Al terminar el partido los de Pasto celebraron en Ipiales, habían logrado una merecida victoria frente a un Deportivo Cali sin ideas, pesado, lento, insulso, sin profundidad y carente de fútbol. Fue una fría derrota, sin duda.
En la posterior rueda de prensa nuestro DT, Lucas Pusineri, dijo que el equipo había caído por una jugada fortuita (un desatino de Chará en un rechazo) y que eso fue prácticamente lo que tuvo el Pasto tras un partido que, no sé cómo lo vio, tuvimos con qué ganar.
Perder es uno de los tres resultados que podés lograr en el fútbol, es claro y a veces la derrota se puede justificar en un fallo arbitral, una condición del terreno, un hecho aislado o un “accidente del fútbol” como lo es un “gol de otro partido” o un VAR mal ejecutado. Podés perder, claro, porque las cosas no te salen, porque los goles no entran, porque el central rechaza al centro, porque el rival no se equivoca y te cobra.
Podés perder, claro, porque el aire se fue en la altura, porque las distancias destruyen las piernas en los vuelos o porque, simplemente, no era tu día.
Perder es posible, pero normalizar la derrota y llenarse de excusas para no enfrentar la realidad de la misma no. Perder nunca será bueno, pero es peor tratar de hacer ver la derrota como algo que “podía darse” sin más e ignorar que se dio porque simplemente la victoria no fue considerada como una opción, al menos no dentro del campo, al menos no en el funcionamiento, al menos no en lo que se espera de un verdadero equipo ofensivo.
El domingo en Ipiales no hubo un cabezazo salvador de Vargas, o una desatención del árbitro. No hubo la puntería y fuerza de Rivera, no, ayer nada de eso sucedió y el Deportivo Cali quedó expuesto en lo que tenemos: un equipo plano, insulso, carente de chispa y poder, sin un funcionamiento adecuado, sin variantes, sin profundidad. Qué pobre se vio el equipo jugando para las bandas, entregándole la pelota a Carbonero que anda bajísimo de nivel o a Mosquera que no encuentra cómo justificar su llegada.
Excusar la derrota en la altura, el cansancio o lo que sea en vez de mirar para adentro, ubicar mejor las fichas, plantear diferente las acciones y mostrar algo mas no me cabe en la cabeza y menos cuando parte de la hinchada, tal vez comparando con lo peor visto en años anteriores invita a la ceguera con “estamos de quintos”, ojo, Camilo Vargas no nos va a salvar siempre.
Deportivo Cali puede perder, claro que sí y también es cierto que somos una hinchada exigente en extremo, cansona, histérica, pero nunca ignorante y mucho menos mal agradecida, simplemente vemos lo que vemos, no lo que quieren que veamos y en la cancha del Municipal de Ipiales vimos muy poco de un plante que tiene, lejos, mucho más para dar.
Podés perder, dije, ¿cierto? Ahora que lo pienso, sí, se puede, pero el sábado es el día para que esa “regla” tenga su excepción porque con América no podés perder así estés primero o último en la tabla, así vengás de jugar en el Himalaya o en el Sahara, así llueva o caiga lava, no podés perder el sábado y mucho menos salir a no perder. El clásico, ese partido, debe ser el motivo de todo el mes, de lo que quede de energía en el tanque, de lo que tenemos por dar, todos, DT, jugadores, hinchas y asociados, ese partido, a ese partido debemos ir juntos, de la mano, fuertes, con ganas y consientes que ganar es obligatorio.
A corregir las fallas, a aceptar lo que tenemos y potencializar aquello que nos viene bien, a darle, a trabajar, a pensar en el sábado, en la victoria y nada más.
Vamos Cali, vamos carajo que no vinimos a romantizar el fútbol, sino a ganar.
Nos vemos en el estadio, nos leemos por acá
*Foto: Futbolete.com
Originalmente publicada en www.soygermanchos.com
Uníte a la conversación en Facebook acá