Hace pocos días, los seguidores de la película “Volver al futuro” estuvieron de plácemes, pues pudieron vivir el día exacto, (21 de 0ctubre de 2015), en el que los protagonistas, Marty McFly, su novia Jeniffer Parker y el doctor Brown, llegaron a un futuro que se presumía muchísimo mejor que el mundo en el que vivían en 1985.
La historia es sencilla. El viaje al futuro, en un carro volador, tenía por objeto cambiar el curso de la historia con el fin de evitar que los hijos de los protagonistas sufrieran algunas desgracias que el doctor Brown conoció algunos años antes de que sucedieran. En consecuencia, en 1985 se creó una visión de cómo sería el mundo en el futuro, cuando McFly, Parker y el doctor Brown aterrizaran en octubre de 2015.
Me pregunto, ¿qué hubiera pasado si la película hubiese incluido escenas relativas a la evolución del fútbol colombiano y, sobre todo, de la selección nacional en ese mismo lapso?
Empecemos por hacer un breve diagnóstico de esa realidad en el 1985. Digamos, por ejemplo, que en el campeonato local de ese año se jugaron tres torneos: el Apertura, denominado Copa de la Paz, (vaya coincidencia); el Finalización o Nacional y un octogonal final. Participaron en él catorce equipos, de los cuales seis juegan hoy en la B (América, Cúcuta, Bucaramanga, Pereira, Quindío y Unión Magdalena).
En el mes de enero de ese año la selección Colombia Sub-20, quedó en el tercer puesto del torneo que se jugó en Paraguay. De ese equipo surgieron figuras de la talla de René Higuita, Eduardo Niño, John Edison Castaño, John Jairo Tréllez, James Rodríguez,(sí, el papá de James) y otros más. Meses más tarde, en el marco del Campeonato Mundial sub-20 Colombia cayó ante Brasil en cuartos de final.
Colombia había renunciado a ser la sede del mundial de mayores en 1986, (que hubiera significado la segunda participación en un mundial de mayores por ser la sede), y la selección nacional, dirigida por Gabriel Ochoa Uribe, quedó eliminada de la máxima cita mundialista, que se jugó en México.
En esa selección jugaban entre otros Willington Ortiz, Arnoldo Iguarán, Pedro Zape, el “Nano Prince”, entre otros. Era un equipo que dependía muchísimo de lo que hiciera el “viejo Willy”, y por supuesto, de los goles del “guajiro” Iguarán, a pesar de contar con un buen grupo de jugadores.
Con ese presente, ¿cuál sería el futuro esperado para el fútbol colombiano en el año 2015? Posiblemente los guionistas habrían apostado por el desarrollo de un mejor torneo local, con equipos más fuertes en lo deportivo y empresarial. Con una gran cantidad de socios, estadios modernos, canchas llenas y un espectáculo vibrante, disfrutado en familia para crear nuevos hinchas de los equipos.
También hubiera sido fácil imaginar la consolidación del fútbol colombiano en el concierto internacional gracias a las buenas presentaciones de sus selecciones en todas las categorías, forjando así grandes jugadores que de manera consistente conformaran los mejores equipos de las principales ligas del mundo. Por esta razón, las selecciones nacionales estarían formadas por jugadores experimentados, curtidos en exigentes competencias, gracias a lo cual estarían en capacidad de asumir grandes retos con tal personalidad y aplomo, que difícilmente se amilanarían ante rivales calificados y juegos de máxima tensión.
¿Y qué encontramos treinta años después?
Un torneo nacional en la categoría A con veinte equipos, en el que sólo participan ocho de aquellos catorce que lo hacían treinta años atrás. A la máxima categoría ascendieron a través de estos años doce equipos de los cuales sólo uno ganó un título nacional. El campeonato local se juega en estadios que en algunos casos dejan mucho que desear, con escaso público y no siempre en medio de un entorno de seguridad que invite a la presencia de las familias.
La selección sub-20 cayó eliminada en octavos de final en el torneo que se jugó en Nueva Zelanda y como suele ocurrir en esta categoría, Colombia presentó a jugadores talentosos como Santos-Borré y Jarlan Barrera.
Y la selección de mayores, a punto de enfrentar la segunda fecha de la eliminatoria para el Mundial de Rusia, no acaba de convencer con su juego a sus seguidores. En medio de un proceso de recambio de jugadores, no alcanza aún el nivel de juego que la llevó a ocupar el quinto lugar en el mundial de Brasil el año pasado y añora a sus líderes naturales en dicho torneo, los experimentados Yepes y Mondragón, hoy por fuera del combinado nacional. Pékerman no encuentra quien los reemplace y ni James, ni Falcao, ni Ospina, de quienes se espera un mayor liderazgo y ascendencia sobre el grupo, terminan por tomar las banderas que dejaron los veteranos y la clasificación al Mundial se ve complicada. Y lo que más me preocupa: Empezamos a sentir que el equipo no juega bien porque aún debe esperar a un jugador, que por cierto, no sabemos a ciencia cierta quién es. (¿Será James, Falcao, Aguilar, todos los anteriores, algún otro?)
Sería injusto dejar de un lado páginas y momentos gloriosos del fútbol colombiano a lo largo de estos años. Tres participaciones en mundiales, dos Copas Libertadores ganadas por equipos colombianos, buenas presentaciones en torneos mundiales en categorías menores y grandes jugadores que han logrado codearse con lo más granado del fútbol mundial, también son hechos que nos llenan de orgullo.
Pero tal vez esa consistencia y madurez esperada del fútbol colombiano aún es ficción. Algunos dirán que quizás nos equivocamos en la fecha de “aterrizaje en el futuro”. Puede ser. Si hubiéramos “aterrizado” hace un año, estaríamos más orgullos de los nuestros y más optimistas acerca del porvenir de lo que estamos hoy. A mi modo de ver, eso confirma que aún queda mucho por hacer para que ese futuro esperado sea presente.
¿Se anima usted a viajar al futuro, hasta el año 2045 para dar una visión del fútbol colombiano dentro de treinta años?