La hinchada, todos, estábamos celebrando, pero una celebración extraña, como quien celebra que el cielo este nublado porque va a llover, pero no está preparado para el aguacero. Celebramos, sí, porque cada triunfo debe celebrarse, cada gol cantarse y más si es en casa. Celebrar, algo que con el Cali este 2018 ha sido complicado de sostener pudiendo, tranquilamente, hacerlo cada ocho días o cada tres, cuando nos toque jugar por el calendario que nos imponen o que elegimos.
La barra cantaba al final del partido, “Yo soy del Cali señor” y la gente, los mismos de siempre y unos más (12.893) los siguieron, una vez en el parqueadero los cantos cesaban mientras las miradas se perdían en el cielo y el suelo, Dios qué feo estamos jugando, pensé preocupado.
“Cómo me voy a olvidar si desde chico a mí me decían” … cantaban, y sí, cómo me voy a olvidar si desde chico a mí me decían que jugar en el Deportivo Cali es un orgullo, algo que no es para todo el mundo porque nuestra camiseta “pesa una tonelada”.
Cómo me voy a olvidar si desde chico a mi me decían que el Deportivo Cali es fútbol bien jugado, ofensivo, de talento y firme en defensa. Que los arqueros son figuras cuando corresponde, no en cada partido y que, como “la Amenaza Verde” el equipo sale a jugar libre, con gusto, por los goles, por agradar, para mostrar que sienten la camiseta, el compromiso y la responsabilidad de ser un verdiblanco. Cómo me voy a olvidar si no solo me lo decían de chico, sino que muchas veces lo vi, los viví.
Cómo me voy a olvidar si desde chico a mí me decían que el Deportivo Cali, como institución y en sus formas, es un ejemplo para muchos otros porque para nosotros siempre primero estuvo el escudo, los colores y todos nuestros valores por encima de quien o lo que fuera.
Yo soy del Cali señor, asociado e hincha del Deportivo Cali y no creo que me hice, no, yo nací así, caleño hasta los huesos por eso lo cuido, lo defiendo y estoy por y para este maravilloso club y no solo de palabra, no, de hechos mismos que me cuestan los adjetivos que me ponen, buenos o malos, desde los vituperios hasta que me digan “romántico” o “iluso”.
Yo soy del Cali señor y me duele, me molesta, me jode tener que aceptar, porque taparlo es necedad, que estamos ante un momento oscuro, de poco o ningún fútbol por Liga y con una apuesta, porque en este punto lo es, enorme al buscar la Copa Sudamericana. Hay que lograrla.
Yo soy del Cali señor y
Comencemos con sentir y saber que un discurso de grandeza no empieza ni debe hacerlo con excusas. Un discurso de grandeza sale del corazón y la cabeza, del deseo y la voluntad, del trabajo y la fuerza testicular. Un discurso de grandeza no habla de calendario, de árbitros, comentaristas deportivos o tuiteros, un discurso de grandeza habla con resultados, desde los resultados, con motivación directa y con vehemencia. Cabeza arriba, orgullo entero. Autocritica y responsabilidad, mucha responsabilidad. Un discurso de grandeza se habla de frente, sin temor al que dirán porque no importa nada cuando se cree en él y se hace con firmeza.
Cómo me voy a olvidar si desde chico entendí que el Deportivo Cali es mi vida y mi pasión, que acá estoy, dolido, pero estoy, porque abandonarte no es una opción y menos cuando, sin necesidad de publicarlo, juré que estaría con el verdiblanco en las buenas, pero sobre todo en las malas porque en las buenas está cualquiera.
Complicados para clasificar en Liga nos queda la Copa Suramericana, llegar a la final y ganarla. ¿Tenemos con qué? Así muchos lo duden, aunque las pruebas son irrefutables, creo que sí, porque si no lo hago, ¿Cómo puedo decir o gritar “Yo soy del Cali señor”?
Por y para el Deportivo Cali, nos vemos en el estadio, nos leemos por acá
Germán Salcedo Cajiao
*Foto: Occidente.co y Cuenta oficial Twitter Conmebol Sudamericana. @sudamericana