Con ese logro del domingo quedaba otro pendiente y era el paso a segunda fase en la Suramericana en la que debíamos dejar por fuera a Danubio visitándole con una ventaja lograda en nuestro estadio de tres goles. Fuimos, empezamos perdiendo, logramos remontarlo con golazos de Benedetti y Delgado (remontar, bien poco se ve, pero se hizo) para perderlo finalmente. Tres goles de los uruguayos y los tres calcados, centro al segundo palo y gol.
Clasificamos en la Copa porque logramos un global de 5-2 con tres goles en casa y dos por fuera, clasificamos porque el ahorro de local alcanzo como lo hizo la reacción en el segundo tiempo, todo esto impulsado sin lugar a dudas por el alma batalladora y profesional de don José Sand. Esperaremos rival en el sorteo del próximo 04 de junio.
Clasificamos, en Liga Águila y en Copa Suramericana, lo logramos y es un motivo para estar contentos, sí, celebrar por lo que significa para la institución, sus finanzas y el trabajo del comité ejecutivo, el cuerpo técnico y los muchachos.
Clasificamos porque lo hecho sirvió, porque se hicieron bien muchas cosas y porque, como lo escribí en la entrada anterior, vivimos de los ahorros. Seguimos, sí, porque en el Deportivo Cali no clasificar es no cumplir con el deber, es estar por debajo de lo mínimo esperado, simple.
El equipo viene entre un bache. La ausencia de Kevin se nota más cuando quienes deben reemplazarlo se enredan solos entre malos posicionamientos, lentitud y una equivocada vehemencia. Lo que nos ha pesado la ausencia de Balanta, Dios, un montón.
Bache que se nota, adicionalmente en los resultados pues, incluyendo el de Copa, llevamos cinco fechas sin cosecha de tres puntos y tan solo hemos logrado cuatro unidades de los últimos 21 puntos disputados para un, déjemoslo sin adjetivo, 19% de rendimiento en esos encuentros. No es muy buena carta de presentación para enfrentar instancias finales.
Y aquí empieza lo bueno, o mejor, lo malo, al menos para mi. Partamos de un hecho fundamental al que no le cabe discusión: la verdad es de uso libre y cada quien, usando ese derecho no solo a opinar sino a hacerlo sin limitaciones, puede sentir, pensar, decir y escribir lo que bien su alma le dicte. Toda opinión es respetable y tienen el mismo valor siempre y cuando venga con un sustento argumentativo que permita el debate con respeto, no descalifique la contraria y mucho menos sea expresada con violencia o grosería, en ese caso no es libre expresión, es pataleta.
Hay muchas opiniones encontradas respecto a jugadores y su papel, los méritos del comité ejecutivo (aunque en ese caso siempre habrá detractores, porque el poder, o la falta de él, llama a eso), el posible rol del equipo en las finales, el desempeño de don Gerardo Pelusso y su cuerpo técnico.
Es triste, al menos para mi, saber que hay «hinchas» que celebran los traspiés con tal de sentar una posición opuesta al deseo del resto de la hinchada. Es lamentable ver cómo seres humanos con trabajo y obligaciones proponen amputarle los miembros inferiores a un jugador o retirarle el trabajo a un profesional simplemente porque no son afines a sus métodos.
Ojalá la vida no les devuelva eso nunca. Pagar una boleta, una acción o la administración de un palco te da, como obligación, no solo el procurar cuidar lo tuyo sino velar porque otros lo hagan y, por supuesto, exigir que ese valor pagado sea retribuido, si no con espectáculo, al menos con resultados, eso se entiende, pero de ahí, es una opinión personal, a no tener la capacidad para estar feliz por lograr avanzar en un torneo internacional, qué pena, es, a mi juicio, mezquino.
Estoy, como lo podés estar vos y muchos otros, contento, sí, conforme, también, porque el equipo logra resultados, su deber, pero también estoy preocupado porque no se ve fútbol, siguen las dudas donde antes había certezas y seguimos sin cómo remontar un partido. Me preocupa, pero no me llena de odio, no me invita a la catástrofe y mucho menos, jamás, a desear el mal simplemente para poder decir «te lo dije» y eso, creo yo, tampoco me convierte en un «tibio» o en un «mediocre», ¿o si?.
Deportivo Cali es una familia, la familia verdiblanca, con todos sus componentes y entre ellos opiniones, conceptos y mucho, mucho (a veces de más) sentimiento. Estamos todos en que al Deportivo Cali lo amamos, ¿no? Pues bueno, ya tenemos algo inmutable en común, porque el amor por el Deportivo Cali no conoce condiciones ni tiene fecha de vencimiento.
Entonces, ahora que viene Nacional vamos a la cancha con actitud positiva, confiemos y creamos en los muchachos, en su profesionalismo y criterio. Démosle apoyo a don Gerardo, abracemos a ese viejo y que sepa que cuenta con nosotros (sin que abuse) para ir por todos, juntos, fuertes, como debe ser siempre. Que lo único divido el sábado sea la opinión, pero como hinchada, seamos un solo frente, un solo cuerpo y entreguemos el alma en nuestro estadio, juguemos como lo que somos, locales, verdiblancos, orgullosos e hinchas del glorioso.
Vamos Cali, vamos carajo, que nos invada el espíritu del ‘Pepe’ Sand y que como él, dejemos todo en la grada, es lo mínimo, es lo mas. Vamos Cali, en su cabeza, manos y pies confiamos, en ustedes creemos, en nosotros, juntos, uno solo verdiblancos, con toda, por todo.
Nos vemos en el estadio, nos leemos por acá.
*Foto: ElTiempo.com