Pero eso es el pasado, ahora, en nuestro presente, nos jugamos es el futuro. Ya el tiempo de ajustar y preparar el equipo se dio, ya los errores deben ser corregidos y quienes salgan al césped del estadio de Avellaneda deben, sin importar su edad o trayectoria, dejar los nervios y el miedo para otro día. No hay tiempo para discursos, para peleas ni para argumentos sin el respaldo de acciones. Es una final, una de tres por que resta en la fase de grupos en la Copa Libertadores y de pasar, cosa que esperamos, será la primera de un camino aún más complicado. Un partido definitivo.
Los últimos juegos del glorioso han sido tristes, sin alma y sin vida. Planteamientos timoratos, llenos de dudas e inseguridad. ¿Dónde queda el «vamos por todo, con toda»? El jueves lo veremos, como debe ser, porque de ahí en adelante debe verse, ya, un cambio, en la actitud, en la mentalidad y entrega no solo de los jugadores sino del cuerpo técnico. Si vamos a darnos de trompadas que sea con la pelota, si vamos a poner huevos y ser «machos» que sea en la cancha, con goles y fútbol, no con patadas. Eso se debe ver ante Racing, es un partido definitivo.
Se habla en la prensa local caleña, en la buena y en la mala prensa, que de lo que suceda en este partido el comité ejecutivo entraría a tomar decisiones, ya hay una: un generoso premio por los tres puntos. Algunos discuten la medida, para mi es normal dentro de un escenario de desesperación y confusión. Esperemos los jugadores se ganen esa platica y que no sólo el billete los motive sino también eso que nos mueve a los hinchas: el amor por el verdiblanco, el respeto por el Deportivo Cali y el deseo de verlo, siempre, ganador. Por cierto, ¿ya incluyeron el «clásico» excluido en el abono? deberían.
Cuentan desde ya con mi apoyo y con el de muchos hinchas, que preocupados, claro, seguimos hasta el final. Ya no voy a pedirle a los otros «hinchas» que apoyen, no, menos cuando se nota que a muchos (incluso con camiseta y escudo en sus fotos de perfil en las redes sociales) prefieren hacer eco a la prensa dañina y esperar que el Cali pierda para, con un gusto extraño, salir a «celebrar» como si fueran hinchas del rival o de otro club. Es algo que no logro comprender, es problema de cada quien.
Por mi lado siempre creeré en el Deportivo Cali y le desearé lo mejor porque cuando ellos ganan me alegran la vida y cuando pierden, no pierden solos, perdemos todos. Obviamente, no estoy ciego, el amor lo es, el amor por el fútbol no tanto y es por eso que sé que el equipo tiene más de lo que muestra y que debemos, tenemos, que cambiar para que eso se vea porque cada intento de ajuste (en el 2016) no ha funcionado y eso ya no es normal.
El del jueves, reitero, es un partido definitivo, uno que le puede cambiar el momento a nuestro Deportivo Cali, hay mucho en juego, no sólo el honor y el orgullo, sino la vergüenza deportiva de los integrantes del plantel y el prestigio de la institución, por ello, porque me importa y duele, creo en la victoria, quiero la victoria, necesitamos ganar, HAY QUE GANAR.
Lo que suceda después lo veremos después. Vendrán las felicitaciones o las explicaciones; los premios o las despedidas. Lo que tenga que pasar, que pase. Es un partido definitivo, para todos y, como nunca, es con toda, por todo. ¡Vamos Cali, vamos arriba!
Nos vemos en Palmaseca, nos leemos por acá y que Dios nos ampare.
Germán Salcedo Cajiao
*Fotos: Futbolete.com y ElTiempo.com