Como si fuera el peor disfraz de cualquier época, el Junior, nuestro equipo adorado, disimuló un remedo de antifunción coherente y perdió en nuestra casa contra un Quindío por dos goles a cero.
Un estadio abandonado por el poder de la hinchada, apenas una gran soledad se montó en las tribunas.
Y un Umaña sin su poder ni su maestría dirigía en una cancha y a un equipo desbrujulado, desordenado y con un cansancio que a su vez, hizo que la decepción, como objeto paradójico reinara en nuestros corazones.
No se puede decir más de lo que hoy presenciamos.
En cuanto al equipo Quindío, en éste se vio la seriedad para enfrentar al Tiburón. Y sus goles son la respuesta del trabajo del Pecoso, de sus muchachos que cada vez más se alejan del descenso. Una lección de actitud y de honestidad se vio en la cancha por parte de los cafetos.
Hoy Barranquilla, como la Costa entera está de duelo, muere de indecisión por una enfermedad desesperanzadora porque no sabe qué pasa en el interior del equipo. Hoy vimos una latencia moribunda que palpita con escasos signos de una existencia alegre y académica del futbol, como la había mostrado antes, y permite cada vez, que el Coco, nos juegue una mala pasada.
¿Pero será el Quindío el signo que nos juegue una mala pasada o habrá un «ente» infiltrado en cada una de las consciencias del equipo? Exigimos una respuesta sincera que se exprese con acciones contundentes. Como hinchas debemos ser autocríticos y no dejarnos confundir con repuestas racistas, regionalistas ni mucho menos con interpretaciones que están por fuera de nuestro equipo. Echarle la culpa al periodismo, a los bares de la ciudad o a las salidas nocturnas y furtivas de «algunos» bien puede ser un listado de posibles respuestas, pero creemos como hinchas que las soluciones debemos trabajarlas ya, en este inmediato presente.
Hay sospechas que son chismes, hay run runes y hay una locura desorganizada que permea nuestras estructuras y habla contundentemente de que «algo» está en el lugar de la normalidad.
Mañana será otro día, pero los días seguirán siendo lo que son y habría que cuestionar, diagnosticar y equilibrar, tal como una evaluación exigente; nuestras insignias, historia, peso simbólico y por supuesto nuestra función deportiva deben pasar por el filtro de la reflexión. Al hacerlo deben incluirse todas las bases y estructuras componenciales del equipo. La dirigencia del equipo debe protagonizar estas acciones donde los hinchas también podamos participar.
NECESITAMOS UNA RESPUESTA.
¿Qué es ese «algo» que ensucia nuestra situación actual de equipo?
Hoy deseo enviarle un saludo a la seriedad y pedirle que vuelva a integrarse en nuestro equipo.
Chulespe volverá.