabeza a cabeza que se vive en la Liga española entre el Barcelona y los dos equipos de Madrid, (Real y Atlético), dejará por fuera de competencia a quien falle en su compromiso.
En la Liga Premier, la maravillosa e inesperada campaña del Leicester, sobre la cual se ha escrito y hablado mucho por estos días, lo ha convertido en el “equipo de todos”. A lo largo y ancho del planeta fútbol, sus simpatizantes crecieron como la espuma a medida que se iba conociendo la historia del equipo, diseñado para no perder la categoría; la de sus jugadores, en muchos casos desahuciados en otras ligas y clubes y la de un técnico cuyo reciente pasado no es propiamente un listado de grandes logros.
Todos estos elementos se alinearon y conformaron un equipo dificilísimo para sus rivales, quienes en muchos casos, a pesar de contar con nóminas infinitamente más costosas, fueron cayendo uno tras otro ante este poderoso grupo de gladiadores que con mucho sudor, enjundia, orden táctico y, por supuesto, talento, convirtieron una utopía en una posibilidad y esta, a su vez, en un título que hoy está a un triunfo de distancia. El técnico Claudio Ranieri, aquel que en Colombia cuestionamos y casi elevamos a enemigo público número uno, no solo por haber alineado a Falcao contra Chasselay, equipo francés de cuarta división, en el que el Tigre se rompió la rodilla, sino también por haber osado pedirle a James que marcara y se involucrara en labores defensivas, convenció a sus dirigidos en el Leicester de que con disciplina táctica, compromiso y entrega en la cancha, podrían superar a las formaciones del Chelsea, Arsenal, Manchester, (United y City), sus principales rivales en la carrera por la Liga.
Si el Leicester se alza con la Copa, los seguidores de muchos equipos en el mundo, que juegan el rol de “equipos de reparto” en todas las Ligas del mundo, sentirán un huracán de esperanza en sus corazones. Será una demostración de que en el fútbol todo puede pasar. Será alimento para seguir asistiendo al estadio a acompañar a su divisa, pese a las derrotas, pensando que en algún momento serán los protagonistas de una proeza como la del Leicester. Será cuestión de tiempo.
De otro lado, en la Liga BBVA los tres colosos del fútbol español saben que si ceden un milímetro ante sus rivales de turno, perderán la rueda de sus archirrivales en la lucha por el título. Hasta la fecha en la que el Madrid visitó al Barcelona en el Camp Nou, era casi unánime la percepción de que el Barca cosería otra estrella a su escudo. Pero de manera sorprendente el equipo catalán se esfumó, se deshizo ante los ojos de sus sorprendidos seguidores, mientras que el Atlético mantuvo su paso firme y el Madrid, de la mano de un Cristiano Ronaldo inmenso, resucitó como el ave fénix. Así cazaron al líder que se ahogó entre la soberbia, el mal juego de sus referentes en el campo, el escaso aporte de los suplentes, la displicencia y la confusión de Luis Enrique en el manejo del equipo.
Tanto el Barcelona como el Atlético y el Real saben que no pueden perder ninguno de sus juegos. En esta Liga, contrario a lo que sucede en la Premier, donde cualquier equipo le gana a cualquiera como lo hemos visto esta temporada, casi que se da por descontado que los tres punteros deben derrotar siempre a sus rivales: de locales y de visitantes. Por esa razón, es usual que casi siempre se espere que los resultados que se den entre ellos definan la Liga. Pero esta vez no fue así. El Barcelona le ganó los dos juegos al Atlético, es decir le sacó los seis puntos de su confrontación directa. El Atlético, por su parte, le sacó cuatro puntos al Madrid en sus juegos de ida y vuelta y entre el Barcelona y el Madrid no se sacaron ventaja, pues cada uno ganó su juego en calidad de visitante. Con estos resultados, en años anteriores hubiera sido muy probable que el Barcelona hubiera ganado la Liga sin mayores problemas. Pero este año todo cambió. Los jueces serán el resto de equipos. Quién lo diría¡ En esta ocasión el que menos falle ante los 17 equipos restantes será quien gane el campeonato.
¿Y qué podrá pasar entonces? El Barcelona viene con lo justo. El tanque de gasolina está casi agotado para Messi y Neymar. El poderío goleador del Barca depende de un magnífico Luis Suárez, quien en los últimos juegos ha anotado goles por toneladas. ¿Seguirá en racha? Falta poco para saberlo, pero todas las monedas están apostadas al uruguayo como ángel salvador.
El Madrid, que juega sigue en carrera por la Champions, aun no digiere la factura que le pasó a Cristiano su esfuerzo por atender los dos torneos y sufre unas molestias físicas que lo sacaron del juego de este fin de semana y siembra dudas acerca de su participación en el juego de vuelta contra el Manchester City por la Champions.
¿Y el Atlético? Cómo llega el equipo de Simeone? Me atrevo a pensar que el impulso y la motivación que trae al ver tan cerca la posibilidad de ganar la Champions y la Liga, lo convierten en el más fuerte de los tres, tanto física como emocionalmente.
Pero para cantar victoria hay que jugar los partidos y ganarlos. De nombre ya no gana nadie. ¿Leicester y Atlético campeones? De ser así, los seguidores de estas ligas estarían encantados por ver triunfar a dos equipos que se metieron en el corazón de los amantes del fútbol gracias a su condición de “no favoritos”. Sería una demostración de que el trabajo de un equipo con un liderazgo positivo, puede tumbar a conjuntos conformados por constelaciones de estrellas que a veces se relajan antes de terminar el trabajo.
Sin embargo, todo puede pasar. Esto es fútbol, donde nada está escrito. Arden las Ligas, el final es incierto, pero me atrevo a decir que si salen campeones el Leicester y el Atlético, el fútbol mundial estará de plácemes. Y vaya si se necesita!