REAL 1, JUNIOR 0

Los
pesimistas -que son los conocedores de este Junior que viene dando tumbos-, estaban
esperando que, por ahí, faltando diez minutos para que terminara el juego, Didier
cometiera un error para que los hinchas de Junior fuéramos a lamentar… esos son
los mejores semiólogos de la cultura futbolística de Junior. Los optimistas
esperábamos un argumento brillante de Gio o de Bacca, un centro de Palacios o
de Fawcett para cantar un gol -en esta tarde cartagenera se comieron goles-, o
los conformistas que esperaban un empate deslucido, enredado como el juego de
hoy en Cartagena, y traerse un empate que sirviera para treparse, un tanto, a
la nevada del fútbol colombiano.

Uds lectores
saben lo que pasó. Otra vez, Junior regaló un partido que tenía embolsillado, aplazando
la esperanzadora  idea de permanecer
entre la gramática de los cuatros equipos encopetados que irían, en el mañana,
a disputar la final del campeonato. Pero no, no nos dio nada, otra vez nos
engañó su fut y de nuevo Berbia, perdón, Didier, la embarró para plácemes de
otros. Y digo regalo porque traerse un punto de Cartagena, cuando no se podía
celebrar un triunfo, era un tesoro… máxime cuando el Real nos venía ganado
todos los enfrentamientos como de local y visitante, en la Copa y Liga
Postobón.

Mi deseo es
expresarme como un ser humano cualquiera, pero no para ofender la performance de Didier, sólo que uno como
fanático, y en la grada o frente a la tele, siente, ve, interpreta el posible
error del otro, y en esa percepción, ocurren los signos que se enlazan con el
dolor de la derrota y ¡zas!, le echa uno la culpa al actor que origina el gol
contrario.

Todo el
partido sentí que no era mi Junior; a veces, como ráfagas inconstantes e
incesantes, los Tiburones nadaron en aguas apresuradas con una actitud
desordenada, sistematizando su «nueva» identidad.  Vengo viendo a Junior con actitud positiva,
sí, pero una que se parece a un barco sin dirección definida; y no es el Junior
de hoy, sino el que viene dando tumbos y ganando a ras y sólo en Barranquilla. Este partido de hoy en La Heroica era
para ganarlo; sí ya sé que los lamentos se los dejamos a los seres del
cementerio.

Se sudó, se
pegó duro. Las líneas y según la estrategia del Real, Junior las acomodó por las
disposiciones del momento. Pero aun, la gente piensa que no hay una línea
definida para efectuar el being space
soccer
. Esta tendencia demarca el estar y el ser de un equipo en un espacio
y culmina con el efecto de la victoria tal como lo elaboran los Chelseas,
Barcelonas, Flamengos y demás; nos falta entonces suplicar a la disciplina y a
la responsabilidad pero también, a la creatividad para encontrar la solidez que
identifica a los equipos grandes y que acostumbran a los fanáticos a celebrar
siempre.

Pero no todo
es rabia hoy, por momentos la defensa del Junior se comportó como la mejor
estructura que funcionó muy bien, aunque suene discordante viendo el resultado.
Sí, Valencia y Torres mantuvieron sus pupilas iluminadas para bloquear a
Jiménez, Arboleda…

Pero no,
nada fue fácil para este Junior que se enfrentó al Real, hoy domingo en una
tarde calurosa y con apenas unas pequeñas visitas de brisas que no alcanzaban a
mover el bienestar en las gradas. El clima por tanto fue un duro enemigo y
amigo, ambiguamente molestó a las gradas pero a la vez, ayudó a incendiar la
cantidad de faltas que recibió Arboleda por parte de los jugadores de Junior.
Es la relación entre el medio ambiente y la emoción humana, ese nexo que a
veces, permea la percepción y nos ennubla la razón para ser críticos.

Por otro
lado, imperdonable la actitud de Casanova, violenta e inmadura, escasa de
perspectiva y de autoreflexión, de profesionalismo; llena de bajeza y de
impotencia. Imperdonable, también, que Umaña dé ejemplos de intolerancia y de
torpeza emocional cuando rompen, junto al uruguayo, las reglas éticas del fut.
Umaña, creo que debe ser un líder y un signo para las generaciones nuevas, al
igual que Casanova y que como figuras públicas podrían, deberían, conquistar
los corazones no sólo futbolísticos sino humanísticos de los niños fanáticos
barranquilleros y en general, de los colombianos. Los jugadores no saben o no
comprenden, o mejor, nunca alcanzan a imaginar que cuando se es actor de un
partido de fútbol, y éste es mediatizado por la tele, ellos, se conciertan en
signos actores y tienen como fuerza comunicativa, el poder de entrar en los hogares…
un espacio muy sagrado y delicado, un espacio para cuidar la paz y que ahí,
negativamente, está siendo lastimada sino se cuenta con criterios sólidos de
acompañamiento adulto, crítico y amoroso. Ojo.

Y mi
malestar acerca de la tarjeta amarilla de Arzuaga, cuando caminando con una
actitud débil y payasesca, demora su salida con una parsimonia que lesiona,
igualmente, el ojo respetuoso del fanático… esos minutos desperdiciados podrían
haber servido cuando ya teníamos el gol en contra. A veces los apodos, retratan
los comportamientos humanos, para bien y para mal. Recuerden el de Arzuaga.

Finalmente, Salazar
anotó de penalti y Junior ya no le quedaba tiempo para hacer un mejor papel,
que pudo forjar en los minutos que habían pasado.

Una vez más Junior preocupó. Nos tocará
esperar hasta la próxima fecha, cuando Envigado no traiga una buena actitud o
cuando Junior imponga su valía.

Saludos a
Delménico.

Chulespe
volverá.

——————–