Enero
27 de 2012
Por
Azzurro
Estamos
a escasas horas de reencontrarnos con Millonarios. El torneo 20120 arrancará
con un clásico que muchos creyeron iba a ser la final del torneo pasado. Como
un capricho del destino, la suerte nos regala un clásico como el primer paso en
este nuevo sueño que comienza.
Luego
de la eliminación de Millonarios, todos los hinchas entramos en una fase de
tristeza llena de esperanza. Quedamos con un sabor en la boca que nos decía que
Millos había perdido una oportunidad sólida, real y clara de volver a ganar una
estrella. Sin embargo, también quedamos con la frente en alto, porque sabemos
que el equipo corrigió el rumbo y que la apuesta de directivos, hinchas y
jugadores parece ser una apuesta ganadora.
La
época de contrataciones fue turbulenta. Más allá de la calidad de los
refuerzos, la información fluyo en desorden: fuentes oficiales de Millonarios
confirmaron la llegada de algunos jugadores y a las pocas horas se vieron
obligadas a desmentir lo que ellas mismas habían confirmado. Hubo confusión,
sumada al descontento de varios que piensan que la mayoría de jugadores que
llegaron a Millos no son refuerzos, sino meras «contrataciones».
Personalmente,
creo que la apuesta de Millos es clara. El equipo invirtió para mantener a
jugadores que ya demostraron que no les queda grande la camiseta Embajadora y
que funcionan bien en Bogotá. Es muy positivo que jugadores como Ramos, Ortiz,
Ochoa, Franco, Candelo, Vásquez, solo por nombrar algunos, continúen vestidos
de azul. El equipo se la jugó por sostenerlos y evitó la tentación de vender o
dejar ir a baluartes azules como Pedro Franco. Celebro la visión de continuidad
que los dirigentes azules le están imprimiendo a nuestro equipo. Me perece un acierto.
De
la misma manera, veo una apuesta comercial/empresarial que es vital para el
equipo. En las varias entrevistas que dieron Álvarez y Silva, me llamó la
atención que siempre se referían a Millonarios como una «empresa». En esa
medida, insistían en que debían cuidar los gastos, generar ingresos y cuidar
los activos de la «empresa». Me gusta ese pensamiento, siempre y cuando
entiendan que esta empresa vende emociones, pasión e ilusión. Con eso no se
juega. Así las boletas para ver a Millos sean las más caras de Colombia, los
hinchas las pagaremos igual que un cliente o consumidor que paga bien por
marcas y productos que le gustan, lo satisfacen y lo hacen feliz.
Pero
tal vez lo más importante de la apuesta Embajadora es la obligación de traer la
estrella 14. Ese es el fin último, el objetivo básico, la razón de ser de todos
nosotros. Podemos criticar a los «refuerzos», celebrar la continuidad de varios
jugadores, debatir sobre las capacidades de Páez, sentirnos clientes de una
empresa futbolera o alegar por el marcado acento paisa de nuestro presidente,
pero todo será en vano si no llega la anhelada estrella 14. Estoy dispuesto a
jugármela por la apuesta de este Millonarios, siempre y cuando el objetivo sea
claro, la necesidad compartida y la decisión inquebrantable. Este Millos tiene
que salir campeón para que se termine de marcar el cambio de rumbo y el
nacimiento de una ilusión azul que debe durar 100 años más.
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Azzurro