Venimos con nuestra fea costumbre de ser irregulares. Tenemos un equipo suplente que gana mientras uno titular que lo hace en los entrenos.
Hay dudas y hay molestia en la exigente hinchada azucarera y para el encuentro en Palmaseca por la Copa Libertadores, no hay margen de error ni de espera. Es a todo o nada.
El ambiente no es el mejor. La hinchada, que de por si responde muy poco, se ha mostrado reacia a cumplir con su deber, el de acompañar. Pocas boletas vendidas antes del juego, hasta hace unos días no llegaban a 1.000, hicieron que el club optara por una pobre ejecución de una estrategia comercial y saliera con un tardío 2×1 en las entradas. No sé, no averigüe, si resultó. Espero, de corazón que si pero algo me dice que en Palmaseca estaremos los mismos de siempre.
Los jugadores siguen hablando más de lo que actúan, el profe no encuentra explicaciones al por qué si se trabaja una cosa en la cancha se hace otra. Seguimos desconcentrados, generosos, permisivos y sin reacción. Lo peor de todo es que son un grupo de talentosos jugadores guiados desde la raya por quizá el amante más grande que tiene el Deportivo Cali, es decir, hay con qué y tenemos cómo hacer mejores partidos, mejores planteamientos y motivar a la hinchada (a los que de verdad lo sientan, a los patos tuiteros y a quienes viven de la moda no) a regresar.
Estoy entre triste y molesto, si, y aunque a nadie le debe importar, se me nota. Solo quiero que, como siempre, el Deportivo Cali me de una alegría, pero no solo en un frío resultado sino que después del partido llegue satisfecho porque Hernández no tuvo problemas, porque la zaga no dejó rematar a ningún jugador con claridad; porque en el medio no pasaron jugador y pelota al mismo tiempo y porque los laterales dieron cátedra de relevos, marca y proyección.
Quiero llegar a casa y contarle a todos como Roa salió de la friendzone y le corrió sangre por el cuerpo mandándose un partido solo equiparable con la monumental entrega y claridad de Sambueza; quiero llegar con goles, con celebraciones, con la sonrisa de Preciado y los corazones con las manos de Borré. Sé que hay cómo, se que hay con qué y, lo creo así, no es mucho pedir.
Quiero una rueda de prensa sin excusas, solo felicitaciones de un grupo de periodistas acostumbrados a la cizaña y la mala leche simplemente diciendo «lo felicito profe, fue brillante». Quiero, necesito que ganemos, que sea una victoria clara, sin dudas, contundente y digna de nuestra historia.
Podemos clasificar, claro que si, hice, en un momento libre que tuve, varias combinaciones de resultados. Podemos clasificar primeros como salir últimos del grupo. Sea cual sea la combinación para clasificar necesitamos, si o si, ganarle a Racing, a Bolívar y sumar en Argentina mínimo uno dependiendo de resultados o más para seguir derecho. Complicado.
Hay que hacer cambios, de eso hablamos en cada partido y sin embargo seguimos sin hacerlo, el principal y mas necesario, es el de actitud y no solo para los jugadores sino para toda la familia Deportivo Cali y quienes nos rodean. Viejo, no podemos seguir siendo hinchas contra hinchas; no podemos seguir alimentándonos de periodistas mal intencionados, no debemos seguir pasmados ante la irregularidad, hay que exigir, hay que hacerlo y la mejor manera de notarse es en la cancha. Es imposible que un deportista profesional, al ver un escenario deportivo lleno, no sienta vergüenza deportiva y se haga matar por su divisa, aunque debería ser así en todo, para todo.
Señores, hay que creer y demostrarlo. Vamos Cali, a todo o nada.
Nos vemos en Palmaseca, nos leemos por acá
Germán Salcedo Cajiao
Fotos: Futbolred.com y El País.