Volvió Colombia. Regresó con la primavera. Cuando el árbitro levantó sus brazos y pitó la finalización del juego de hoy en Barranquilla, el equipo tricolor cerró una fecha doble muy rentable de la eliminatoria para el Mundial de Rusia.

Con un botín perfecto en sus alforjas, (seis puntos de seis posibles), volvió a meterse en la conversación por los tiquetes que llevarán a los representantes de Suramérica al máximo certamen futbolero orbital.

Primero fue en La Paz y luego en Barranquilla. El equipo colombiano derrotó a sus rivales, por 3 a 2 y 3 a 1. Pero más allá de los triunfos objetivos, Colombia derrotó la incertidumbre y la desazón que se había apoderado de la mayoría de seguidores del equipo nacional. Con estas victorias los de Pékerman superaron la mítica altura de la Paz y  al líder de la eliminatoria y equipo sensación, al que algunos ya le habían escriturado una casilla para Rusia. Para aquellos acostumbrados a minimizar todo lo que ocurre con la selección, ganar en La Paz era obvio, pues Bolivia es un equipo muy débil y vencer a Ecuador era sencillo pues venía a cumplir su cita en el Roberto Meléndez con muchas bajas.

Colombia trabajó con paciencia los dos partidos de manera exitosa. En el primero fue muy efectivo de cara al gol, (tres remates y tres goles), y sus jugadores se pusieron el overol. No se podía jugar de manera diferente. Dientes apretados y guardando energías para no desfallecer en los minutos finales. Casi no se logra el triunfo, pero lo consiguió de manera agónica. Hoy Colombia puso condiciones como local, juntó a jugadores de buen manejo de balón que enloquecieron a los ecuatorianos con sus pases precisos, profundos con los que generaron más de cinco opciones de gol, increíblemente dilapidadas por James, Bacca, Cardona y compañía. Hoy fuimos generosos en la creación de opciones de gol, característica extraña en la Colombia contemporánea.

Pékerman contó en estas fechas de marzo, con el aporte valioso de jugadores nuevos que arrimó de a poco al proceso de la selección. Cardona, Torres, Bacca con sus tres goles y debutantes como Farid Díaz, Óscar Murillo y sobretodo Sebastián Pérez, asumieron con creces la responsabilidad que se les dio de vestir la tricolor en el equipo absoluto.

Este último se convirtió en el eje de la construcción del juego. Salida limpia del balón tanto en Bolivia como Barranquilla. Hizo olvidar a Abel Aguilar, quien en esa función de volante de primera línea ha sido el jugador más extrañado desde que dejó de participar con la selección a causa de sus lesiones. Y como si eso fuera poco, hoy se dio el lujo de anotar el segundo gol de Colombia, rematando como si fuera centro delantero un magnífico pase de Cardona en pleno corazón del área.

James estuvo sensacional conduciendo al equipo en el campo desde la posición que lo hizo descollar en el escenario mundial después del torneo en Brasil. Qué lejos estuvo del jugador polémico que por estos días alimenta a la prensa española. La deportiva y la del corazón. Serio, fino y contundente. Atrás quedaron las polémicas relacionadas con su supuesto sobrepeso y con lo mal que se está entrenando. James lució en plena forma física y futbolística.

Le costó mucho a Pékerman consolidar este grupo y renovar el equipo nacional, después del bajón terrible que sufrió después del Mundial anterior. No ha sido fácil reemplazar a quienes escribieron esa fantástica historia que terminó en Brasil: los Falcao, Mondragón, Zúñiga, Yepes, Jackson, Aguilar, Armero, Valencia y otro más ya no están. Y posiblemente no vuelvan. Pero el ciclo debe seguir y otros deben llegar a tomar la posta.

Entre finales de agosto y principios de octubre Colombia debe recibir a Venezuela y visitar a Brasil y Paraguay. En seis meses podremos comprobar, si sacamos buenos resultados en esos juegos, que esta luz primaveral no es flor de un día sino un paso firme hacia la consolidación del proceso que debe concluir con la clasificación a Rusia. Jugadores tenemos, técnico también. Solamente así podremos saber si el fútbol colombiano es más que una generación espontánea que nos regaló un gran torneo en el 2014 o si por el contrario tiene las bases para meterse definitivamente entre los equipos que siempre dicen presente a la hora de tomar lista entre los participantes de los torneos mundiales. Ese es el verdadero salto de calidad al que nos debemos apuntar.

De lo contrario, debemos prepararnos para atravesar largos desiertos, desaparecer del concierto mundial como equipo competitivo y limitarnos a gozar con la presencia esporádica de algunos jugadores en equipos grandes de ligas con renombre en el mundo. Habremos perdido entonces la oportunidad de hacer del fútbol un vehículo de cohesión y orgullo nacional. Y creo que este país no resiste más frustraciones.