Millonarios consiguió una importante victoria en el Campín frente a Envigado y nos hizo despertó una nueva ilusión.
Seré completamente sincero y honesto en esta entrada. Poco daba por el equipo de Lunari luego de las seguidilla de malos resultados ante el Cali, el Tólima y el lánguido empate frente a Santa Fe por la fecha de los clásicos. El equipo de ese momento no jugaba a nada, sólo habia podido doblegar a los chicos, era frágil en defensa y con muy pocas variantes ofensivas. Adicionalmente se había convertido nuevamente en un equipo con un pobre rendimiento como visitante (aún lo es) donde sólo ha conseguido un resultado positivo ante el blanco en Manizales.
Sin embargo poco a poco la perecepción fue cambiando, el equipo ha venido mejorando y ha definido finalmente un esquema de juego, el cual aunque arriesgado y ofensivo, muestra a un conjunto con hambre de gloria y con volumen de juego para marcar un promedio de 3 goles por partido como local. Las variantes ofensivas sigo pensando que son pocas, hoy por hoy, con Agudelo lesionado solo hay dos posibles jugadores a utilizar como delanteros (Uribe y Tello) y existe un margen muy pequeño de error ante cualquier eventualidad, sanción o lesión de alguno de los mismos.
Raspando, con polémica y sufriendo fue entonces como el glorioso azul logró entrar a los 8, en medio de un clásico inigualable que terminó con celebración porque dejamos en el camino nada más y nada menos que al rival de patio y disfrutamos de la algarabía y la fiesta que significa eliminar a los rojos en el clásico del semestre en el cual ellos deciden asistir masivamente al estadio.
Esto no es raro realmente, todos los que nos gusta esta vaina sabemos que lo de Millonarios siempre es sufrido, es peleado, nunca nos toca nada fácil y con frecuencia las cosas se nos complican más de lo esperado. Esta es la pasión y el sentimiento que decidió vivir esta hinchada, donde por lo menos en mis 29 años de vida, los pocos triunfos deportivos que me ha dado el equipo han sido al borde de un colapso nervioso.
Una vez dentro de los 8 y una vez eliminado el rojo capitalino, comencé nuevamente a soñar. Recordé esa ilusión que me dio una vez el equipo de Richard Paez en el 2010 y el gran logro que tuvo el equipo de Hernán Torres en el 2012. Una vez reconocido esto, diré que nuevamente hoy este equipo me llena de esperanza y de ilusión, sin duda le falta muchísimo para pensar en ser campeón, pero nuevamente veo garra en los jugadores, hambre de gloria y poder ofensivo para desequilibrar un partido.
Lo de anoche en el Campín fue simplemente un paso importante, aunque no definitivo y si Millonarios quiere pelear por el título realmente deberá confirmar en el Poliderportivo lo realizado el jueves. El marcador de ayer, es amplio y en mi opinión engañoso frente al desarrollo del juego, donde gracias a Dios se logró desenredar el partido por el error de la defensa naranja y a partir de ese momento todo fue carnaval, como ha sido desde mitad de torneo en el coloso de la 57 con 30.
No hay que sacar el carro de bomberos, hay que dejar de lado los pitos, las serpentinas y el confeti. Hoy simplemente dimos un paso importante y para algunos (como yo) estos últimos 3 partidos nos han ayudado a volver a soñar, sin que esto se torne en triunfalismos ni en soberbia, solamente en un grito interno de esperanza y un anhelo profundo por volver a vivir lo de hace un par de años. Hoy por hoy simplemente tenemos el derecho nuevamente a soñar, a revivir la ilusión y contemplar desde un poco más cerca ese gran y profundo deseo de ser nuevamente campeones.
Nada está dicho, los partidos hay que jugarlos, si nosotros pudimos meter 3 goles en 10 minutos a Gremio por Sudamericana y ayer al Envigado, ellos perfectamente también lo pueden hacer (ni recordemos el antecedente que tuvimos con Junior hace unos años). De camiseta y de estadísticas no se gana nada, la ventaja es amplia, pero aún falta el 20% de la tarea antes de pasar la evaluación.
El domingo será una oportunidad perfecta para que Lunari pueda mostrar cómo debe un equipo defenderse con balón, jugar con el resultado y no cometer el error de salir como loco a buscar un gol adicional, como lo hizo el estimado Richard Paez en aquel dolorosa noche. Esta vez, la necesidad no es nuestra y eso es algo que sí o sí debemos saber manejar.
Somos Millonarios Carajo y nuevamente nos hemos despertado!!!!!!!
Un saludo a la inmensa familia embajadora, que fecha a fecha demuestra que de lejos es la mejor hinchada del país.
Grandes Muchos. Gigante Solo Uno.
Lo Digo con Orgullo de Millos Nada Más!!
Nos vemos por redes sociales (@amorembajador y Amor Embajador en Facebook)
Un Abrazo!
Amor Embajador