Hubiera deseado escribir acerca de la épica victoria de Junior en Bogotá y su clasificación a la final de la Liga; pero no, la realidad es que el empate en la capital no le alcanzó al equipo de ‘Cheché’ para lograr un cupo en la pelea por la anhelada octava estrella. Ante los azules, el conjunto tiburón pareció conformarse siempre con el empate, aun sabiendo que se estaba dando el resultado en Pasto, el equipo nunca buscó insistentemente el arco de Luis Delgado. Cuando se dio a conocer la formación con la que jugaría Junior, surgieron en mi cabeza muchas dudas: ¿tres volantes de contención?, ¿Vamos a defendernos?, ¿Por qué jugar con un módulo nuevo (4-3-2-1) en un partido tan decisivo?, Hubo  18 fechas (en el Todos contra todos) para ensayar distintas alternativas, ¿Por qué ahora? Aun así, entendí que ‘Cheché’ hace un trabajo en los entrenamientos que los hinchas desconocemos y a lo mejor haría variantes para el segundo tiempo, donde pensé que pondría toda la carne en el asador.
El partido empezó y como era de esperarse los locales buscaban insistentemente el arco de Viera, mientras Junior aguantaba y esperaba a su rival para contragolpearlo. Durante los primeros minutos observamos  un Millonarios con gran posesión del balón pero sin profundidad, hasta que el señor Leonardo López, que se ha destacado más por insultar a los hinchas de Junior en Twitter que por jugar fútbol, cometió una infantil agresión a quien hace unas semanas llamó su hijo en el fútbol (Jhonny Ramírez). El jugador nacido en Puerto Boyacá, dejó a su equipo con un hombre menos y se me ocurre que dañó los planes que  ‘Cheché’ Hernández tenía para el partido (otro motivo por el cual no me atrevo a decir que fue mala idea jugar con tres recuperadores, no sabemos qué hubiera pasado).
Con un hombre de más, el equipo azul dominó el partido y creo un gran número de ocasiones para anotar en el pórtico barranquillero, pero el tanto local nunca llegó, el partido terminó sin goles y el empate le bastó a los embajadores para llegar a la final. La eliminación no me tomó por sorpresa, pues esta no se perdió en Bogotá, si no en Barranquilla, donde obtuvimos tan solo cuatro puntos de nueve posibles. Es increíble que le hayamos sacado tres puntos de diferencia en los enfrentamientos directos a quien considerábamos nuestro rival «más fuerte» (Millonarios) y que no hayamos hecho lo propio con Tolima y Pasto.
Más allá de la eliminación, hay muchos puntos por evaluar en este Junior 2012-2. En primer lugar, recordemos la frase del máximo accionista del cuadro rojiblanco (Fuad Char) a José Eugenio Hernández a comienzos del semestre: «Todo se le dio profesor, ya no tiene excusas». Ciertamente, parte del fracaso del club costeño es responsabilidad de su entrenador, que tuvo un ‘Ferrari’ y no lo supo manejar.  Junior nunca tuvo una idea clara de juego, carecía de identidad y dependía mucho de sus individualidades, fue un equipo que no lograba hacer bien la transición de ataque a defensa y viceversa, por lo que sufría mucho cuanto era contragolpeado, mientras que no hacía mucho daño a través de este medio.
Si miramos uno por uno todos los partidos del torneo, notaremos que Junior evidenciaba cierta mejoría en dos o tres juegos seguidos y después parecía retroceder dos pasos en cuanto al fútbol que mostraba. Por citar algunos casos, el equipo tan solo había recibido un gol en las cinco primeras fechas (donde su nivel fue siempre en aumento), en la sexta sufrió demasiado ante un Itagüí que jugó gran parte del partido con diez hombres y en la séptima recibió tres goles en el Metropolitano. El equipo sólo pudo ganar de visitante hasta la novena fecha del campeonato y cuando lo hizo, empezó a ceder en casa (empató con Santa fe) y posterior a esto perdió frente a Millonarios. Es cierto que lo más importante en el fútbol son los resultados, pero cuando estos no van acompañados de un buen juego, queda evidenciado que en algo está fallando el entrenador del equipo;  por el contrario, cuando un equipo pierde jugando bien, su técnico generalmente no tiene nada que ver. La suerte también juega un papel importante en el fútbol.
No obstante, ‘Cheché’ no es el único responsable del mal semestre del cuadro barranquillero. El estratega bogotano no puede cargar sobre sus hombros la culpa de todo lo que ocurrió con Junior. No podemos condenar a ‘Cheché’ por el bajo rendimiento de quien se pensaba iba a ser el mejor del semestre: ‘Teo’ Gutiérrez, pues todos queríamos al delantero ‘Made in La Chinita’ de vuelta al equipo de sus amores. Tampoco tiene nada que ver con los malos partidos del ’10 tiburón’ en los cuadrangulares, ni con que este se haya puesto a hablar de su contrato en un momento inoportuno. Expulsiones tontas como las de Narváez (frente a Pasto), que no volvió a ser el mismo del año pasado y la de Leonardo López (el pasado domingo) son cosas que se le salían de las manos al técnico Hernández.
Lo de Giovanni Hernández es de no creer. Siempre he defendido al crack caleño, pero es el colmo la pataleta que forma cada vez que se acerca el fin de su contrato. Este año no fue la excepción y en el momento menos oportuno tocó el tema e hizo comentarios que cayeron mal en la afición juniorista. El vallecaucano de 36 años de edad, aspira a dos años más de contrato en Junior (lo que según él le ofrecen otros equipos), pero el club barranquillero le ofrece uno, y a decir verdad hasta eso parece mucho teniendo en cuenta sus más recientes actuaciones.
No sé quién remplazará a ‘Cheché’, pero quien lo haga debe tener más en cuenta a los jugadores de la cantera, de donde han salido varias de las más grandes figuras del fútbol colombiano. Jugadores como Alan Navarro, Léiner Escalante y el mismo Armando Nieves, a quien ‘Cheché’ marginó por supuestos problemas de convivencia, seguramente serán profetas en su tierra si reciben más continuidad. En el caso particular de Nieves, es lógico que hubo una gran injusticia, el barranquillero fue maltratado por José Eugenio Hernández, quien llegó a empujarlo y reclamarle airadamente por un gol que había recibido Junior. He tenido la oportunidad de hablar con varios jugadores del club, quienes coinciden en afirmar que el espigado central nacido en Barranquilla nunca ha tenido ningún inconveniente con sus compañeros.
El fútbol nos da revanchas, Junior nos tenía acostumbrados a jugar finales (había jugado tres en igual cantidad de años), pero los que hoy lloramos mañana reiremos y viceversa. Más aún en un fútbol como el colombiano donde cada seis meses se corona a un nuevo campeón.
Nos seguimos leyendo en estas vacaciones (tanto de Junior como mías y de muchos de ustedes) ante cualquier novedad. Si tienen problemas para comentar en la página, recibo sus comentarios en mi cuenta de Twitter o en mi correo electrónico (migueleliaspuma@gmail.com) Hasta pronto.