Hablar de James Rodríguez en Colombia ha sido uno de los grandes temas de los últimos años. Porque desde que conocimos su historia, los colombianos nos identificamos con él.

James ha sido la personificación de los héroes reales y de telenovela. El muchacho bueno y humilde que desde niño, superando las adversidades y empujado por su madre y su padrastro, luchó por un sueño como otros personales colombianos reales y de la ficción: Kid Pambelé, Gallito Ramírez, (el inolvidable personaje de telenovela que protagonizó Carlos Vives), Willington Ortíz y el Pibe, para nombrar solamente unos cuantos.

Su espectacular juego en el mundial de Brasil lo encumbró al Olimpo. Tan arriba como ningún otro de los nuestros había llegado: se convirtió en el “10” del Real Madrid. La oportunidad para codearse con íconos como Cristiano Ronaldo, Casillas, Ramos, Bale, Modric, Benzema. La crema del fútbol mundial.  El mundo entero le reconoció sus logros como el resultado del sacrificio, de la lucha por sus sueños, por sus convicciones. En James encarnó todo aquello con lo que soñamos los colombianos.

Tanto así que su nombre no fue “Yeims”, como podría haberlo sido si hubiéramos aceptado la pronunciación inglesa de su nombre y lo llamamos con orgullo, simplemente James.

Definitivamente en Colombia nos crecimos con sus triunfos y nos llenamos de patriotismo. Rápidamente nos inundamos con sus imágenes. Apoyando campañas, vendiendo productos. James omnipresente. Y los jóvenes se peinaron como él y toda Colombia bailó el Ras tas tas, como él. Las mujeres quisieran que fuera su novio o el de sus hijas.

Y así lo capturamos, lo esclavizamos; James es nuestro. Con sus actuaciones en el Madrid la temporada pasada  fue nuestro salvador y el paliativo para todas las desgracias nacionales. Alrededor de James se unieron los políticos, los costeños, los paisas, los vallunos, los santandereanos, los habitantes del altiplano, todos somos James.

Hemos convertido a James y sus goles en motivo para reír, llorar, emborracharnos, enloquecernos  y convertir una que otra celebración en escenario de vandalismo y riñas callejeras.

James, a sus 24 años, tiene el mundo a sus pies. Y le pedimos que, en medio de ese torbellino que debe ser su realidad cotidiana, se comporte como muchos de nosotros no somos capaces de hacerlo.

“Que se agrandó”, dicen algunos. ¿Acaso no nos agrandamos con un ascenso laboral?

“Que es un chicanero”, dicen otros. ¿Y no chicaneamos en facebook con unas vacaciones en el exterior? Con un carro nuevo? ¿No quisiéramos manejarlo a 200 kilómetros por hora, solo que posiblemente nunca podremos comprar un vehículo que desarrolle esa velocidad?

Lo juzgamos porque sale de noche, porque posiblemente pasa por una crisis existencial. …»necesito tiempo y espacio»… «No eres tú, soy yo»… ¿Donde hemos oído esto?

Y lo crucificamos porque no se siente cómodo. ¿Acaso sabemos qué pasa por la cabeza de James? En ese Olimpo en el que vive las tentaciones deben ser muy fuertes e innumerables las opciones para extraviar el camino.

James logró, gracias a sus cuantiosos ingresos derivados de su contrato con el Real Madrid y de sus contratos comerciales, la vida con la que muchos sueñan.

Me pregunto, ¿Acaso no quisiéramos tener todo ese dinero para no trabajar más y poder vivir de locha y de rumba?  ¿No es esa la razón para soñar cada semana con ganarnos el baloto o el chance?

Que “está gordo”, dicen unos, que “no entrena”, vociferan otros. Que “tiene problemas con Benítez”, argumentan los de más allá. Pero, ¿no es común acaso que con frecuencia gritemos a los cuatro vientos que nos aburre el trabajo?  No nos sentamos a hablar a menudo de lo mal que nos cae el jefe? De lo poco que nos valoran nuestros superiores?

Puede ser que James pase por un mal momento y se sienta aburrido, cansado, con ganas de ausentarse del puesto de trabajo, como nos pasa a veces. No olvidemos que el fútbol es su trabajo. Especial, eso sí, pero es su trabajo.

Pienso que debemos dejarlo en paz… Es tan solo un ser humano, como  nosotros. El no nos debe nada. Si no nos gusta lo que pasa con él no veamos los partidos del Madrid y esperemos a que otros jugadores  rindan más en la selección Colombia. Eso sí, confiemos en que después de pensar serenamente rodeado de los suyos, oiga algunos consejos que le ayuden a que retome los pasos y la motivación necesaria para volver a ser él mismo.

James ha demostrado que por su pasión es capaz de todo. Por eso acá le digo:¡Reaccione James!, pero por usted. Porque tiene el talento y la personalidad para llegar a donde quiera.

En cuanto a nosotros, por el bien de nuestra relación con James, «démosle espacio y tiempo»: los necesita