JUNIOR 3, CHICÓ 1

Como
siempre un Junior que saludó en la cancha a un público reducido en asistencia,
y un par de grititos en contra de Umaña, me llamaron la atención; un saludo,
que esta vez, sentí como pesado y unos gritos arengones de odio hacia Umaña me
presagiaban un malestar real.

Pero
el arrancar del partido no era tan diferente a mi sentimiento. Un Chicó
tradicional que estigmatiza a los equipos de visita, que cuando juegan en
tierras extrañas, vienen a defenderse y a jugar enredando todo. Nunca supe qué
gritaba Gamero a sus jugadores si éstos eran estatuas momificadas como piezas
de un museo inacabado, prestos a mostrarse como figuras de un pasado
arqueológico sin sentido para la historia. ¡Qué equipo tan simplón!

Pero
no crean que Junior fue la antítesis, anduvo por ahí, por ese camino de pronto
un poco más preocupado y ajá con la obligación de reducir el malestar que
sentíamos, sobre todo después de las derrotas ante el Real y ante el Once.

Escaramuzas
de Palacios y de Cortés, que a propósito me pareció que fue un buen jugador
anoche en el Metro. Puso Cortés ganas, pundonor a través de su carrera, a
través de su sudor musculoso que se sintió en las tribunas y por supuesto de su
buena ubicación para marcar su gol. Fue alegre y colaborador; casos contrarios
de Casanova y de Pacheco, inclusive de los movimientos de Ruíz y de Gio que
anoche, lamentablemente, no mostraron lo de Cortés. Fawcett estuvo mejor que
los anteriores, también se le destaca aunque tiene que mejorar la puntería
porque él puede ser una excelente punta
si se lo propone; ya lo he dicho varias veces en este blog.

Los
demás jugadores de Junior fueron simplones y cumplidores. Da lástima que yo me
refiera de mi equipo de esa manera. Hay circunstancias que destinan los piropos
o reconocimientos cada vez que se juega, por un lado el rendimiento en cada
juego es distinto y por otro lado, cada juego también es distinto a causa del
rival, las tácticas, el contexto, en fin.

Pero
este Junior de anoche fue un problema para el ojo, corazón y futuro de la
percepción del fanático. Visualmente un partido lento y sin ganas de agradar al
futbol; un corazón debilitado y «emputao«
y finalmente, un mañana que se avizora problemático en razón de que Umaña aún,
a mi parecer, no ha entregado lo que sabe ni su trabajo ha sido decoroso.
¿Exagero?, ¿Miento? ¿Preocupación hiperbólica?

Ajá
y qué está pasando
, lo pregunto porque no se encuentra ese juego bonito que
siempre ha jugado el Junior. Tampoco el juego bonito que Umaña impone a sus
equipos. Ajá y ¿qué pasa? porque Junior es una sinfonía desafinada, un equipo
del montón. Un equipito cumplidor con la llamada «media estadística», gana en casa
(a medias) y pierde de visitante.

Anoche
en el Metro, Giovanni Hernández mostró, una vez más, que necesita una
oxigenación, inclusive (y que me perdone por metiche) psicoanalítica, es decir,
que revise su inconsciente porque así como va no va a ayudar a Junior. Inconsciente
que debe estar ligado a su estado físico y por supuesto emocional; siento que
Giova está perdiendo la alegría de su cabello, de su gesta gestual y de su inteligencia
para filtrar pases goles. Ojo Giova que,
en serio, toca revisarse por completo porque tú eres un líder y en la Costa se
te quiere y se te tiene mucha fe. O ¿será que Umaña nada que lo define en su
táctica?

Pues
quería manifestar mi preocupación con este Junior que «nada que ver». A Junior,
sin embargo, se le seguirá manteniendo en el corazón y con fe.

——-

saludos al Boricúa Zárate.

Chulespe volverá.

—————————