Así, a cualquier parte, a la maldita sea, un despeje sin ningún atisbo de creatividad o deseo de generar fútbol, de tratar bien a la pelota, de respetar a la afición. De punta y para arriba, lejos, a lo que salga, así estamos en Deportivo Cali hoy.

Salimos eliminados de la Copa Sudamericana por Santa fe en una llave en donde, de visita, logramos una ventaja que perdimos ante un rival que jugó de muy buena manera y nos permitió, otra vez, llenarnos de dudas, miedos y ansiedad. No pudimos, no tenemos con que, aunque los pagos sean altos, darle cara a un rival serio, a uno que nos juega al fútbol de manera ordenada.

Perdimos en nuestro estadio, otra vez, un partido que no pudimos remontar. No se puede, no hay cómo defender a un DT y su grupo de jugadores si de 19 partidos que inició en desventaja perdió 18, el último ante Bucaramanga que, dicho sea de paso, nos dejo prácticamente eliminados de la Liga Águila.

Don Gerardo Pelusso, a quien, incluso yo, recibimos de la mejor manera, por su pasado, por sus títulos, por sus formas ganadoras de hacer fútbol, sabíamos, la mayoría, que su modo de sentir el fútbol es una, pero la de hacerlo termino siendo otra y esa otra dista mucho, mucho de lo que hemos visto en el Deportivo Cali, de lo que el equipo necesita de lo prometido a la hinchada.

Jugadores que llegaron sin nada diferente a un representante exigente y un deseo de agradar, que se quedó en eso, en deseo porque por mucho correr o saltar no se hace un futbolista, un atleta tal vez sí, pero un futbolista, uno de jerarquía no. Por eso llegaron de ser tercer o cuarto suplente de un equipo local o de pasar por siete equipos sin conocer la camiseta de la temporada siguiente. Esos no son refuerzos, esos no son futbolistas para el Cali y menos, mucho menos, jugadores de jerarquía. No. Pregunto, porque no sé, ¿el dichoso software que tenemos no les dio un diagnostico de eso antes de firmarlos o, lo que es peor, comprarlos? ¿No hubo nadie con la capacidad (y la credibilidad) de decir “este no es jugador para el Cali”?

De punta y para arriba, a la maldita sea, a lo que salga porque eso es lo que estamos haciendo. Ensayo y error en un momento institucional que no permite equivocaciones y mucho menos más ensayos. Ya estamos grandes, profesionales y serios como para ser un laboratorio de prácticas. ¿Qué vamos a hacer? ¿Dónde están los resultados prometidos?

Tal vez el Deportivo Cali logre la victoria el domingo y se den los resultados necesarios para entrar, de milagro y sin merito, a los ocho. Tal vez al clasificar la curva de rendimiento de varios de nuestros muchachos mejore y logremos una final, tal vez en la final se motiven por la gloria (y la plata) y nos den una alegría, tal vez, pero esa no es otra cosa que otra promesa amarrada al pasado ganador de un DT cuyo presente dice que rinde a menos del 50%. Futuro incierto, triste final para un año lleno de dudas, de palabras vacías, de momentos errados y falta de liderazgo.

Viene un cierre de año con la hinchada cada vez más lejana, que se siente irrespetada, maltratada y, por lo que escuché en el estadio hace poco, estafada.

¿Será que clasificamos? Mi deber como hincha y asociado es sentir, creer, desear y esperar que sí, pero la veo complicada, no porque no pueda obrar el milagro, sino porque siento que a los muchachos les da lo mismo salir a vacaciones como eliminado, finalista o campeón. Apatía incoherente con el fútbol uruguayo.

Marco Caicedo, nuestro vicepresidente habló con la prensa local, se nota compungido, dolido y con una voz apagada, diferente al tono desafiante de hace un año e incluso hace seis meses. Estamos igual señor Vice, estamos exactamente igual porque no se entiende cómo, a pesar de trabajar, dar herramientas y prometer mejorar cada día, el resultado sea tan desesperantemente pobre. Tinto amargo este que tuvo que tomarse solo nuestro vice porque el presidente, elegido hace poco menos de un año, prefirió (en su libertad como persona y absoluto derecho) no estar al pie del horno cuando las papas queman.

¿Y ahora qué? Don Gerardo estará seguramente hasta fin de torneo, si por mi fuera no lo renuevo ni lo dejo seguir interactuando con el club más y con él le daría, revisando la parte financiera claramente, salida a varios jugadores que, o llegaron de manera equivocada al club o que, hechos en el club, ya su aporte no es significativo.

Hay que trabajar más y con seriedad.  Vamos en el primer año de este nuevo CE y su equipo de asesores, el 25% del periodo para el cuál fue elegido y hasta ahora el balance visible es preocupante. Cero de cuatro en objetivos deportivos, canteranos desmotivados, fútbol feo en la cancha, asociados alborotados (y con razón), hinchas enojados y falta de dinero que, sigo sin entender por qué, se empeñan en ventilar cada día con más fuerza debilitando la marca. Hay realidades que, si bien no se esconden, es preferible manejarlas con mayor prudencia.

Vendrá entonces el 2019 con este panorama. Jugadores que no se entregan a fondo, un DT (si es que continua, lo cual sería un error) amarrete, terco y carente de belleza en su juego, así como de resultados, porque, seamos sinceros, estos últimos tal vez lo haría ver menos feo.

Un 2019 corto en dinero, salvo un par de negocios que se deben hacer sí o sí y, a no ser que nos ilumine el de arriba y se den los resultados que esperamos, sin torneo internacional.

De punta y para arriba no es el mejor camino, es hora de poner la pelota al piso, rodearse de mejor y mayor talento para procurar, con orden, encarar lo que viene sin especular, de frente, con voluntad y por todo, con toda, como debe ser y no excusándose, evadiendo o ignorando a la hinchada ni a los asociados. Hay que incluir, hay que acercar, hay que unir.

El fútbol es de conjunto, las instituciones no tienen apellido y el Deportivo Cali, por amor a Dios, lo es todo así que, directivo, asociado, hincha, entrenador o jugador, es hora de sentirlo así o admitir que el Cali no es para vos.

Nos vemos en el estadio, nos leemos por acá.

 

Germán Salcedo Cajiao

@germanchos

 

*Originalmente publicada en TeQuieroCali.com

*Foto: elpais.com.co