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Un empate frío y cálido, es decir, una gloria desencantada conquistó merecidamente Junior en cancha de Millonarios, en la ciudad de Bogotá.

Un equipo tiburón que alternó dos paradigmas estructurales por separado con destrezas y calidades distintas… toda una ambigüedad el trabajo de Umaña sobre nuestro equipo costeño.

¿Por qué se cambia de iniciativa para el segundo tiempo si se sabía que se tenía enfrente a un pálido equipo azul que navegaba sin batería y sin orientación el futbol? ¿Qué pasó en el camerino azul para que Millos empalideciera a Junior en su ofensiva futbolera en el segundo tiempo?
Paez Paez, Umaña Umaña…

A veces nadie entiende a los técnicos. O ¿sí?

Me había levantado una boleta de chévere, la plataforma coloreada por el perfume Caribe.

Nojoda, y ¡qué¡

Vine a El Campín con la esperanza en los hombros, en mi cintura y en mi aliento porque podía vociferar a pleno pecho que Junior iría a hacer una demostración de calidad futbolística: y lo hizo en el primer tiempo. Junior fue una orquesta de lúcida melodía sobre la cancha cachaca.

Hizo ver a Millos oculto, casi sin nada; pelotazos venían de Millos y Junior les cambiaba la geometría de juego para crear plays encantadores… y asi fue el primer tiempo, porque Bacca, Ruíz, Cortés, Wlado, Casanova, Fawcett y las ganas de ganar eran un reino de fantasía. Junior jugó para la Costa Caribe, jugó para las raras estadísticas, jugó para los espectadores y para que todos ellos -los jugadores-, insisto en el primer tiempo, jugaron para que los dioses se divirtieran.

Lo que me gustó del primer tiempo fue la calidad, la seriedad, la caballerosidad para elevar el futbol a estratos celestiales, ese era mi Junior el que estaba viendo en El Campín. Yo me sentía un ángel en el estrado.
En el segundo tiempo todo fue extraño: desperté de mi sueño y me caí en picada, y mis ojos se aburrieron y entró la preocupación en los hinchas costeños que como yo merodeábamos en la circularidad de un pensamiento: un posible empate de Millos.

Y así fue. Millos era otro y por supuesto Junior había salido con otro esquema.

O ¿fue Millos capaz de quitarle la retórica a Junior por su baja actitud del segundo tiempo?

Al fin qué pasó, ¿quién entiende a estos equipos que se reparten una moneda con alto valor y dejan al espectador envainado en una duda infinita y sin respuesta?

Junior fue débil o Millos fuerte o Junior fuerte y Millos débil… he ahí una ambigüedad y muy desilusionante para los intereses de Junior, claro está porque no fue guardián de su llave de oro; los tres puntos y varios goles que se pudieron hacer.

Me gustaron varias cosas, que me divertí en la tribuna y salí con el pecho hinchado de orgullo porque tenemos equipos para el primer tiempo, (no se rían) toca trabajar para tener equipo coherente en los segundos tiempos…

salí contento porque -al fin- los árbitros me convencieron que son los teatreros más hollywoodenses del planeta cinematográfico del futbol porque éste de hoy, no sabía cómo hacer para que Millos empatara con faltitas que le pitaba a Junior cerca al área de Peto…

salí contento hoy de El Campín porque Bacca me re-convenció que es un goleador bravo…

salí contento porque una vez más supe que la Costa es hermosa porque vi y sentí a mi gente creyendo en una alegría que se llama Junior… era chévere ver a tanto costeño andar con encanto, con fe y con pacificidad los entornos del viejo Campín.

No creo que Gio se recordara. Wlado si bien no lo reemplazó ni simbólica ni pragmáticamente, a mi entender, lo hizo my bien; a Wlado le hace falta futbol y más futbol.

Junior supo tejer lo que le dio su gana en el primer tiempo. Me parece que le faltó cumbia y salsa para que goleara a Millos en su propia casa. ¿Faltaba el Metro o el Romelio en Bogotá? Es que lo que hicieron Bacca y Ruíz, fueron las jugarretas más atrevidas que niños playeros hacen cuando se escapan a jugar bola e´ trapo en la arena cálida de Barranquilla. La tribuna se excitaba y los ojos azules brillaban de expectación. Es que fue un lujo ver a este Junior del primer tiempo.

Eran 7 y hasta 8 hombres que Umaña colocaba en la ofensiva en el patio de Millos. Y Junior hizo ver my mal a los azules que desentonaban y era un sparring de mediopelo. Junior fue orden, brillo, excelencia, postura, rimo, baile, elegancia, argumento, ensayo, arte en el primer tiempo, insisto, porque el segundo fue una cháchara miedosa y sin sentido incomprensivo pero que por momentos, poquitos, trató de recuperar el halo de su bouquet perdido.
Cortés y Ruíz deberían de madurar un tanto más y no ponerse sus trapos artísticos y mal encarados con los árbitros mal formados. Déjense de payasadas y sean serios… no le muestren histrionismos a esos tipos de pito porque son peligrosos y ellos no entienden de arte. Las amarillas que se ganó Junior fueron regalos de él y otras puras endeñadas de los jugadores.

La entrada de Robayo acabó con la fantasía de Junior. Un gol de pura verraquera. Atrás la fantasía y dos puntos congelados que faltan. Peto se cansa y mide con pulgadas su dismetría. ¿Mano antes del empate? ¿mucho empate?

Me quedo con la duda inicial para los técnicos. O ¿Mucho premio para Millos? O ¿Garra de Millos?
Saludos a Dacunha.
Chulespe volverá.
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