Fue un buen juego en una ciudad acogedora, hirviente de fiesta y de clima, pujante Magangué (http://www.magangue-bolivar.gov.co/); epicentro del sur bolivarense y rodeado de aguas
históricas del Magdalena imponente colombiano. Los fritos, el bocachico, la brisa dulce del rio, la gente de colores y un estadio viejo, enredado en yerbas gruesas y sucias, acabado a medias, pero pintoso y pequeño para tanta gente que asistió engalando a una ciudad intermedia con el deseo del progreso a cuestas.
¿Es el fut un signo que acerca la gastronomía, la cultura, la arquitectura magangueleña y por supuesto, grandes deseos de festejar goles?
Sí que lo es… porque los 6 goles de hoy, en su breve estadio, cotizaron las gargantas de los fanáticos que alegres dieron el mejor ejemplo
de compañía caribeña sellando el festín futbolero con un signo de paz.
Me imagino que de hacerle seguimiento a los fanáticos, me encantaría, pues los puestos de fritos, de bueñuelos, de cervezas, de guarapo y de comentarios
esqueineros alrededor del estadio, constituyen la muestra de que Magangué cumplió con un clásico costeño a todo dar.
El Junior fue recibido como si fuera un gran acontecimiento empresarial, y qué decir del Real… el local de hoy, ya que los hinchas se apretujaron para ver los jugadores de cerca y firmarlos con la mirada festejada y admirada.
Un partido donde se vieron los remiendos de un Junior re-mejorado, que no se dejó pero que el Real sacando su estirpe de guerrero fue más que un heroico rival, pues sus líneas fueron alegres y soportaron los 33 grados, los que a Junior le calaron la capacidad pulmonar, física y por ende futbolística.
Quintabani hizo todo lo que pudo con los cambios, excepto en divergentes ataques pues le faltaron recursos para tocar adelante y defenderse, algo que toca trabajar frente a Tolima el próximo domingo 12 de febrero.
Paez respondió como centro delantero y supongo que con Sherman conectado, en el flujo de partidos, pueda tejer con Gio los suspicases ataques interesantes que hoy pre-dibujaron.
Los delanteros: Bacca, Cortés, Paez, Gio a veces, Barahona… fueron incisivos y aguerridos pero a veces la marca en el medio, del Real, fue mucho más que la neurovelocidad de un Junior que quería pero que el Real jamás lo dejó pensar, sólo a ratos y fue cuando Junior se soltó y le trabajó la pelota al Real y ahí estábamos fijando el ojo pues se veía que el equipo podía empaquetarle al Real sus pepazos pero todo fue al Revés pues,
los cartachos fueron violentos a la hora de decidir… y entró una estrella llamada Palomino, parecido a Pino, que fue capaz de penetrar como quiso el bloque más débil de junior, la defensa.
Por un momento dejé la oreja en el hincha que decía: «Viera parece Berbia y Berbia parece Viera»… no dije ni pensé nada.
La dejé ahí como una voz del inconsciente colectivo que acusaba pero que a la vez le daba una lección a Junior de quien sabe qué cosa, pero que dolía, pues Berbia se comportó hoy como hubiéramos querido que se comportara cuando estuvo con Junior.
Así es la vida, llena de revanchas, de vendettas, de nuevas oportunidades y el fut no escapa ello.
Un lección recibió Junior una pedagógica.
Un Quintabani fresco que también se autoleccionó, a pesar de la brisa cálida de una Magangué que acogió a un Junior que no está mal y que esos tres puntos corresponderán a un equipo como el Real que me alegra que haya sido él el que nos pedagogizó de entrada, inaugurando una supuesta madurez, una supuesta invencibilidad imaginada pues hay todavía hinchas que piensan que como el equipo se armó con «figuras» dizque invencibles, costosas, de cartel y demás luminarias, pero que esos hinchas faltos de crítica, también deben saber que a veces, las figuritas esas, también se despegan de los albumes.
Chulespe volverá, esa vez, con bandera y grito afilado apoyando a mi Junior. No perderé la fe, jamás.
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